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Damos un paseo por Teruel: te contamos qué ver en una escapada perfecta a Teruel capital

Torre de la Catedral de Teruel (Wikilmage)

En este artículo os contamos las mejores cosas que ver en tu escapada a Teruel capital, ciudad del Mudéjar: la Catedral, Torre del Salvador, Plaza del Torico, Mausoleo de los Amantes…

Texto: Armando Cerra

Hace unos días concluía la restauración de la torre de la Catedral de Teruel. Desde ahora será visitable y su recuperación refuerza todavía más a Teruel como la Ciudad del Mudéjar. Así que para ver como ha quedado y de paso descubrir otros encantos turolenses, nos damos una vuelta virtual por Teruel



Comencemos el paseo por Teruel por la citada catedral. Su nombre oficial es el de Santa María de Mediavilla y podríamos abrumar con datos sobre sus orígenes románicos en el siglo XII o como en la centuria siguiente un alarife morisco le concedió el aspecto mudéjar que le caracteriza. Podríamos hablar de reyes que pasaron por aquí o de los desperfectos de la Guerra Civil. Se podría escribir un tratado de historia en este edificio donde hay elementos que van desde el arte medieval al modernista.

Sin embargo, no abusaremos de tecnicismos, fechas ni nombres. Mucho mejor disfrutar del monumento, tanto desde el exterior como en el interior.

Torre de la Catedral de Teruel (Wikilmage)

Desde fuera, lo ideal es ubicarse en la plaza de la Catedral. Así se aprecia cómo se van uniendo la piedra, el ladrillo y la cerámica de colores. Podría pensarse que es arte mudéjar en estado puro, ¡pero no! Es una fusión de épocas y estilos. Por ejemplo, el elaborado cimborrio sobre la nave central del templo se construyó en el siglo XVI y une el gusto mudéjar con el plateresco, de hecho parece un colosal joyero plagado de filigranas (de ahí lo de plateresco).

La colorida cerámica y los ladrillos caprichosos vuelven a dominar la portada. Parece muy antigua, ¿verdad? Pues no lo es tanto. Está decorada en 1909. Y junto a ella se eleva la recuperada torre, esta sí que es de un mudéjar esplendoroso que nos traslada al siglo XIII, en una floreciente ciudad donde cristianos y musulmanes vivían y trabajaban en paz.

La torre nos incita a atravesar el arco de su parte baja y así llegamos a la plaza del Venerable Francés de Aranda quien tiene su propio monumento conmemorativo en el lugar. Por aquí se accede a la catedral para alucinar con uno de los mayores tesoros de Teruel: su techumbre mudéjar.



Al entrar, nuestro consejo es mirar inmediatamente hacia arriba. Ahí está ese techo único. De hecho no es extraño que se le denomine la Capilla Sixtina del mudéjar. Informaros del horario disponible y no dudéis en pagar la entrada para contemplar esas pinturas del siglo XIII a corta distancia. Os sorprenderán sus colores, los viejos escudos heráldicos, los animales que hay pintados o las escenas caballerescas que nos relatan la vida en la Edad Media. ¡Una maravilla!

Solo por ver el conjunto catedralicio ya merece la pena una escapada a Teruel. Y sin embargo este no es más que el comienzo. Todavía queda mucho por ver, y lo mejor es que todo queda a un paso. Da igual como se haga el itinerario, siempre se llega hasta los puntos de interés en un momento y sin posibilidad de pérdida.

Torre de San Martín (Marlopez21)

Por ejemplo, sigamos con los monumentos mudéjares. Un par de calles más allá está la Torre de San Martín. Tal vez la más fotogénica de la ciudad. No por ser la más bella. Sino por el amplio entorno que permite hacerle fotos de conjunto. Tanto esta o la Torre del Salvador, más encajonada en el callejero turolenses, son magníficas para comprender el merecido galardón de ser Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO.

Torre del Salvador (Liacarrasco)

Que nadie se pierda ninguna de las dos en su visita a Teruel. Hay que contemplarlas de arriba abajo y de abajo arriba. Hay que detenerse en los juegos de geometría que forman los ladrillos rojos, en conjunción con los verdes y blancos de las cerámicas. Tan pronto recrean arquerías, estrellas, rombos, cenefas, columnas,… un repertorio tan sencillo como armónico. Por muchas veces que se vea, siempre sorprende y varían tanto su aspecto como las sensaciones que provocan según incida la luz del sol. Por ejemplo, ver los reflejos lumínicos al atardecer sobre sus fachadas es todo un deleite para los amantes de la fotografía.

Todavía nos queda una torre mudéjar emblemática. La de San Pedro, en el templo que cobija otro símbolo de Teruel. Hablamos del Mausoleo de los Amantes. Pero ahí volveremos un poco más adelante. De momento hagamos una larga parada en el corazón de la ciudad. Su célebre Plaza del Torico.

Plaza del Torico (Diego Delso)

Lo primero que hay que decir es que su denominación oficial es plaza Carlos Castel. Pero columna con el pequeño toro gana en fervor popular al recuerdo de ese político que trabajó tanto en Madrid por la provincia. Una vez hecha la aclaración del nombre, disfrutemos de los soportales de la plaza, sus terrazas y algunos negocios de sabor añejo.

Y después, aprovechando que el empedrado de la plaza es peatonal hay que situarse en el centro para admirar las vistas. Si el estilo artístico con el que se identifica a Teruel es el mudéjar, la plaza nos dará otra impresión, ya que goza de un singular panorama de arquitectura modernista.

En su mayor parte se debe a que aquí se estableció a comienzos del siglo XX el arquitecto Pau Monguió i Segura, quien trajo las ideas constructivas que había visto en su Cataluña natal. Y fruto de ello son algunas de las delicadas construcciones de la plaza, como la Casa Ferrán, La Madrileña o la propio Casa El Torico con ese color azulado inconfundible.

Casa del Torico (Igorre1969)

Hay más ejemplos modernistas en Teruel y van surgiendo durante el paseo, como la Casa Bayo. Aunque siempre queda todo envuelto por la atmósfera mudéjar, incluso en monumentos de ese mismo siglo XX, como en su célebre Escalinata del Óvalo. En definitiva que Teruel es para caminar sin prisas y fijarse en los detalles que nos aguardan tras cada esquina.

Su núcleo antiguo se recorre con tranquilidad en una jornada aunque vayamos de extremo a extremo. Es un gozo caminar desde las viejas murallas medievales y el espectacular acueducto renacentista de Los Arcos al norte hasta el altivo Viaducto de Fernando Hué al sur.

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Acueducto de los Arcos (Bearfotos)

Más allá de estos extremos se extiende el Teruel más moderno, donde también hay elementos de interés. Y entre ellos destaca el complejo de Dinópolis. No obstante, en la actualidad ni Dinópolis ni el citado más arriba Mausoleo de los Amantes son visitables. Habrá que esperar a que la pandemia evolucione favorablemente para que reabran sus puertas ambos atractivos turísticos. Y desde luego desde aquí que nos haremos eco de ello. Pero de momento sí que podemos recomendar un paseo por Teruel, un lugar que no solo existe, sino que siempre es una agradable sorpresa, tanto visitarlo como redescubrirlo.

Sepulcro de Los Amantes de Teruel (Montrealais)

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