Diccionario de aragonesismos de la lengua española - Enjoy Zaragoza
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Estos son los más de 750 vocablos aragoneses que forman parte del Diccionario de la lengua española

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En dicha publicación se han omitido las marcas geográficas que constan en el diccionario académico, dado que las voces recopiladas se definen todas ellas como aragonesas

Para la ejecución de la obra, los académicos se repartieron el trabajo, realizando un trabajo en común y únicamente se señalaron cuatro especialidades encargadas a determinadas personas, de manera que las Voces del Reino de Aragón fueron encomendadas a cuatro académicos

“Ababol”, dicho de una amapola o persona distraída, simple, abobada; “Zueca” referente a un tocón, parte del tronco de un árbol… Estas son la primera y última palabra del Diccionario de aragonesismos de la lengua española, una publicación contenida en la felicitación navideña de 2021 del Presidente de Aragón, Javier Lambán. Una publicación que pretendía dar a conocer los más de 750 palabras o usos lingüísticos aragoneses.

En dicha publicación se han omitido las marcas geográficas que constan en el diccionario académico, dado que las voces recopiladas se definen todas ellas como aragonesas. Si bien presentan una difusión desigual, ya que en muchos casos se extienden por todo Aragón o por algunas de las provincias. En otros, abarcan también territorios de distintas zonas peninsulares, sobre todo del área oriental. También se incluyen voces que, sin estar marcadas como aragonesas en el diccionario académico, están referidas a circunstancias históricas o jurídicas que remiten al Derecho Foral aragonés y a la organización de la antigua Corona de Aragón.

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Los primeros estatutos que guiaron la confección del Diccionario de la lengua establecía una planta o método que advertía que en el cuerpo de la obra debían incluirse voces peculiares y propias, usados frecuentemente en provincias y reinos de España como el de Aragón (omitiéndose las de lengua lemosina y las que no estaban autorizadas en los fueros, ordenanzas y leyes del reino). Según el director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, este postulado era de gran modernidad, que distaba del modelo para el diccionario de autoridades, más excluyente de provincialismos, medievalismos, en un claro interés por obras para la elocuencia, con tono más noble y engolado. La incorporación de términos regionales para la confección del Diccionario académico trataba de no redactar un diccionario solo del castellano de Castilla.

Para la ejecución de la obra, los académicos se repartieron el trabajo, realizando un trabajo en común y únicamente se señalaron cuatro especialidades encargadas a determinadas personas, de manera que las Voces del Reino de Aragón fueron encomendadas a cuatro académicos: Blas Antonio Nasarre, Joseph Torrero, Francisco Ecuder y José Siesso de Bolea. Fueron los primeros de una larga lista de académicos aragoneses que a lo largo de la historia de la RAE han formado parte de la corporación y de los que también se da cuenta en la publicación.

Los otros académicos de número cuyas reseñas aparecen en esta publicación son: Ignacio de Luzán, Fernando Magallón, Juan Pablo de Aragón y Azlor, Manuel Abella, Demetrio Ortiz, José Duaso y Latre, Marcial Antonio López, Alejandro Oliván y Borruel, Javier de Quinto y Cortés, Francisco Conmelerán y Gómez, Cipriano Muñoz y Manzano, Valentín Gómez, Antonio Hernández y Fajarnés, Francisco Codera; Mariano de Cavia, Miguel Asín Palacios, Manuel Artigas, Julio Palacios, Pedro Láin Entralgo, Fernando Lázaro Carreter, Manuel Alvar, Antonio Mingote, Domingo Ynduráin, José Manuel Blecua, José Luis Borau, Soledad Puértolas, Aurora Egido y Federico Corriente. A este último, arabista docente de la Universidad de Zaragoza, el Gobierno de Aragón quiere rendir un homenaje póstumo junto con la Universidad de Zaragoza

El peso concedido por la Academia a los términos aragoneses dio lugar a que el aragonés figurara en primer lugar entre los vocabularios regionales que se publicaron. Fueron, generalmente, léxicos concebidos no como elementos diferenciadores, sino con un claro objetivo de incorporar ese léxico específico a la lengua común. La publicación es una cuidada edición, cuya tipografía, estampas y remates proceden del denominado Quijote de Ibarra, edición de la obra de Cervantes impulsada por la Real Academia Española y publicada en 1780.

Fuente: Gobierno de Aragón