El río Ebro crea un sinuoso cauce de 330 kilómetros a su paso por Aragón, más concretamente por diferentes puntos de la provincia de Zaragoza
Texto de Armando Cerra – Imagen principal de Turismo de Aragón
El río Ebro recorre más de 900 kilómetros desde nacimiento en Fontibre hasta desembocar en el Mediterráneo. Y más de un tercio de ese periplo por la península Ibérica lo hace por tierras aragonesas. Más concretamente por la provincia de Zaragoza donde atraviesa en una suave diagonal desde el oeste hasta el este, creando un sinuoso cauce de 330 kilómetros.
Hoy nos hemos propuesto remontarlo. O sea ir contracorriente desde Fayón punto por el que deja Aragón para adentrarse en Cataluña, hasta llegar a Novillas, la primera población aragonesa que riega tras haber pasado por tierras cántabras, castellano-leonesas, vascas, riojanas y navarras. ¿Te animas a seguirnos?
Decimos que el Ebro deja nuestra comunidad autónoma por Fayón, pero, en realidad, si miramos un mapa o pudiéramos contemplar el paisaje desde las alturas, veríamos que en este tramo nuestro gran río hace muchos kilómetros que parece un mar: el Mar de Aragón que va une los embalses de Mequinenza y Ribarroja.
A lados de esta gigantesca masa de agua quedan muchos pueblos de interés. Y aunque haya que separarse un poco de la orilla os recomendamos acercaros hasta Fabara para visitar su mausoleo romano o hasta Maella, cuna del genial escultor Pablo Gargallo. Y a un paso del río queda la histórica población de Caspe, de cuyos atractivos y de su célebre Compromiso ya os hemos hablado alguna vez por aquí.
A no muy corta distancia, ya cerca de la cola del embalse de Mequinenza se encuentra Chiprana. Una villa que tiene un atractivo muy sugerente. Nos referimos a la Reserva natural de las Saladas de Chiprana, un humedal bien diferente al propio Ebro y que es una muestra más de la riqueza natural que podemos disfrutar en Aragón.
Volviendo a las orillas del río, se comprueba que estamos en un tramo muy espectacular. Más que un río parece una colosal serpiente reptando entre colinas, ya que, desde Chiprana hasta la población de Alforque, el cauce es una sucesión de meandros. Uno detrás de otro al igual que va una tras otra podemos visitar distintas poblaciones: Escatrón, Sástago, Alborge, Cinco Olivas y el citado Alforque.
Es curioso ver junto al río restos de embarcaderos y barcas de sirga que unían ambas orillas para salvar las grandes distancias. Pero si hay algo realmente atractivo que visitar en este tramo de la Comarca de la Ribera Baja del Ebro, es el Monasterio de Rueda. Es una joya del arte cisterciense en España y su presencia está íntimamente ligada al Ebro, ya que la rueda que le da nombre era el ingenio hidráulico que extraía agua del río para regar los campos de los monjes.
No acaban aquí los atractivos culturales que nos esperan en esta comarca. Una vez que pasamos La Zaida llegamos al pueblo de Velilla de Ebro, y ahí nos aguarda un yacimiento arqueológico de época romana más que interesante. Es la Colonia Iulia Victrix Lepida que, en la práctica, fue la principal colonia romana de la provincia hasta que se desarrolló Caesaragusta, casualmente también a orillas del río como todos sabemos.
A partir de aquí, salvo la localidad de Gelsa, prácticamente todas las que nos esperan en los siguientes kilómetros de esta divertida remontada fluvial, llevan el apellido del río. Están Quinto, Pina, Fuentes, Aguilar, Osera, Villafranca, Nuez y el Burgo. Y todo son “del Ebro” lo que da idea del estrecho vínculo con sus aguas.
Tras eso se entra en el término municipal de Zaragoza, de cuyos atractivos y novedades tanto os hablamos. Así que hoy dejamos atrás la ciudad y seguimos remontando el río para visitar la Comarca de la Ribera Alta del Ebro, donde tampoco faltan puntos de interés. Por ejemplo, la hermosa torre mudéjar de Utebo o el palacio de los Duques de Villahermosa que está en Torres de Berrellén. Para después llegar a la capital comarcal, Alagón, en cuyo entorno vierte el Jalón sus aguas al Ebro, engrosándolo aún más.
Ahora, aguas arriba tenemos dos paradas vinculadas a dos genios del arte y las letras españolas. La primera es un paraje indeterminado entre Cabañas y Alcalá de Ebro, donde Cervantes situó la Insula Barataria que debía gobernar Sancho Panza. Y la segunda está en la otra margen del río, en Remolinos, en cuya iglesia parroquial el genial Goya pintó unos frescos dignos de visita.
Puede parecer que con esto estaría el camino más que servido, pero todavía nos queda algo más. Por ejemplo, el embalse de La Loteta a la altura de Luceni convertido en un paraíso para el kitesurf de interior o la restaurada barca de sirga en Boquiñeni que une a sus vecinos con la otra orilla donde, un poco más allá, está Pradilla de Ebro.
Y para culminar este camino hacia el oeste siguiendo el Ebro, ya solo nos queda por visitar Gallur donde el río casi se llega a unir con el Canal Imperial de Aragón. Un canal que también pasa por nuestra última parada en Novillas, o sea la entrada del Ebro en Aragón. Una entrada espectacular baja la protección del cercano Moncayo.
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