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Vámonos de excursión por el valle de Chistau

El valle de Chistau aguarda algunas de las esencias de los valles pirenaicos con diferentes rutas senderistas que merece la pena visitar

Si estás pensando en realizar una escapada hasta el valle, tienes que saber que tan solo cuentas con una carretera que lleva hasta allí

Texto de Armando Cerra

Todavía hoy en día solo hay una carretera para llegar al valle de Chistau. Algo que tiene sus inconvenientes, es obvio, pero también la ventaja de que este trocito de la Comarca del Sobrarbe conserva a las mil maravillas las esencias de los valles pirenaicos. ¿Lo conoces? Ahora te vamos a dar unas cuantas claves de lo que allí te espera.

Tres son las principales y más renombradas poblaciones de la zona: Plan, San Juan de Plan y Gistaín. Todas ellas muy vecinas entre sí, tanto que una actividad muy habitual es aparcar en cualquiera de ellas y emprender la ruta senderista circular que une los tres núcleos. Es una actividad perfecta para hacer en familia, ya que son distancias muy cortas y entretenidas incluyendo la visita a cada uno de los pueblos.

Por ejemplo, en San Juan de Plan os espera uno de los museos etnológicos más antiguos de Aragón y también uno de los que mejor guarda ciertas tradiciones casi olvidadas del Pirineo. ¡Verdaderamente sorprendente! Mientras que en Plan merece la pena contemplar su iglesia de San Esteban del siglo XVI. Y en cuanto a Gistaín, conforme os acerquéis caminando os llamarán las atención sus tres torres de piedra emblemáticas. Son el campanario de San Vicente Mártir y los torreones de Casa Rin y Casa Tardán.

Y si esos son los tres pueblos más grandes, justo a la entrada de Chistau se encuentra lo que se conoce como el Valle de la Comuna. Un nombre que hace mención a la comunidad que formaron los vecinos de Sin, Señes y Serveto desde tiempos de la Edad Media para explotar conjuntamente los montes y los pastos de esta zona. Visitarla porque aquí sí que parece que se ha detenido el tiempo. Y mucho mejor si lo hacéis combinando el coche con algún tramo caminando, como por ejemplo el paseo de más o menos un cuarto de hora que hay entre Serveto y Señes. Algo que disfrutaréis grandes y pequeños.

No es esa la única ruta que se puede hacer en familia. También alternando el coche con una caminata más bien corta existe la ocasión de acercarse hasta uno de los ibones más hermosos de todo el Pirineo aragonés. Se trata de la Basa de la Mora, a la que podéis llegar tanto desde Plan como desde Saravillo. Lo hagáis como lo hagáis, el resultado es el mismo. ¡Un sitio que os dejará sin palabras! Tiene una magia especial y más si estando a sus orillas os imagináis la leyenda de la princesa mora que le da nombre, cuyo espíritu todavía flota en sus aguas.

Y si os gusta hacer excursiones a esos preciosos lagos de montaña que son los ibones, en el valle de Chistau también tenéis la oportunidad de ascender hasta el ibón del Sen. Un camino que empieza en San Juan de Plan. Ahí debéis tomar la pista hacia el Puen de Pecadó. Es un buen lugar para aparcar e iniciar la ruta a pie. Es un camino algo largo, pero la recompensa es que podréis alcanzar dos ibones, a falta de uno: el ibón Sen inferior y el Sen propiamente dicho que está enclavado en un circo glaciar imponente.

Es decir, para los más montañeros es un pecado no acercarse hasta el valle de Chistau, el cual por cierto tiene una parte que se integra dentro del Parque Natural Posets-Maladeta. Para visitar esta parte del espacio protegido, lo mejor es que os acerquéis hasta las llamadas Bordas de Viadós. Están a bastante altura, ya que las bordas son las tradicionales que usaban los pastores de alta montaña. Pues bien, por esos parajes rodeados de pastos y bosques de pino negro, se encuentra el refugio de Viadós, a más de 1.700 metros de altura. Un alojamiento montañero que forma parte de la ruta los refugios del parque natural, y que queda unido con los refugios de Estós y de Ángel Orús, ambos situados ya en la Comarca de La Ribagorza.

En definitiva que por aquí hay excursiones para todos los gustos. Y después de daros todos esos paseos, ni se os ocurra iros sin entrar a alguno de los restaurantes repartidos por el valle, sobre todo en las localidades de más renombre. En cualquiera de ellos habrá ocasión de saciarse con los más típicos platos altoaragoneses. Y como exquisito recuerdo, aquí va una buena idea: comprar un queso de Saravillo, uno queso artesano de cabra y también de vaca que es uno de los manjares que se elaboran en la zona.

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