Poco a poco nos acercamos a la primavera y hay que ir pensando en posibles excursiones que nos hagan disfrutar del buen tiempo. Y no tienen qué ser escapadas que nos lleven muy lejos. Algunas quedan a un paso, o más bien a unas cuantas pedaladas.
Ese es el caso de los Galachos de La Alfranca, ¡visita imperdible para cualquier zaragozano!
Hay varias formas de llegar hasta el espacio protegido de La Alfranca. Desde luego que se puede ir en nuestro coche particular. También es posible llegar hasta Pastriz en el autobús 201B y luego acercarnos hasta el lugar caminando un par de kilómetros. O incluso existe la opción de caminar desde Zaragoza. Pero es una distancia considerable de más de 30 kilómetros entre ida y vuelta. Por eso os proponemos convertirlo en una excursión en bici.
Una actividad que puede hacer toda la familia sin demasiados problemas. Para empezar el camino es completamente llano. Además está perfectamente señalizado y en buen estado. Y puede dedicarse todo el día, para que no sea agotador. El plan es tomar la bici y, sin prisa pero sin pausa, hacer la ida por la mañana. Comer de picnic en La Alfranca, donde hay muchas cosas que ver, como os vamos mostrar a continuación. Y retornar a la tarde, disfrutando de un bonito ocaso del sol antes de llegar a las mismas calles de Zaragoza.
Pero el movimiento se demuestra andando, o mejor dicho, pedaleando. De manera que comencemos la excursión. Obviamente cada uno la inicia desde su casa, pero para que tengamos un punto en común nos acercamos hasta la parte baja del puente de la Z-30 en Las Fuentes. Allí se acaba el asfalto y se inicia el Camino Natural de la Alfranca.
Como ya hemos dicho no tiene pérdida, casi no hace falta ni señalización, ya que discurre durante más o menos 7 kilómetros entre la amplitud abierta de campos y huertas a nuestra derecha, y con la espesura del bosque de ribera y las aguas del Ebro a nuestra izquierda. Un paseo muy agradable, en el que además hay varios puntos perfectos para pararse y sacar alguna foto del río.
De pronto veremos a lo lejos un pueblo. Aunque para ser precisos hay que decir que es un barrio, ya que se trata de la Cartuja Baja. Un núcleo habitado que ocupa el viejo recinto de clausura y que merece la pena se conocido. De hecho, ya os hemos hablado de ese barrio rural tan peculiar en alguna otra ocasión. Así que quién lo desee puede desviarse hasta ahí. Es un instante.
Ruta por el Canal Imperial de Aragón a través de La Cartuja
Pero también se puede optar por continuar por el Camino Natural de la Alfranca y llegar a uno de sus puntos más emblemáticos. Y es que ha llegado el momento de cruzar el Ebro. Para lo cual hay que atravesar la Pasarela del Bicentenario, el puente del término municipal de Zaragoza situado más aguas abajo del río. Os recomendamos pararos aquí a haceros una foto, aprovechando las vistas y el singular diseño de la pasarela que recuerda las marañas vegetales de los sotos del Ebro.
Una vez hecha la foto, volvemos a nuestra cabalgadura de ruedas y pedales para proseguir la marcha. ¡Vamos a superar el ecuador del camino! Y también cambia bastante el paisaje respecto a la primera mitad del itinerario. La razón es que nos vamos alejando progresivamente el cauce fluvial y el camino va entre los campos de cultivo. Es una buena forma de comprobar la riqueza agrícola que existe a un paso de la gran ciudad.
Pronto alcanzamos Pastriz y allí las flechas nos indican una vía saludable junto a la carretera para en un plis-plas llegar a la Finca de La Alfranca, ¡nuestro destino! Buscad un aparcabicis, echar un trago de agua y comed algún fruto seco, porque esto no ha acabado ni mucho menos.
Lo que hace diferente a este lugar es que se dan la mano los atractivos naturales, los paisajísticos y también los históricos y patrimoniales. Al fin y al cabo, la Finca perteneció en su momento a los ricos marqueses de Ayerbe, quiénes se hicieron construir aquí un palacio que todavía se mantiene en pie y permanece rodeado de sus cuidados jardines.
Y no es el único inmueble histórico del sitio. También está el Convento de San Vicente de Paúl, transformado en un espectacular Centro Internacional del Agua y del Medio Ambiente (CIAMA). No os lo perdáis, y aprovechad para descubrir otros espacios naturales protegidos de la Comunidad Autónoma y así preparar otras excursiones para más adelante.
No obstante, hoy estamos en la Reserva Natural de los Galachos de La Alfranca de Pastriz, La Cartuja Baja y el Burgo de Ebro, un humedal espectacular, tan hermoso como frágil. Por eso, para visitarlo en sus caminos más secretos y bellos es necesario que hagáis una visita guiada por los guardas de la reserva.
Tras ese recorrido por el interior salvaje de la reserva natural se retorna a la Finca de La Alfranca propiamente dicha. La palabra finca ya nos hace intuir que en otro tiempo tuvo un uso eminentemente agrícola, y hay numerosos edificios que lo recuerdan e incluso para plasmarlo de una forma más clara está el Centro de Interpretación de la Agricultura y el Regadío (CIAR), que también se puede visitar.
Y para acabar la estancia hay que pasar un buen rato en el Jardín de las Rocas. Más aún si se va con niños. Y es que este lugar es un inmenso juego de la roca, donde las casillas son grandes piedras venidas de todo Aragón. A partir de ellas, peques y mayores juegan y aprenden, ya que es una divertida experiencia de educación ambiental. Además de poseer una estética muy atractiva. Casi da pena dejarla, pero se va haciendo tarde y hay que pensar en el regreso.
O sea que de nuevo a dar pedales y con tranquilidad a volver hacia Zaragoza. ¡Un día fantástico!