La historia de los Amantes de Teruel es parte del patrimonio aragonés; una historia de amor que ha pasado de generación en generación
El Mausoleo de Teruel alberga los cuerpos momificados de dos jóvenes que estaban enterrados en el templo y datan de la misma época
Texto de Armando Cerra – Imágenes de Turismo de Aragón
Nos ponemos romanticones y nos vamos a Teruel, o más concretamente a uno de sus grandes referentes turísticos y culturales: el Mausoleo de los Amantes. Un lugar donde se funde la leyenda, la historia y el arte. Descúbrelo con nosotros y luego empieza a planear una escapada en pareja hasta esta ciudad. No hace falta que sea San Valentín para celebrar el día de los enamorados, cualquier momento es bueno.
Y ya que se hace un viaje a Teruel hay que aprovechar para descubrir con detalle toda la historia de sus célebres Amantes. No nos engañemos, pese a su fama internacional, muchas veces los propios aragoneses quienes ignoramos gran parte de esta historia que en tantas ocasiones se ha recreado en libros, películas y hasta canciones.
Tú, ¿conoces bien la historia de los Amantes de Teruel? Ojalá que sí, pero si no es así, tampoco te preocupes porque ahora te la vamos contar nosotros.
Para empezar tenemos que viajar con la imaginación hasta el siglo XIII, un momento en el que por tierras turolenses, los cristianos andaban reforzando los territorios reconquistados a los musulmanes y ganando más tierras hacia el sur. Era una época de señores feudales que habían hecho fortuna a base de batallas. Uno de esos ricos señores era Pedro de Segura, quién tenía tierras, dinero y también una hija en edad de casarse.
Esa hija era Isabel de Segura, y aunque su padre ya había pensado con quien concertar un matrimonio ventajoso desde un punto de vista económico, todos sabemos que las flechas del amor se disparan a ciegas y a veces dan en los blancos más insospechados. Eso le ocurrió a Isabel que cayó perdidamente enamorada de un joven turolense, Diego de Marcilla. Un muchacho tan hermoso y valeroso como pobre. No tenía ni títulos, ni tierra, ni dinero, pero también se enamoró como un loco de la chica.
Isabel y Diego mantuvieron su amor en secreto, ya que Pedro de Segura jamás iba a permitir tal relación. Pese a ello, Diego estaba dispuesto a lograr el consentimiento paterno y para ello necesitaba acumular riqueza. Así que llegó a un pacto con su amada. Él se alistaría en las tropas cristianas de la reconquista para ganar dinero a base de botines de guerra, y regresaría al cabo de cinco años para pedirla en matrimonio. A cambio Isabel tenía que darle su palabra de que el esperaría todo ese tiempo.
Ambos cumplieron su promesa. Sobre todo ella, que durante esos cinco años resistió y resistió todas las intentonas que hizo su padre para esposarla con hombres más ricos y mayores. Sin embargo, el tiempo pasaba y Diego no regresaba, ni siquiera tenía noticias de él. O sea que la presión pudo con ella y tuvo que acceder a esposarse con un miembro de la acaudalada familia Azagra, asentada en la bella ciudad de Albarracín.
El matrimonio estaba decidido y la boda se acabó celebrando, pese a que Isabel no llegó a sentir por Pedro de Azagra ni la décima parte del amor que le tenía a Diego. Pero su querido joven no regresó a tiempo, de hecho entró a la ciudad precisamente poco después de que se celebraran los esponsales de su amada.
Al enterarse se volvió loco y no pudo evitar ir en busca de Isabel. Se coló en su dormitorio, la despertó y le pidió un último beso, solo un beso. Ella ya era una mujer casada y se lo negó, pero Diego le avisó: “un beso, o muero”. Pese a la amenaza, se lo volvió a negar. Y el muchacho tras cinco años en los campos de guerra, se muere con el corazón roto.
La tristeza inunda a Isabel y al día siguiente acude al velatorio de su amado. Y saltándose todas las normas, se acerca a su cadáver y le da ese beso que le negó en vida. No obstante, la emoción es tanta que ella misma muere al juntarse los labios de ambos.
Hasta aquí la leyenda. ¿O es realidad? Tal vez no se pueda asegurar, pero lo cierto es que en el Mausoleo de Teruel, anexo a la iglesia de San Pedro, están momificados los cuerpos de dos jóvenes que fueron hallados enterrados dentro del templo. Dos cuerpos que aparecieron en una capilla que perteneció a la capilla Marcilla y a los que se les ha llegado a hacer la prueba del C-14 (carbono 14) dando una datación propia de la Edad Media.
Como suele ocurrir con las mejores leyendas, es muy posible que exista algo de verdad en el relato de los Amantes de Teruel. Pero aunque no fuera así, tal vez no importe demasiado porque es innegable que ya son parte de nuestro patrimonio.