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La arboleda de Macanaz, historia a orillas del río

Macanaz 2

La famosa jota de “no puedo pasar el Ebro, me lo impide la arboleda”, ya no tiene validez. No hay excusa para dejar de visitar esa arboleda, transformada en el Parque de Macanaz



Texto y fotos: Armando Cerra

Sabemos que muchos de nuestros lectores tienen la suerte de acudir asiduamente a la arboleda de Macanaz. Algunos van a diario a sacar a su perrete o a hacer deporte al aire libre. También los hay que pasean por ahí rumbo a Helios o buscan un hueco para su coche en la explanada que hay junto al parque. Y otros tan solo van de vez en cuando a capturar uno de los mejores encuadres fotográficos del Pilar, la Seo y el Puente de Piedra, o se dan una vuelta tras tomarse algo en el Matisse, uno de los cafés de los que ya os hemos hablado en más de una ocasión.

Sea el motivo que sea, vamos a tratar de contar alguna curiosidad sobre este pequeño parque, donde además de la vegetación de ribera y las palmeras plantadas a lo largo de unos 35.000 metros cuadrados, también se pueden descubrir varios episodios históricos interesantes de nuestra ciudad.

Por ejemplo, aquí tenía uno de sus puntos de embarque la célebre barca del Tío Toni, un paso sobre el río más que necesario a estas alturas de la ciudad. Ya que hasta 1965 solo estaban como puentes fijos el Puente de Piedra, y aguas más abajo el de Hierro. Así que más o menos por donde cruzaba la barca se construyó una primera pasarela, bastante precaria según cuentan los testigos, los cuales no solo pasaban miedo al cruzar el río, sino que además debían abonar el peaje correspondiente. Si bien aquello acabó cuando en 1967 se inauguró el Puente de Santiago.

Precisamente la construcción de esa infraestructura fue decisiva para que Macanaz perdiera parte de su aspecto de soto asalvajado y se convirtiera en una zona de parque. Y la barca del Tío Toni no es lo único que ha desaparecido con el paso de las décadas. Mucho antes de que existieran las modernas Playas de Zaragoza en el Parque del Agua, el río era la zona de baños habitual para muchos maños. Y precisamente, Macanaz era una de las preferidas. De alguna forma eso fue el origen de Helios, que nació como centro naturista en 1925.

Seguimos remontándonos en la historia. Y nos vamos un poquito más allá. Concretamente hasta 1809. Fue entonces cuando se dio uno de los momentos más tristes en la arboleda de Macanaz. En realidad, para toda la ciudad, ya que se sufrió entonces el Segundo Sitio contra las tropas francesas. Un episodio que acabó con decenas de miles de muertos. Unos por los bombardeos y otros por las enfermedades.

El paseo entre puentes que te lleva a descubrir la margen izquierda del Ebro a su paso por Zaragoza

El caso es que al cesar los cañonazos, el ejército francés entró a una ciudad donde se acumulaban los cadáveres en las calles. Y de inmediato se dio la orden que enterrar todos aquellos muertos. El lugar elegido fue… sí, ya habéis adivinado: Macanaz. Los estudiosos no terminan de ponerse de acuerdo, pero parece ser que aquí se abrió una enorme fosa común en la que se depositaron entre 10.000 y 15.000 cuerpos.

Debido a las diversas obras de urbanismo que se han hecho a lo largo del tiempo, aparecieron en más de una ocasión huesos, cráneos y esqueletos de aquellos fallecidos sin identificar. Pero nunca se llevó a cabo la tarea de desenterrarlos. De manera que la inmensa mayoría siguen reposando allí. ¿Dónde? En su mayor parte, justo debajo de la zona de aparcamiento tan frecuentada por los vecinos del barrio.

Esos son hechos bastante lejanos, mucho más reciente es el homenaje que se hace a Mario Gaviria, un eminente sociólogo y ecologista enamorado de su Zaragoza de adopción, donde falleció en 2018. Y a quien se le dedicó un pequeño andador junto al Ebro y el Puente de Piedra.

Y hablando de nombres, ¿sabéis porque la Arboleda de Macanaz se llama así? Pues de forma un tanto inexplicable parece ser que es un homenaje a Melchor Rafael de Macanaz. ¿Quién fue este señor? Ni más ni menos que un albaceteño que ejerció de intendente de Aragón a comienzos del siglo XVIII, durante el reinado de Felipe V. Hasta ahí más o menos lógico dedicarle un espacio tan destacado en la ciudad. Si bien hay que saber que este político y jurista hizo todo lo posible por derogar los Fueros de Aragón, algo que finalmente consiguió.

Es cierto, que luego perdería todo su poder y acabaría en desgracia y exiliado, cosas de las envidias e inquinas de la alta política. Aunque ya había hecho todo lo que tenía que hacer por Aragón, invalidar los fueros históricos y reforzar el gobierno absolutista de los Borbones.

Tal vez por eso no es demasiado conocido el origen del nombre de este parque. Y lo cierto es que la tradición manda, y su denominación está completamente asentada en la historia popular de la ciudad. No obstante, más allá de nombres y homenajes lo más interesante es disfrutar de este espacio verde con las mejores vistas de la ciudad. Que ni su nombre, ni tener que cruzar el Ebro os impida dar un paseo por la arboleda.



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