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La torre de Utebo, una maravilla mudéjar

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La torre de Utebo presenta uno de los estilos mudéjares más recargados, incorporando toques góticos y renacentistas

Las diversas formas y los colores llamativos captan la atención de cualquiera que la disfruta

Texto de Armando Cerra – Fotos: Turismo de Aragón

La primera declaración del arte mudéjar en Aragón como Patrimonio Cultural de la Humanidad por parte de la UNESCO tuvo lugar en 1986 cuando recibieron tal categoría la catedral y las famosas torres de Teruel. Y unos cuantos años más tarde, en 2001, esa declaración se amplió a otros edificios repartidos por la provincia de Zaragoza.

En total se nombraron 10 monumentos de ambas provincias como los más representativos de la riqueza cultural, artística e histórica que supone el estilo mudéjar en Aragón. De todos esos referentes de nuestro patrimonio ya os hemos hablado aquí. Pero lo cierto es que esa lista podría ser más amplia dada la categoría de otras construcciones dispersas por la comunidad autónoma. Un buen ejemplo de ello es sin duda la torre campanario de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Utebo, a un paso de la capital zaragozana.

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De hecho, la vistosa torre de Utebo se puede considerar uno de los últimos y más recargados ejemplos del arte mudéjar en Aragón. Tanto que algún que otro historiador la describió en su momento como el canto del cisne de este estilo artístico. Y es que, al ser una obra realizada a mediados del siglo XVI, se trata de una construcción relativamente tardía si la comparamos con otras torres mudéjares.

Para ser justos hay que decir que el templo tendría un campanario anterior, pero que fue derribado para levantarse esta joya. Tan orgulloso estaría su constructor que hasta hizo inscribir su nombre en la cerámica que decora la torre. De este modo el maestro Alonso de Leznes ha pasado a la posteridad como su creador.

La obra tiene todos los elementos con los que identificamos el arte mudéjar. Es decir, es una obra levantada a base de ladrillos y decorada con coloridas piezas de cerámica. Unas piezas que pasados los siglos siguen brillando y deslumbrando, sobre todo tras la última limpieza que recibieron hace unos años.



 

Es innegable que los juegos de colores y de luces con sombras que hay a lo largo de la torre son de lo más llamativos. Y es que sus creadores se esmeraron en plantear una gran variedad de formas. Comenzando por el propio diseño arquitectónico que combina una parte baja de diseño cuadrada con otra superior en planta octogonal. Y a partir de ahí se generan diversas fachadas, cada una con su orientación. De modo que la luz del sol va incidiendo con diferentes grados e intensidades sobre el conjunto de la ornamentación, la cual fusiona desde los ladrillos y los azulejos.

En cuanto a los ladrillos los vemos formando arcos entrelazados, pero también rombos, almenas o dispuestos al tresbolillo. Mientras que la cerámica y las piezas de azulejería lo mismo se usan para generar inscripciones que para recrear formas geométricas y vegetales, usando para ello diversos colores. Hay toques de verde, de azul, de blanco, marrón oscuro y hasta un curioso tono miel.

Si hasta aquí ya queda clara la gran variedad de recursos, todavía hay que sumar otro factor que aún la enriquece más. Y es que teniendo en cuenta sus fechas de construcción, se trata de un arte mudéjar muy evolucionado, tanto es así que incorpora detalles propios de otros estilos artísticos como el gótico e incluso de la estética renacentista. Es decir, que se trata de un conjunto de lo más atractivo y diverso.

Os invitamos a acercaros a esta torre y admirarla. Id hasta la plaza de España de Utebo y plantaros junto al campanario de la iglesia de la Asunción. Veréis que su decoración, a diferencia de otras torres mudéjares, empieza desde muy abajo, por lo que es fácilmente apreciable. No obstante, descubriréis que conforme miráis hacia arriba todo se vuelve más ligero. Hay un ritmo visual muy interesante, diferenciándose entre la parte más maciza de abajo y los juegos de aberturas para las campanas, los contrafuertes, los arcos y las pequeñas torrecillas pequeñas que aparecen en la parte octogonal más alta.

Hay que moverse a su alrededor para ir viendo sus fachadas. Así apreciaréis que hay infinidad de juegos de geometría y simetría en su decoración. Y si tenéis la suerte de que haya una buena luz de atardecer, podréis hacer fotos con efectos lumínicos muy chulos.

En fin, que sin duda la torre de la iglesia de Nuestra Asunción de Utebo es un fabuloso ejemplo del arte mudéjar en la provincia de Zaragoza. Tal vez no esté incluida entre la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, pero méritos no le faltan. Su valor es innegable, su personalidad de lo más llamativa y su belleza también. De hecho, fue elegida para reproducirse en el Pueblo Español de la montaña de Montjuïc en Barcelona. Una histórica atracción de la capital catalana donde hay otros rincones aragoneses representados. De algunos como Sos del Rey Católico, Alquézar o Albarracín y de otros como Calaceite o Sariñena os hablaremos próximamente.

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