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Damos una vuelta a la Plaza del Torico

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Cuando se visita la ciudad de Teruel no solo es obligado, además es imposible no pasar por su atractiva Plaza del Torico. Es el auténtico epicentro de la ciudad.

El sitio por el que hay que caminar para ir a la Catedral, al Mausoleo de los Amantes, a las Murallas o para ver todo su conjunto mudéjar excepcional.

Pero que nadie se la tome como un simple lugar de paso. Lo mejor es buscar un asiento en las tradicionales terrazas de sus soportales y contemplar con tranquilidad del panorama. Merece la pena y ofrece muchas sorpresas. Comenzando por el propio “torico”.

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Texto y fotos: Armando Cerra

Plaza del Torico o de Carlos Castel

Dada su popularidad las perspectivas antes de llegar son muy altas. Así que es innegable que todo aquel que ve la plaza por primera vez y descubre el tamaño de su principal escultura se queda algo desconcertado. Y sin embargo, ahí no engañan a nadie. Por eso se llama torico. Porque es realmente pequeño. Es un toro de bronce de apenas 50 centímetros de altura, que todavía parece más pequeño dada la perspectiva que ofrece en lo alto de la columna que los sustenta.

Pero semejante tamaño no le resta ni un ápice de presencia, ni de importancia. Basta ver el delirio que supone durante las fiestas ponerle el pañuelo al animal. O basta con conocer alguna  de las leyendas que hablan del origen de Teruel. Ya que, pese a que hay diversas variantes, en todas ellas se habla de que los cristianos comandados por el rey Alfonso II decidieron fundar la ciudad en el preciso lugar que les indicó un toro y una estrella. Elementos ambos que aparecen en el escudo turolense.

Así que no es nada raro que el Torico dé nombre a la principal plaza de la ciudad. Aunque para ser justos hay que decir que ese solo es su nombre popular, ya que el oficial es Plaza de Carlos Castel.

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La antigua plaza del Mercado

Volvemos otra vez a los orígenes medievales de Teruel, y es que la peculiar orografía de la ciudad haría que el solar que hoy ocupa la Plaza del Torico fuera originalmente la plaza del mercado, y el lugar que conectaba las tres entradas a la urbe: el portal de Zaragoza, el de Valencia y el del río Guadalaviar. De ahí esa peculiar forma triangular de la plaza, así como también marca el entramado de calles que la rodean.

Esa función de mercado se mantuvo durante siglos y además ahí se fueron estableciendo los comerciantes locales. O sea que desde antiguo aquí se abrieron posadas y casas de comidas para los viajeros, así como hubo agua para los animales. Recuerdo de aquello es la actual fuente del Torico, la cual por cierto tomó esa peculiar forma y su ubicación concreta con la llegada de los automóviles, cuando se convirtió en singular rotonda.

Por suerte, en la actualidad la plaza es peatonal y se camina por ella plácidamente.

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El Modernismo y la modernidad de Teruel

Un rasgo identificativo de la plaza del Torico es su arquitectura. Y en especial por dos de sus edificios: La Madrileña y la sede de la Caja Rural, que en origen fue la Casa del Torico. Ambas, junto a la cercana Casa Ferrán son de lo mejorcito de la arquitectura modernista en Aragón. Y desde luego suponen un vistoso contrapunto a las emblemáticas construcciones mudéjares de la ciudad.

La razón de estas construcciones hay que buscarla en dos motivos. En primer lugar en el asentamiento en la ciudad de Pablo Monguió, un arquitecto catalán que había sido discípulo del genial Antoni Gaudí. Y por otra parte se dio la situación de un periodo de florecimiento económico en Teruel. De hecho, todos esos edificios los promovieron ricos comerciantes que establecieron ahí tanto sus viviendas como sus negocios.

Hoy se sigue manteniendo esa pujanza comercial en la plaza y se mantienen negocios dignos de conocer y de entrar a comprar. En especial nos referimos a la pastelería Muñoz, la cual no solo vende sus ricos dulces y chocolates, también es un buen lugar para adquirir los mejores productos locales, merecedores de considerarse delicatesen. O, ¿no es exquisito el jamón de Teruel, las trufas de Sarrión, el azafrán del Jiloca o el aceite del Bajo Aragón?

Cualquiera de esas delicias puede ser un recuerdo estupendo de la visita a Teruel y su plaza del Torico. Pero no hay que tener prisa en abandonarla. Cuando vayáis, procurad alargar el día, y esperar que caiga la noche. Es entonces cuando se ilumina este lugar de una forma más que sugerente. En su momento las luminarias en el suelo de la plaza fueron polémicas y su funcionamiento supuso más de un quebradero de cabeza. Pero es innegable que el aspecto de modernidad se multiplica cuando llega la noche. Sin duda una imagen que ejemplifica la pujanza y el atractivo que mantiene la Plaza del Torico, o lo que es lo mismo el corazón de Teruel.

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