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Las tradiciones culinarias de la Semana Santa en Aragón: del Sermón de las tortillas a la fiesta del Crespillo

La Semana Santa nos deja diferentes tradiciones culinarias en Aragón: te contamos las diferentes costumbres de las localidades aragonesas

El Domingo de Ramos marca el inicio de la Semana Santa con la bendición de los ramos de olivo y las palmas que llevan los niños, repletas de caramelos y otros dulces. Además, la Semana Santa nos deja numerosas tradiciones culinarias en diferentes localidades de Aragón. ¿Quieres conocerlas?

Para Jueves Santo, Cabolafuente (Zaragoza) ha recuperado la tradicional limonada acompañada de dulces típicos de estas fechas como las hojuelas, flores, buñuelos y variada repostería. En Bureta (Zaragoza) y en la localidad oscense de Bolea se continúa con la costumbre de celebrar la tradicional Cena del Huevo en la noche del Jueves Santo.

El Sábado Santo, en Lagata (Zaragoza), los vecinos celebran la Fiesta de los Huevos donde numerosas personas se reúnen para comer huevos fritos. En Teruel, la fiesta no acaba el Lunes de Pascua, ya que el martes se celebra el Sermón de las tortillas. Un día para disfrutar en familia y con amigos en el que se preparan tortillas, ensaladas, jamón, carnes a la brasa e incluso paellas. Y de postre, la rosca de Pascua, una torta de azúcar, con anisetes y huevo cocido dentro. Todo, para disfrutarlo al aire libre.

Si eres de los lamineros, no te podrás resistir a los crespillos. Un postre relacionado con la Cuaresma y la Semana Santa que se hace en numerosas localidades aragonesas. En Barbastro, se celebra la fiesta del Crespillo, que reúne cada año a cientos de curiosos y golosos. Este plato aprovecha la hoja de la borraja para hacer un dulce con un sabor inigualable. Huevos, harina, azúcar, leche, aceite de oliva, anís, levadura, hojas de borraja y gaseosa son los ingredientes perfectos para un buen crespillo.

Si no has tenido suficiente, puedes optar por unas deliciosas torrijas. Se cree que en Semana Santa, al consumirse menos carne, sobraba más pan al final del día y, para no desperdiciarlo, se ideó esta receta. Si no sabes hacerlas, es muy fácil: coge varias rodajas de pan duro báñalas en leche o en vino con miel. Cuando estén bien empapadas, rebózalas en huevo y fríelas en abundante aceite. Si quieres, las puedes aderezar con canela, azúcar, miel… ¡Seguro que querrás repetir!

Y para continuar con este buen sabor de boca, es el turno de las monas de Pascua. Un dulce del Lunes de Pascua compuesto de bollo de mantequilla y huevo duro. En los últimos años, los pasteleros, con sus grandes dosis de imaginación, han sabido dar a este postre clásico y sencillo una imagen muy variada de formas originales y atractivas que lo convierten en un dulce imprescindible para estas fechas.

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