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Descubriendo Jánovas, un pueblo que resucita

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El proyecto de construcción de un pantano supuso la expulsión de los ciudadanos de Jánovas y su pueblo que, poco a poco, comienza a resucitar

Los vecinos ya han rehabilitado algunas de sus casas, además de recuperar la antigua iglesia de San Miguel

Texto de Armando Cerra 

Cualquier excursión que hacemos por el Pirineo de Huesca garantiza la contemplación de paisajes tan hermosos como valiosos desde un punto de vista ambiental. Ya os hemos hablado en Enjoy de muchos de esos sitios ubicados en el Parque Nacional de Ordesa o en otras zonas de la Ribagorza o del Parque Natural de los Valles Occidentales de la Jacetania.

Pero además de la belleza paisajística muchas de estas excursiones también aportan una perspectiva artística e histórica del territorio. Algunas veces trasladándonos a épocas muy lejanas en el tiempo, algo que por ejemplo puede ocurrir siguiendo la calzada romana del Valle de Hecho o caminando por la Ruta Jacobea que entra por el Somport. 

No obstante, no siempre se trata de descubrimientos de historias tan antiguas. También hay escapadas al Pirineo que nos hablan de acontecimientos mucho más cercanos en el tiempo. Ese es el caso de la visita a Jánovas que hoy os proponemos.

 

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¿Dónde está Jánovas? Esta localidad os espera en la comarca del Sobrarbe, junto al río Ara. Concretamente encontraréis el lugar tras un desvío en el km.452 de la carretera N-260 que circula entre Aínsa y Sabiñánigo. A partir de ese punto empieza un camino de piedra que desciende hacia el río. Nuestra recomendación es aparcar ahí y comenzar a caminar, porque es mucho más agradable a la vista y para los amortiguadores de vuestro coche.

Además es un paseo de apenas unos minutos hasta llegar al río, el cual podéis cruzar de dos modos. O bien por el puente de tierra sobre el cauce. O mucho mejor, podéis desviaros un poquito, para llegar hasta el Puente Colgante que desde el año 1881 une ambas orillas. Un puente colgante espectacular, tanto por la obra de ingeniería que suponía en aquellos como por el enclave donde se encuentra.

Sin duda entrar por ahí todavía le añade más encanto y épica a la visita. De una forma u otra, la realidad es que nos espera un pueblo prácticamente en ruinas. Un ejemplo de la despoblación de la que tanto sabemos en Aragón. Pero en esta ocasión, el abandono de Jánovas no se produjo de forma voluntaria y podríamos decir que ni siquiera pacífica.

Todos sabemos que durante los años de la dictadura franquista se crearon y pusieron en marcha numerosos embalses por todo el país. No hubo río con cierta cantidad de caudal que no fuera objeto del deseo para los constructores de pantanos. Y eso ocurrió con el río Ara que nace en Ordesa y llega a su desembocadura con el Cinca a la altura de Aínsa. Y el lugar elegido para construir su pantano fue precisamente el paraje donde está Jánovas, aprovechando la amplitud del valle y la presencia de un cerramiento geológico que facilitaba levantar la presa.

 

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De manera que en el año 1951 se puso en marcha el proyecto que debía acabar con los núcleos de Jánovas, Lacort y Lavelilla bajo las aguas. O sea que había que echar a sus habitantes mediante expropiaciones. Sin embargo, los vecinos de Jánovas no aceptaron aquellas condiciones.

Las autoridades negociaron cada expropiación y el abandono fue penoso, además de paulatino. Se prolongó durante años. Y para que aquellos que se iban, no tuvieran la tentación de volver, tras su marcha se derruían sus casas, algunas de las cuales hasta fueron dinamitadas. Un ejemplo de la coacción que sufrieron es que la escuela de Jánovas fue vaciada por orden de la autoridad, sacando a la calle y por la fuerza a los niños y a la maestra.

Además hubo cortes de luz y un sinfín de acciones que hicieran la vida imposible en el lugar. Aunque todavía hubo familias que se negaban a aceptar la expropiación. Eso perduró hasta 1984 cuando fue abandonada la última casa del pueblo. Desde entonces la zona quedó deshabitada, pero eso no significó que se hiciera el pantano.

Las obras nunca llegaron a empezar en firme. Se dilataron en el tiempo tanto, que se entró en el siglo XXI sin que el pantano existiera, ni se intuyera. Y entonces la situación dio un giro radical. En 2001 la Secretaría General de Medio Ambiente redactó un informe desfavorable, confirmando que las afecciones medioambientales iban a ser brutales. 

 

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Aquello fue el fin del proyecto del pantano. Pero para entonces, Jánovas estaba muerto, en una ruina total. Y sus viejos habitantes y muchos de sus descendientes deseando volver para reconstruirlo. Esa reconstrucción es la que se puede visitar hoy en esta excursión. Un pueblo que poco a poco vuelve a la vida, ya que algunas casas ya las han rehabilitado sus propietarios tras la reversión de sus fincas. Además de que se han recuperado la antigua iglesia de San Miguel o varios espacios del pueblo.

Es como visitar un pueblo que resucita, eso sí con mucho esfuerzo y no demasiadas ayudas. Para verlo con vuestros propios ojos os invitamos a hacer esta excursión a Jánovas.

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