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Templo de Panillo: un centro budista en pleno Pirineo aragonés

Templo Budista de Panillo
Imágenes: Turismo de Aragón

El templo budista de Panillo es un rincón impresionante y desconocido de Aragón, ideal para una escapada desde Zaragoza

Texto de Armando Cerra

Aquí os hemos hablado en más de una ocasión de bellos e históricos monasterios aragoneses, como por ejemplo el monasterio de Veruela o el monasterio de Piedra. Pero hoy os queremos mostrar uno muy diferente. Nos referimos al centro Dag Shang Kagyu de Panillo, en la provincia de Huesca.

Este santuario es uno de los más importantes espacios de oración en España para los seguidores del Budismo Tibetano. Y se encuentra en la Comarca de la Ribagorza, a muy pocos kilómetros de Graus, cerca de la propia aldea de Panillo. Un sitio abierto a todo el mundo, independientemente de sus creencias religiosas o de la falta de las mismas. Todo el mundo es bienvenido al monasterio budista de Panillo. Y desde luego conocerlo es una enorme sorpresa, más aún con las visitas guiadas que organiza la comunidad que ahí vive.

De hecho el centro DSK se divide en dos partes diferenciadas. El espacio público, que es visitable y donde se realizan ceremonias, cursos y prácticas abiertas a los visitantes. Y el espacio privado donde vive la comunidad de lamas, monjes, seguidores y personas que realizan retiros espirituales de distintas duraciones. Incluidos los retiros de 3 años, 3 meses y 3 días que son imprescindibles para convertirse en lama.

A esta última área no se puede entrar como turista. Pero, en cambio, a la zona donde está el templo, la gran estupa, los muros con los mantras o los molinillos de las plegarias se puede acceder sin problema. Incluso yendo por libre a cualquier hora. Pero repetimos que la experiencia es mucho más enriquecedora si se hace con un guía, capaz de transmitir no solo los conceptos religiosos sino toda la espiritualidad y el modo de vida que implica el Budismo Tibetano, una de las grandes ramas del Budismo, la cuarta religión más seguida en el mundo.

El monasterio de Dag Shang Kagyu se originó en el año 1984. Y para entonces tan apenas había en esta finca nada más que árboles y piedras. Por supuesto no había ni agua corriente ni luz eléctrica. Sin embargo, eso no fue impedimento para que se asentara una primera comunidad en la vieja Casa Jabonero. La cual en la actualidad todavía se mantiene en pie, eso sí, transformada en el albergue y en el comedor para la comunidad que ahí convive, bien sean los residentes fijos o los que se encuentran haciendo alguna estancia temporal.

Desde aquellos años, mucho ha cambiado en cuanto a las instalaciones y los edificios que se han ido construyendo. Fruto de ese trabajo es el área visitable.

Ahí se llega tras dejar el vehículo en una explanada inferior. Y desde ahí caminando un corto paseo lleva hasta la gran puerta monumental. Toda ella pintada de vivos colores. Algo que va a ser habitual en el resto del conjunto. Cualquier muro está pintado de tonos fuertes. Incluso el aire del monasterio es colorido gracias a las hileras de banderas tibetanas. Son banderitas cuadradas azules, blancas, rojas, verde y amarillas. Siempre en ese orden ya que tienen su propio significado y cada una representa un elemento: cielo, agua, fuego, aire y tierra respectivamente. Y ellas al ser agitadas por el viento y la brisa expanden los mensajes de Buda por el mundo.

El corazón del monasterio de Panillo es el edificio del templo. Dentro se hacen las ceremonias, así como los seminarios de meditación, de taichí o de yoga que se programan de forma continua en el DSK. Es el lugar de reunión y es toda una experiencia asistir a los ceremoniales en los que no dejan de resonar los mantras y los instrumentos orientales.

Más o menos enfrente y subiendo unas escaleras se alcanza la edificación más llamativa de todas, la gran estupa de las Múltiples Puertas Auspiciosas. Hay que fijarse que en su parte alta donde los ojos de Buda miran hacia los cuatro puntos cardinales. Mientras que en la parte baja hay 108 molinillos de las plegarias que hay que hacer girar en el sentido de las agujas del reloj para que los mantras que hay en su interior alejen el mal karma.

Quienes prefieran pronunciar por sí mismos esos mantras, hay un gran muro con su escritura en sánscrito, en tibetano y en una traducción fonética latina. Además, hay numerosas estupas pequeñas repartidas por el recinto o esculturas de distintas personificaciones de Buda. 

Sin duda, es un conjunto lleno de misterios para los no iniciados en una religión tan distinta a nuestras creencias occidentales. Si bien todo el que visita el monasterio de Panillo sale con una idea muy clara y es que el Budismo Tibetano es más un modo de vida espiritual que una religión excluyente. Algo que ya es una lección más que interesante, viendo lo que pasa por otras latitudes del globo.

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