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Qué ver en Ayerbe: damos un garbeo por el ‘hub’ del Castillo de Loarre y los Mallos de Riglos

En Ayerbe vivió el mayor científico español de todos los tiempos: Santiago Ramón y Cajal

Texto: Armando Cerra – Fotos: Turismo de Aragón y Ayuntamiento de Ayerbe



Hoy vamos a hacer una parada en la localidad aragonesa de Ayerbe, provincia de Huesca. Seguro que muchos habéis pasado por ahí yendo de camino a los Mallos de Riglos o Murillo de Gállego. O habéis visto el cartel de Ayerbe yendo de excursión al Castillo de Loarre. Pues bien, si no habéis parado nunca en esta población, hoy trataremos de daros las razones por las que merece la pena pasearse por sus calles.

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Una de las primeras cosas que alguien aprende cuando hace un viaje a Ayerbe es que en este pueblo de la comarca Hoya de Huesca pasó gran parte de su niñez Santiago Ramón y Cajal. Es cierto que el futuro Premio Nobel nació en Petilla de Aragón, pero dada la profesión de médico que cumplía su padre, siendo un niño toda la familia se trasladó a Ayerbe, y allí residieron unos años, entre 1860 y 1869.

Podemos deducir que su pasión por la medicina fue una herencia paterna, y seguramente sus primeros pasos en el campo de la salud los daría viendo como trabajaba su padre en Ayerbe. Hoy en día, la población está muy orgullosa de haber sido el hogar del gran referente mundial de la neurociencia. Motivo por el cual abrió en su recuerdo un centro de interpretación.

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De hecho este espacio expositivo y didáctico se encuentra en la propia casa donde habitó la familia. El mejor lugar para descubrir de una forma muy entretenida y amena aspectos de la vida del célebre científico, de su manera de trabajar y de los grandes descubrimientos que le valieron tantos reconocimientos.

Si bien, no es el único punto de Ayerbe donde se homenajea a su universal vecino. Precisamente frente al monumento más carismático de la población, también podemos ver un busto en honor de Santiago Ramón y Cajal. Ese monumento no es otro que la Torre del Reloj.

Esta construcción es inconfundible e imperdible, incluso para los que están de paso, ya que nos recibe nada más entrar a Ayerbe. Hay que decir que lo que vemos ahora es una reconstrucción de otra obra anterior. En principio la Torre del Reloj evoca un campanario más antiguo que formaba parte del templo parroquial de Santa María de la Cuesta. Esta construcción despareció en la segunda mitad del siglo XVIII. Y poco después de su destrucción el concejo local decidió construir esta torre.

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Nacía la Torre del Reloj levantada en estilo barroco de finales del siglo XVIII y con carácter civil. Como ya nos podemos imaginar por su nombre, desde el comienzo se alzó con una función muy clara: dar la hora. Cosa que sigue haciendo en la actualidad tanto con su reloj como con sus campanadas, las cuales resuenan de un modo espectacular gracias a los casi 30 metros de altura que posee la estructura, la más alta de Ayerbe.

Junto a esta torre totalmente exenta y en el corazón de la principal plaza de la población, se halla el otro gran monumento. Es el Palacio de los Marqueses de Ayerbe. En este caso es más antiguo, ya que su arquitectura del siglo XV está a caballo del arte gótico y el renacentista. Por cierto, esta casona también se conoce como Palacio de los Marqueses de Urriés y a esa familia hace mención el gran blasón de su fachada.

No es el único edifico civil de arquitectura interesante. También merece la pena echarle un ojo a la antigua Casa Consistorial o al Palacio de los Luna. Si bien, es innegable que el de los Marques de Urriés o de Ayerbe es la foto más típica. Además os recomendamos comparar la hora que se marque en la torre del Reloj con la sombra que veáis en el reloj de sol del siglo XVIII que hay en la fachada palaciega.



Todavía nos aguarda más patrimonio histórico y artístico en nuestro paseo por la población oscense. Ahora de tipo religioso. Nos referimos a la iglesia de San Pedro. Este templo ha ido acumulando rasgos estilísticos de diversas épocas. Hay que tener en cuenta que se construiría hacia la mitad del siglo XVI, pero ha ido sufriendo diversos cambios. Algunos realmente bruscos.

Por ejemplo, durante la Guerra de la Independencia, la iglesia pudo transformarse en refugio para las tropas napoleónicas que había en esta zona. Pero conforme los franceses se replegaban, los españoles avanzaban con odio al enemigo. Así que no tuvieron ninguna objeción en incendiar la iglesia para hacer salir a los “gabachos”, tal y como los llamaban.

Ni que decir tiene que el templo sufrió graves daños, sobre todo en su decoración. Y por eso se debió reconstruir parcialmente a mediados del siglo XIX. Sin duda hoy a nadie se le ocurriría pegarle fuego y ya es un referente del patrimonio local, de hecho en su interior se ha creado un pequeño museo de arte religioso.

Ermita santuario de Nuestra Señora de Casbas

En realidad, no acaban aquí los templos a mencionar. Se puede hablar de varias ermitas. Como la de la Virgen de Casbas, la de San Pablo Apóstol o la de Santa Lucía que se data en el lejanísimo siglo XII. No obstante, todavía es más antiguo lo que queda el antiguo Castillo Musulmán, ubicado en el paraje de Os Muros.



No queda mucho de él, pero merece la pena ascender hasta su emplazamiento para contemplar estas vistas de la Hoya de Huesca. Es un buen lugar para decidir hacia dónde dirigirse tras la visita a Ayerbe. Hay muchos posibles destinos. Además de los mencionados Riglos, Murillo o Loarre, también hay otros puntos muy atractivos como Bolea o el embalse de la Sotonera.

Pero un consejo, antes de dejar la población visitar sus negocios locales y llevaros algo de su repostería tradicional e incluso de sus embutidos. Un recuerdo de lo más sabroso tras esta escapada por la provincia de Huesca.

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