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La historia a través de un cuadro: ‘Los últimos momentos de Juan de Lanuza’, Justicia de Aragón

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El cuadro de Eduardo López del Plano presenta el instante en que Juan de Lanuza, Justicia de Aragón va a ser ejecutado y decapitado en la plaza del mercado de Zaragoza

Texto: Armando Cerra

Eduardo López del Plano fue un artista nacido en Caspe en 1840 y fallecido en Zaragoza a causa del cólera con solo 45 años de edad. Una vida truncada en la que no tuvo tiempo de realizar demasiados cuadros, pero al menos nos dejó este interesante lienzo relatando Los últimos días de Lanuza.



Una de las imágenes más reconocibles por cualquier zaragozano es la Plaza de Aragón con su icónico monumento al Justiciazgo marcando el eje del Paseo de la Independencia. Allí permanece sentado un personaje. Es Juan de Lanuza, el Justicia de Aragón más conocido y efímero. Solo permaneció tres meses en el cargo, pero le valieron para pasar a la posteridad. ¿Por qué? Con la ilustración del cuadro de Eduardo López del Plano como telón de fondo, vamos a contar su breve e intensa historia.

Hoy en día sigue existiendo el Justicia de Aragón, y desde que se recuperó esta autoridad, estamos acostumbrados a que semejante puesto lo ocupen personas de cierta edad con una larga e intachable trayectoria en el mundo jurídico. Un planteamiento con parte de lógica para los tiempos democráticos. Pero hagamos un ejercicio de viajar en el tiempo y aterricemos a finales del siglo XVI.

Por entonces reinaba en España, perdón, en los reinos de Castilla y de Aragón, el rey Felipe II. Y el concepto “democracia” era una quimera. Incluso para una institución como el Justicia, ya que tal representante era un cargo hereditario. Sí, Juan de Lanuza entró sustituyendo a Juan de Lanuza, su padre.



Heredó el cargo y también un grave problema con nombres y apellidos: Antonio Pérez. Este personaje, aragonés de nacimiento, había sido secretario del rey. O sea que participó en todo tipo de intrigas en la corte. Fruto de una de ellas fue acusado de asesinar al secretario de Juan de Austria, precisamente hermanastro del rey.

Los historiadores aportan diversas interpretaciones para ese crimen. De hecho, hay teorías que indican que fue el propio rey quien estaba detrás de esa muerte. E incluso se dice que Felipe II ideó la acusación de Antonio Pérez a modo de cortina de humo y distracción para salir indemne del suceso.

Pero no le salió del todo bien. Su exsecretario fue capaz de huir y refugiarse en Aragón, donde solicitó el amparo de los Fueros aragoneses. Obviamente, lo que pretendía hacer ese “aforado”, al todopoderoso Felipe le pareció una burla y más aún cuando un jovencísimo Justicia Mayor, de solo 27 años, le hizo saber que no entregaría al preso y aunque se lo pidiera el monarca más poderoso del mundo, consideraba que todos debían ser iguales ante la ley.

La respuesta real fue una argucia jurídica. Decidió que fuera la Inquisición quien acusara a Pérez de hereje y no les costó demasiado aportar testigos. Lo cierto es que aquello era saltarse con total impunidad las leyes de Aragón, lo cual enervó los ánimos de gran parte de la población. Tanto que llegaron a impedir que el preso fuera trasladado hasta la prisión inquisitorial.



El rey se lo tomó como una grave afrenta y un acto de insubordinación. Así que envió el ejército a Zaragoza. Ante lo cual, el veinteañero de Juan de Lanuza le avisó que no tenía derecho y que le haría frente a las tropas. Y cumplió con su palabra.

Juan de Lanuza encabezó un escaso grupo de hombres armados frente al nutrido batallón de soldados reales. Dada la disparidad de fuerzas, Casi no llegó a haber combate. Por supuesto el ejército de Felipe II tomó Zaragoza y el Justicia se vio obligado a huir. Sin embargo, días después Lanuza dejó su refugio en Épila y regresó a la capital maña.

Para entonces el aforado Antonio Pérez sí que había conseguido huir. Se fue a Francia, Ni regresó, ni fue encarcelado. Pero Juan de Lanuza sí que fue apresado y condenado a muerte por orden directa del rey. Era el 20 de diciembre de 1591.

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Ese es el momento que nos presenta el cuadro de Eduardo López del Plano. El instante en que Juan de Lanuza va a ser ejecutado, decapitado en la plaza del mercado. Donde hoy está el remozado Mercado Central y las murallas, y donde estuvo la Puerta de Toledo.

Esa Puerta de Toledo ya no existía cuando realizó la obra López del Plano. Era el año 1864 y el pintor tuvo que buscar viejos grabados para informarse de cómo sería esa parte de la ciudad medieval. Al igual que se documentó en profundidad para representar con rigor las ropas o armas de la escena. Al fin y al cabo era un pintor de gustos muy académicos y la obra no dejaba de ser un encargo de la Diputación de Zaragoza



Todavía hoy es la DPZ la propietaria del óleo, si bien el cuadro fue cedido en 1995 para la inauguración de la actual sede del Justicia de Aragón en el Palacio de Armijo. Una institución que tuvo sus orígenes en la Edad Media y que fue recuperada con la llegada de las autonomías al panorama democrático español. Muchos siglos de historia a sus espaldas con infinidad de pleitos y acontecimientos reseñables en su haber. Pero ninguno tan destacado como el breve periodo en el que Juan de Lanuza permaneció en el cargo.

Antes hemos viajado virtualmente al siglo XVI para conocerlo y ahora que sabemos algo más de su enfrentamiento con Felipe II volvamos a nuestros días. Pensemos un poquito sobre los paralelismos o no con la actualidad. Los temas que surgen dan para mucho. ¿Somos todos iguales ante la ley? ¿Ayer y hoy de los aforados? ¿Qué funciones tiene el Justicia? ¿Fueros vs. Legislación autonómica? ¿Cómo ha cambiado la ciudad? ¿Por qué no hacer una ruta del Justicia en Zaragoza? En definitiva, descubrir la historia a través del arte no deja de ser una invitación atractiva para mirar nuestro presente.