Con las fiestas laurentinas a la vuelta de la esquina, nunca es mal momento para recordar quién fue San Lorenzo, su historia y su relación con Huesca
Un año más regresan las ansiadas Fiestas de San Lorenzo a Huesca. Unas fiestas que atraen del 9 al 15 de agosto a miles de oscenses y visitantes que se empapan de la cultura aragonesa con un programa de más de 300 actos. Pero para acercarnos un poco más a estas fiestas en honor a San Lorenzo, hay que conocer quién fue este santo.
San Lorenzo fue un mártir romano que, según las creencias, nació en Huesca en el año 225 y, posteriormente, se trasladó a Roma cuando, en uno de sus viajes por España, el Papa Sixto II decidió llevárselo consigo y nombrarlo arcediano.
Fue un 10 de agosto del año 258, día que seguro que suena a los oscenses, cuando murió durante la persecución contra los cristianos desatada por el emperador Valeriano. También cuenta la tradición que fue San Hipólito quien recogió su cuerpo para trasladar los restos a su ciudad natal. Por tanto, el origen de las Fiestas de San Lorenzo es religioso y su acto principal es la procesión del 10 de agosto.
Se trata de uno de los mártires más venerados desde hace muchos siglos, no solo en Huesca sino en el conjunto de la cristiandad. Los relatos de su martirio cuentan que Lorenzo murió quemado en una parrilla. Esto ha supuesto que las representaciones del santo las acompañe este elemento, que también es uno de los símbolos de Huesca y las fiestas laurentinas.
La devoción y las tradiciones sobre este mártir en tierras oscenses han tenido desde un principio dos centros principales: la basílica de San Lorenzo, en la propia ciudad de Huesca, y la iglesia de San Lorenzo de Loreto, a pocos kilómetros, al oeste del casco urbano. Prueba de la devoción y cariño de los oscenses son los versos que E. Banzo escribió en su Himno a san Lorenzo, cantado en los oficios laurentinos y que alcanzan hoy su máximo esplendor artístico como colofón de las solemnes Completas del día 9.
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