El vino SENDA 2020, que pertenece a la bodega del grupo aragonés Enate, también apuesta por una etiqueta más sostenible
Las Moradas de San Martín, bodega perteneciente al grupo aragonés Enate, lanza al mercado SENDA 2020. Esta última añada ve la luz con una imagen renovada, en formato borgoña de menor peso, como continuidad al cambio de imagen de la bodega madrileña. Un cambio que se ha producido en los últimos meses y que también apuesta por la sostenibilidad y la ecología. Y es que su etiqueta es más sostenible, al elaborarse con materiales reciclados y sostenibles. Tan solo se podrán disfrutar 12.600 botellas y cuenta con reconocimientos dentro de la Guía Gourmets y de la Guía Peñín.
Se trata de un vino muy fresco, vivo y aromático; un tinto de intensidad media de color cereza. “Estamos ante una garnacha muy varietal con aromas florales, a ciruela, frutos silvestres y monte bajo, con predominancia de balsámicos, así como de grafitos, con un fondo mineral”, en palabras de su elaboradora. Su final es muy franco y elegante, con un dócil paso en boca.
SENDA 2020 se convierte en el tinto más fresco de esta bodega. Una garnacha perfecta para tomar en barra con un aperitivo, acompañar un bocadillo de calamares con salsa mayonesa de pimentón picante, maridar platos más contundentes como un cochinillo cuchifrito o un wok de tallarines, gambas y verduras con salsa teriyaki, así como para cerrar una comida junto a un bizcocho cremoso de queso y nueces.
Elaboración
SENDA 2020 un vino vegano elaborado con garnacha tinta autóctona, bajo una viticultura ecológica y la mínima intervención para darle todo el protagonismo a la variedad, que resulta el más fresco de los tintos de esta bodega. Para su elaboración, esta bodega con estrecha relación con Aragón utilizó uvas de garnacha tinta autóctonas de entre 40 y 85 años ubicadas en parcelas de montaña, a casi 900 metros de altura. Isabel Galindo, enóloga y directora técnica de Las Moradas de San Martín, destaca que “estas parcelas de garnacha destacan por su personalidad, produciendo una uva muy fresca, con un perfil frutal y floral”.
Una elaboración cuidada y minuciosa que comienza ya en el viñedo. Y es que su vendimia se realiza de forma totalmente manual en pequeñas cajas y por la noche. Esto garantiza que la uva entra fresca y entre en perfecto estado sanitario a la bodega, seleccionando posteriormente cada racimo. La fermentación se produce “con las levaduras autóctonas de la uva, sin correcciones ni aditivos, con suaves y escasos remontados, sin bazuqueos que puedan romper las pieles”, explica la enóloga.
Posteriormente, se lleva a cabo una crianza de diez meses en barricas de roble europeo de 500 litros de entre tres y cinco usos y foudres. Después, el vino se embotella en rama en marzo de 2022, sin filtrar ni clarificar, ya que “se limpia por procesos naturales, dejando que el tiempo haga su trabajo”, nos cuenta Galindo.
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