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Monasterio de Rueda: el monasterio llamado así por su noria hidráulica de 18 metros de diámetro

Situado a orillas del río Ebro, el Monasterio de Rueda es una auténtica joya del arte, pero también un testimonio de cómo era la vida en la Edad Media

Situado a apenas 1 hora en coche desde Zaragoza, su nombre alude a la gran noria hidráulica de casi 18 metros de diámetro, con la que se extraía agua para el abastecimiento

Texto de Armando Cerra – Imágenes de Turismo de Aragón

Sin salir de la provincia de Zaragoza podemos hacer una ruta temática de carácter histórico y artístico de enorme interés. Es la conocida como Ruta del Císter que une tres monasterios medievales de mucho renombre. ¡Seguro que os suenan! Son el Monasterio de Veruela a los pies del Moncayo, el Monasterio de Piedra en la Comarca de Calatayud y el Monasterio de Rueda a orillas del río Ebro. De este último os queremos hablar a continuación.

No obstante, ya os avisamos que lo que os vamos a contar aquí no son más que unas breves pinceladas de lo mucho que descubriréis si acudís este verano al Monasterio de Rueda, donde todos los días, salvo los lunes, se hacen visitas guiadas al recinto histórico, siguiendo el itinerario marcado por una audioguía en varios idiomas e incluida en el ticket de entrada. Por cierto, tal vez alguno os estéis preguntando si además de la visita también os podéis alojar ahí, dada existencia de una de las Hospederías de Aragón. Pues de momento no, ya que la Hospedería del Monasterio de Rueda se encuentra cerrada temporalmente.

Pero que eso no sea impedimento para hacer esta escapada desde Zaragoza. Hay apenas una hora de viaje por carretera, y lo cierto es que el último tramo antes de llegar a Sástago y por lo tanto al monasterio es realmente bonito, con las vistas de los meandros divagantes que forma el cauce del Ebro.

De hecho, el río es el “culpable” de que el monasterio se encuentre precisamente en este lugar de la Ribera Baja. Al igual que las aguas del río son el origen de la denominación del Monasterio de Rueda, un nombre que alude a la gran noria hidráulica de casi 18 metros de diámetro, con la que se extraía agua para el abastecimiento de la comunidad.

Maravillarse con esa peculiar muestra de la ingeniería de antaño es uno de los grandes atractivos de la visita al Real Monasterio de Nuestra Señora de Rueda. Un cenobio cisterciense que se originó a comienzos del siglo XIII. Y aunque se consagró en 1238, las obras del conjunto se alargaron hasta el siglo XIV, de ahí que haya elementos singulares como la gran torre mudéjar.

El monasterio tenía carácter benedictino, es decir, pertenecía a una orden religiosa que no gustaba de la ostentación. Prefería la austeridad, ya que su lema era el famoso “ora et labora”. Y ese espíritu de simplicidad se plasma en toda su arquitectura, la cual es tan sencilla como bella, tal y como se refleja en su claustro e incluso en el interior de la iglesia.

Estos dos espacios son dos puntos clave de la visita guiada, pero hay otros lugares estupendos para comprender como era la vida en el monasterio. Por ejemplo, en el día a día de los monjes era muy importante la sala capitular, de alguna forma el corazón de la comunidad, ya que ahí se juntaban los frailes para hablar de cualquier cuestión. 

Igualmente se ha conservado el gran dormitorio diáfano donde descansaban todos los monjes. Así como en la galería sur estaba el refectorio junto a la cocina. Por cierto, antes de entrar al refectorio, se descubre un espacio para la higiene de la comunidad, la cual se lavaba antes de entrar a comer.

Hay más estancias interesantes. Desde un calabozo donde castigar todas aquellas conductas que no se ceñían a las estrictas normas benedictinas, hasta el scriptorium que también servía como biblioteca

Además se identifican fácilmente otros espacios como el locutorio que reunía a los monjes para repartir las tareas del día. No hay que olvidar nunca la doble condición de esta comunidad, que tanto oraba como trabajaba en el campo. De hecho, se encontraban en un territorio muy fértil debido a la presencia del Ebro, por eso tendrían buenas cosechas, así que necesitaban unos buenos almacenes, en este caso una gran cilla. La cual tiene como singularidad que se encuentra separada del claustro.

E igualmente se halla a cierta distancia la noria o rueda que da nombre al conjunto. La noria, así como el acueducto y canales que guiaban el agua hasta las distintas dependencias del monasterio. Una red de canalizaciones que llegaba a la cocina, el refectorio o el lavatorio. Así como llegaría a las letrinas y una posible nevara. Por no hablar que esa agua también accionaba un molino harinero y una almazara de aceite. 

En definitiva, que el Monasterio de Rueda es una auténtica joya del arte del pasado, pero también un fabuloso testimonio de cómo era la vida en la Edad Media. ¿Te lo vas a perder?

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