Si estás enfadada y dar un paseo te calma, ¡hazlo!
Si estás triste y sabes que tomar un té con una amiga te hará sonreír, ¡hazlo!
Si estás nervioso y sabes que el gimnasio te calma, ¡hazlo!
Si no sabes qué te pasa, escribe, pasea, habla, calla… busca en ti, en tu corazón, lo que sea, pero, ¡hazlo!
Hay que sacar la ira, la rabia, los miedos y todo lo que nos limita, y cada uno sabe lo que calma su corazón.
Me súper encanta la frase: ‘el primer paso no te lleva donde quieres, pero te saca de donde estás’.
Si andas buscando fórmulas mágicas, te aseguro que no existen.
A veces asumir lo que nos pasa se convierte en el único camino hacia el bienestar interior, y desde ahí, desde la calma, busca lo que necesitas.
Arrastramos traumas que no soltamos. Nos cuesta reconocer que hay cosas de nuestra vida que nos duelen, o simplemente las negamos enterrándolas en el abismo de nuestras emociones.
Negar las emociones pone distancia entre nosotros y las personas que nos importan, todos hemos oído la frase “no te cuento estas cosas para no preocuparte”, y nuestro sensor hace que nos preocupemos más porque se trata de un lenguaje no verbal y que todos percibimos, sabemos que algo pasa, aunque no sepamos qué…
Malgastamos mucha energía ‘luchando’ contra nosotros mismos, lo que sentimos o pensamos, toca dejar de acumular esa energía que nos limita y nos agota, hay quien la llama negativa, bueno, nos sirve para comprender por donde va la historia, mi propuesta es que tu energía, la que te da vida, la uses para mejorarte a ti misma, y no para estar siempre cansada o agobiada por mil historias que aparecen en nuestra mente. Para, respira y confía. Una vez más, las veces que haga falta.
Nos cerramos a otras formas de pensar, a otras posibilidades, no todo es feo en la vida.
A veces no nos damos cuenta que nuestra actitud nos perjudica, también afecta a las personas que queremos.
Cuando a mí me pasa algo tiendo a encerrarme en mí misma y no lo comparto con nadie, lo que genera distancia e incluso dudas a la persona que tenemos cerca. A veces es una especie de prepotencia camuflada por no ser capaz de pedir ayuda cuando la necesitamos. Mientras lo escribo me doy cuenta de que es una de esas cosas que cuesta asimilar y aceptar, pero también debo reconocer que el día en el que me di cuenta que pedir ayuda te devuelve la dignidad ante el dolor y el desconcierto, que pedir ayuda no te hace menos, ni más pequeño, ni más vulnerable, sino todo lo contrario, ser capaz de reconocer que necesitamos que nos echen una mano, nos hace valientes, auténticos y podemos dejar de fingir. En definitiva, un alivio.
Para comenzar a cambiar el tipo de pensamientos que tenemos hay que empezar por darse cuenta de que tenemos pensamientos limitantes, si no lo reconocemos, no podemos empezar.
Así que: si eres especialista en negar tus emociones y fingir que todo está bien, te dedico estas líneas.
Ser libre emocionalmente implica llegar a todo lo que evitamos tocar de nuestro mundo emocional, para poder dejarlo ir…
Da miedo sí, porque incluso, aunque sabemos que algo no es como queremos, nos da más miedo soltarlo que seguir con ello. Esto es para despertar, no para castigarnos más.
Hay cosas que finges, que no te preocupan, que no te afectan o no te asustan y sin embargo marcan toda tu vida, marcan todas tus decisiones.
La única salida a todo esto es ir para adentro, surfear sobre lo que llevas rumiando tanto tiempo y dejarlo marchar. La vida sigue pasando, sigue su curso y nos la estamos perdiendo.
La vida es hoy…