Miguel de Cervantes visitó Alcalá de Ebro y su visión de los parajes ribereños del Ebro se plasmó en las páginas de la segunda parte del Quijote
Texto de Armando Cerra – Imagen principal del Ayuntamiento de Alcalá de Ebro
Miguel de Cervantes (1547 – 1616) tuvo una vida tan de novela como sus personajes literarios. Sabemos que luchó en la batalla de Lepanto, que fue apresado por los piratas berberiscos, que también estuvo preso en España y que viajó por todo el país ejerciendo diversos cometidos, como por ejemplo recaudador de tributos. Y por supuesto en esos viajes llegó a Aragón.
Uno de los lugares que visitó a una edad muy temprana fue la Comarca Ribera Alta del Ebro. Son varios los lugares vinculados a Cervantes, y algún día os hablaremos más profundidad sobre ellos. Por ejemplo, se sabe que estuvo alojado en Pedrola, en el Palacio de los Duques de Villahermosa, y desde ahí tuvo la ocasión de descubrir varios lugares del entorno. Y en una de esas visitas se acercó a Alcalá de Ebro, tal vez durante una de las crecidas del río Ebro cuando la población altas puede llegar a parecer casi una isla. Una ínsula se diría en castellano antiguo.
El caso es que aquella visión de los parajes ribereños del Ebro se le grabó en la retina y en la memoria, porque los contempló siendo un joven y cuando ya era una persona de avanzada edad recordaba lo observado en Aragón y lo trasladó a las páginas de la segunda parte del Quijote, publicada en 1615, solo un año antes de su muerte.
PLANES Y ACTIVIDADES POR LA PROVINCIA DE ZARAGOZA
Ahí aparece la célebre Ínsula Barataria y, aunque Cervantes nunca confirmó la situación exacta de esas tierras inventadas, está más que aceptado que se refería al municipio de Alcalá de Ebro en la provincia de Zaragoza. Un lugar que el propio autor definió así: “Una ínsula hecha y derecha, redonda y bien proporcionada y sobremanera fértil y abundosa”.
El caso es que esas tierras tan prometedoras y una villa con unos mil vecinos fue el regalo que en la ficción le hicieron los duques a Sancho Panza. Una recompensa por haber acompañado a Don Quijote en todas sus aventuras y haberle servido siempre fielmente. El escudero más famoso de la literatura veía así recompensados todos sus esfuerzos y por fin se convertía en lo que siempre había soñado, gobernador de sus propias tierras.
Pero todo era una farsa, una broma más de las que Cervantes les gastó a sus personajes. Pese a que los duques le entregaban a Sancho el gobierno de un territorio rico y un pueblo con toda la población dispuesta a su servicio, lo cierto es que se estaban burlando de él. Bajo la promesa de un futuro prometedor y de riquezas, se escondía el objetivo de reírse del bonachón Sancho. Todo el pueblo estaba conchabado para hacerle la vida imposible.
Tanto fue así que, tras un tiempo, Sancho decidió volver a subirse a su burro y huir de ahí. Y acabó su historia con la Ínsula Barataria a la que acabó despreciando. Sin embargo, Alcalá de Ebro sigue acordándose de su visitante más ilustre y universal. De hecho, os invitamos a comprobarlo en primera persona haciendo una escapada a este acogedor enclave de la Ribera Alta del Ebro.
Os recibirá el propio Sancho Panza nada más llegar. Eso sí, en forma de una escultura de bronce situada muy cerca del río. Una obra que realizó en 1989 el multifacético zaragozano Carlos Pérez de Albéniz, quién tiene otras esculturas monumentales en la capital aragonesa como el Monumento a los niños situado en el Parque de la Esperanza o la Puerta de la Luz que se ha convertido en una entrada a Zaragoza por el barrio de Valdespartera.
Esta figura es el punto de inicio de la visita a Alcalá de Ebro y, sin duda, la foto es obligada. Pero una vez rendido homenaje al personaje literario hay más cosas que hacer. Una de ellas es acerarse hasta el templo barroco de la parroquia de la Santísima Trinidad. Y si se tiene la suerte de que esté la iglesia abierta, aprovechad para visitarla por dentro.
PLANES Y ACTIVIDADES POR LA PROVINCIA DE ZARAGOZA
Os aguardan dos retablos muy interesantes. Uno es el retablo Mayor de estilo churrigueresco y donde está el escudo de los Duques de Villahermosa, los mismos que hospedaron al propio Cervantes. Y otro es el retablo dedicado a San Antonio, el cual se hizo a finales del siglo XVI, antes que la actual iglesia.
No obstante, si hay un motivo para acercarse hasta Alcalá ese no es otro que disfrutar del apellido de la población. O sea, del Ebro. El paseo a orillas del gran río es obligado. Por aquí pasa el GR-99, Camino Natural del Ebro que flanquea todo su cauce desde Cantabria hasta el delta de su desembocadura en el Mediterráneo. Y en este tramo por la Ribera Alta es uno de los más plácidos de todo su periplo por España.
No dudéis en acercaros a hacer un picnic por la zona y daros un paseo por sus choperas y sus bosques de ribera. No olvidéis unos prismáticos para ver infinidad de aves. Al igual que será bueno llevar crema solar y repelente sobre todo si vais por la tarde. Quizás el mejor momento para darse un garbeo por la Ínsula Barataria.
DÓNDE ALOJARTE EN ALCALÁ DE EBRO:
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