Descubre un listado de ibones de Aragón para visitar en familia con excursiones de hora u hora y media que no requieren un esfuerzo excesivo
Con la llegada del verano y del calor, son muchos los aragoneses que optan por hacer una escapada al Pirineo aragonés. Los motivos son más que evidentes, ya que, además de poder dormir tapados por las noches, la naturaleza aguarda numerosos planes únicos. Sin duda, uno de los preferidos son los ibones de Aragón con diversas opciones en familia.
Para el público familiar, hay un atractivo grupo de ibones que hará las delicias de los más pequeños de la casa. Son excursiones que no exceden la hora u hora y media de aproximación, sin contar paradas; cuyo desnivel positivo no supera los 250 m; y que, en conjunto, permiten disfrutar a mayores de 5-6 años, aunque supongan un cierto esfuerzo.
Los ibones de Espelunciecha, Sabocos y Piedrafita están en el valle de Tena. El primero, próximo a la estación de esquí de Formigal (Sallent de Gállego), ofrece buenas vistas de los tresmiles de la zona. En verano, el telesilla de las pistas de esquí de Panticosa permite una buena aproximación al segundo de ellos, situado en una magnífica hondonada. El tercero está muy cerca del Parque Faunístico de Lacuniacha y de la localidad que le da nombre, Piedrafita de Jaca (Biescas), a los pies de la sierra de Partacua. Hasta este ibón también acerca el tren turístico de Tramacastilla de Tena.
En el valle de Benasque, los ibones de Billamuerta nos hará disfrutar de una impresionante panorámica de la cara norte de la mayor cima de los Pirineos, la Tuca d’Aneto (3 404 m), con su glaciar. Su aproximación se realiza cómodamente desde el aparcamiento de La Besurta, al final de los llanos del Hospital.
Una de las joyas de los ibones aragoneses es la Basa de la Mora o ibón de Plan, perteneciente a esta localidad del valle de Chistau. Instalado en un idílico circo, se puede llegar fácilmente tomando la pista que desde Saravillo llega al refugio de Lavasar. Luego, solo queda una breve caminata.
Para familias montañeras
Para aquellos que prefieran subir la dificultad, hay otro grupo de ibones ideales para las familias un poco más montañeras, que estén habituadas a caminar por la montaña, pues requieren algo más de esfuerzo. Se llega a ellos por camino o senda bien trazada y/o señalizada, debiendo superar un desnivel positivo de unos 700 m como máximo. En cuanto al horario total, los recorridos oscilan entre las 2 y las 4 horas y media.
La mayoría de estos ibones son muy frecuentados en verano. El de Acherito (Ansó) es el más occidental de los ibones aragoneses, accediendo a él desde el precioso valle de Echo.
En el valle de Tena, los de Anayet (Sallent de Gállego) son unos de los más fotogénicos del Pirineo, envueltos en turberas, bajo el pico Anayet y con vistas al francés Pic Midi d’Ossau. En el mismo sector de Tena y en municipio de Panticosa, están los ibones de Bachimaña, punto de paso obligado en el sendero GR 11, y los de Ordicuso, menos frecuentados. Para ambos hemos de acceder primero al balneario de Panticosa.
Otro de los ibones de este grupo, aunque menos frecuentado, es el de Sen (San Juan de Plan), en el valle de Chistau. Un precioso rincón del macizo del Cotiella es el que cobija al ibón de Armeña (Seira), bordeado de un bonito bosque de pino negro.
La mayor acumulación de propuestas para familias montañeras se localiza en el valle de Benasque. Magníficas todas ellas: los ibones de Escarpinosa, en un fascinante paisaje de pino negro, junto al valle de Estós y a los pies del macizo coronado por la Tuca de Posets o Lardana (3 369 m) –la segunda mayor cima de los Pirineos–; y ya envueltos en un mundo de roca, los de Gorgutes, Remuñe, la Renclusa o Paderna, Coll de Toro e Ibonet de Corones, bordeando el macizo de las Maladetas, bajo la Tuca d’Aneto (3 404 m), el techo de los Pirineos. Y en la parte más oriental de este macizo, el Cap de Llauset (Montanuy), que da nombre al moderno refugio.
Imagen principal de Turismo de Aragón
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