El castillo único y rojo de Peracense, una joya que no te puedes perder en la provincia de Teruel - Enjoy Zaragoza
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El castillo único y rojo de Peracense, una joya que no te puedes perder en la provincia de Teruel

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Hay un tipo de roca roja llamada piedra de rodeno que domina el paisaje en ciertas zonas de Teruel. Posiblemente de todos esos parajes los más conocidos se encuentren en la Sierra de Albarracín.

Pero hay otros sitios donde los roquedos rojizos son impresionantes, y más aún cuando su color se funde con la historia y el arte, como ocurre en el Castillo de Peracense.

Texto: Armando Cerra – Fotos: Turismo de Aragón

Sin que sea una exageración, el Castillo de Peracense es uno de los más espectaculares que se pueden visitar en todo Aragón. Y lo es por su color, pero también por su singular emplazamiento y el fabuloso estado de conservación actual, que además ha sido consolidado en los últimos años por unos cuidadosos trabajos arqueológicos y de restauración. 

Por eso a día de hoy es una estupenda idea emprender una excursión hasta esta fortaleza situada en la Comarca del Jiloca. Para hacerse una idea, desde Zaragoza nos separan unos 140 kilómetros, la gran mayoría por la autovía mudéjar A-23. Tal vez a alguno le puedan parecer muchos, pero lo cierto es que el Castillo de Peracense realmente merece la pena. Y además la visita se puede complementar con otros atractivos por la zona como dar pedaladas por la Vía Verde de Ojos Negros, o fotografiar el puente “romano” de Luca de Jiloca o visitar el Museo del Azafrán en Monreal del Campo.

El Castillo de Peracense surgió en el Medievo, y más concretamente hacia el siglo XIII, cuando estas tierras eran la frontera entre dos reinos con múltiples conflictos: Aragón y Castilla. No se trata de una fortaleza que se concibiera como avanzadilla hacia la conquista de los territorios musulmanes. ¡No! Su función original fue defender Teruel de los posibles ataques castellanos, y es que la provincia de Guadalajara se encuentra a un paso de aquí.

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Y realmente se convirtió en una fortaleza inexpugnable gracias a su emplazamiento. Se eleva sobre un espolón rocoso, que además de servir para su defensa le concede unas vistas amplísimas del entorno. Pero por si fuera poco la construcción también se concibió como un castillo imposible de conquistar.

Para hacerse una idea de ello, lo mejor es contemplar el castillo desde un punto panorámico. El lugar idóneo para ello quizás sea el mirador del cerro de San Ginés. Es un corto paseo, que además viene muy bien para estirar las piernas después del rato de viaje en el coche. Desde ahí se comprende que el lugar elegido para alzar el fortín reunía unas condiciones extraordinarias, aparte de que se mimetiza a las mil maravillas con el paisaje rodeno. 

Además desde ahí arriba también se intuye que su defensa no solo consistía en una muralla, sino que se ven varias. Al igual que se ve el perfil de diversas torres. Es imposible aguantar más las ganas. Así que ha llegado el momento de descender del cerro y por fin adentrarse en el Castillo de Peracense.

Al llegar ante su puerta nos encontramos con el primer de sus tres recintos amurallados. Sí, se trata de un castillo que posee un triple sistema defensivo, uno dentro del otro, al modo de las muñecas rusas. Y el exterior es el más amplio y con unos recios muros almenados en su parte superior y hasta tres torres.  Al franquear la puerta de esta muralla vemos el principal patio de armas de la fortificación. Y ahí las campañas arqueológicas han dejado a la vista el espacio destinado por los establos de las caballerías. Además de que la explanada se ha aprovechado para crear una exposición con réplicas de las armas de asedio que se usaban en la Edad Media.

Pero solo estamos comenzando la visita. Paseando entre catapultas y curiosas estructuras medievales se llega a una atalaya que sirve de punto intermedio entre el primero y el segundo recinto. Aquí nos podemos hacer una idea de cómo era la vida militar en el castillo ya que se aprecia la torre de cuerpo de guardia y el camino de ronda para vigilar. Además de que se intuye que en este espacio vivía la tropa. Por eso están los restos de lo que fue la cocina, así como también hay una capilla.

Y por fin se llega al recinto interior, el tercero de los espacios y el de más difícil acceso. Allí estaría la residencia del alcaide de la fortaleza y también se encontraba el arsenal. Y para sobrevivir a posibles asedios se descubre una enorme cisterna de agua excavada en la roca. Además de que cuando lo visitemos gozaremos de unas impresionantes vistas de estas tierras al oeste de la provincia de Teruel.

Al estar ahí arriba se comprende el concepto de fortaleza inexpugnable y contemplando en la lejanía el territorio de la actual Castilla La Mancha se entiende que este era una ubicación perfecta para prevenir los ataques del reino vecino. No obstante, con el paso del tiempo la enemistad entre Aragón y Castilla desapareció, en especial tras el matrimonio de los Reyes Católicos. Aquello significó la pérdida de importancia del Castillo de Peracense. Aunque todavía no fue abandonado. Se mantuvo como punto defensivo y con su propia guarnición hasta inicios del siglo XVIII. Un periodo en el que también cumplió la función de cárcel. Sin embargo, acabó abandonada y no volvió a ser ocupada hasta la Primera Guerra Carlista, cuando el ejército liberal lo aprovechó como cuartel para sus tropas. 

Tras eso ya quedó sin uso, salvo en los últimos años, cuando se ha recuperado para el turismo. ¿No lo conoces? No tardes en descubrirlo. Es una visita que os sorprenderá. Más aún si te apasiona la historia o la fotografía. Y por cierto, a tus hijos también les encantará este lugar de película.

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