Nueve pueblos de Teruel se tiñen de azul, morado y negro para celebrar la Semana Santa de la mano de la Ruta del Tambor y el Bombo
La Ruta del Tambor y Bombo es una de las manifestaciones más vibrantes y profundas de la Semana Santa en España. Este itinerario, que recorre varios pueblos de la provincia de Teruel, une tradición, fe y cultura en una experiencia única, donde el sonido grave de los tambores y bombos resuena como un eco atávico que conmueve el alma.
Cada localidad, con sus peculiaridades, contribuye a tejer un mosaico de devoción y arte que trasciende lo religioso para convertirse en un fenómeno identitario y turístico de primer orden. Y es que nació en 1970 con el objetivo de poner en valor la riqueza cultural y patrimonial del Bajo Aragón turolense. Si hay algo que todas las localidades tienen en común es el sonido de los tambores y de los bombos, un sonido que acompaña a todos los actos religiosos de la Semana Santa.
De este modo, nueve pueblos turolenses forman parte de esta Ruta del Tambor y el Bombo: Albalate del Arzobispo, Alcorisa, Andorra, Híjar, Puebla de Híjar, Samper de Calanda, Alcañiz, Calanda y Urrea de Gaén. Todos ellos se tiñen del azul, morado y negro, viviendo con emoción esta cita esperada durante todo el año.
Un estruendo atronador rompe al unísono el silencio que envuelve un paisaje sobrio y duro. Miles de tambores y bombos cobran vida en manos de varias generaciones unidas por una pasión. Es el ‘Romper la hora’, que se celebra, según el sitio, el Jueves o el Viernes Santo. La tierra tiembla por la muerte del Salvador. El sonido seco retumba en los corazones de los que miran y de los que tocan por tradición o por devoción.
Albalate del Arzobispo
Albalate del Arzobispo es un epicentro de esta ruta, con raíces que se remontan al siglo XVII. La Cofradía de la Sangre de Cristo y la construcción del Calvario y la Ermita del Santo Sepulcro son testigos de una tradición que, tras la Guerra Civil, resurgió con nuevas imágenes y el emblemático toque de tambores y bombos.
Desde su integración en la Ruta del Tambor y Bombo en 1983, Albalate se ha consolidado como un referente, con eventos nacionales y su icónico monumento al Bombo, símbolo de una experiencia única de fervor y sonido.
Alcañiz
En Alcañiz, la Semana Santa es una celebración profundamente arraigada en la identidad local. Desde 1678, cuando Fray Mateo Pestel instauró el toque de tambores para evocar el temblor de la tierra durante la agonía de Jesús, esta tradición ha perdurado con solemnidad.
El Monumento al Tambor, obra del artista José Gonzalvo, inmortaliza esta pasión, mientras la Junta Suprema de Cofradías vela por preservar y promover un legado que convierte a Alcañiz en un referente del turismo religioso.
Alcorisa
Alcorisa brilla con su emblemática representación del “Drama de la Cruz” en el Monte Calvario, un escenario natural que ha acogido esta obra desde 1978. Lo que comenzó como una iniciativa teatral de un grupo de jóvenes ha evolucionado hasta convertirse en un espectáculo impresionante, con más de 300 actores y miles de espectadores.
Su despliegue técnico y guion cuidadosamente elaborado la han erigido en un símbolo de identidad dentro de la Ruta del Tambor y Bombo.
Andorra
En Andorra, la Semana Santa es una profunda reflexión sobre la condición humana, simbolizando el dolor, la injusticia y la esperanza. Sus cofradías, surgidas en el siglo XVII, organizan procesiones como el Vía Crucis al monte Calvario y la de Resurrección al amanecer, tradiciones que perduran con fervor.
Este legado, arraigado en la identidad local, convierte a Andorra en un destino imprescindible dentro de la Ruta del Tambor, donde la fe y la cultura se entrelazan en un escenario único.
Calanda
Calanda es sinónimo de tradición y fervor, marcada por el resonar de tambores que, según la leyenda, se remonta al siglo XII. El “Milagro de Calanda” inspiró la figura de Longinos en sus procesiones, mientras ritos como la Marcha Palillera, organizados desde el siglo XIX por Mosén Vicente Allanegui, y cofradías como Las Esclavas, elevan la celebración a su clímax el Viernes Santo con el emblemático “romper la hora”. Un espectáculo único que convierte a Calanda en un referente de la Ruta del Tambor.
Híjar
En Híjar, las raíces de la Semana Santa están en el siglo XVI, cuando el Duque de Híjar encargó a los Franciscanos organizar las celebraciones, conservando el toque de tambores con túnicas negras.
Su emblemático “Romper la Hora”, un ritual único que tiene lugar a medianoche bajo la luna llena, crea una atmósfera mística. Tras la Guerra Civil, la tradición resurgió con fuerza, consolidándose con concursos de tambores y bombos desde 1965. Un imprescindible en la Ruta del Tambor.
La Puebla de Híjar
La Puebla de Híjar celebra una Semana Santa con raíces en el siglo XIII, donde documentos del siglo XVI ya mencionan el toque de tambores y bombos.
Esta tradición, que lleva más de 300 años, incluye actos en el Monte Calvario, consolidándose como un pilar cultural y religioso. Un destino imprescindible en la Ruta del Tambor, donde la historia y la fe resuenan en cada rincón.
Samper de Calanda
Samper de Calanda vive estos días de forma intensa, en un entorno histórico y religioso único, con la imponente iglesia de El Salvador del siglo XVIII y el Calvario, testigo de siglos de devoción. Influenciada por íberos, cristianos, musulmanes y judíos, la tradición del “estruendo” durante la Pasión se remonta a los monjes hospitalarios de San Juan de Jerusalén.
Aunque gran parte de su documentación se perdió en la Guerra Civil, la ermita de Santa Quiteria y el Sepulcro, fundado en 1793, siguen siendo símbolos vivos de su rico patrimonio. Un destino esencial en la Ruta del Tambor.
Urrea de Gaén
Urrea de Gaén encuentra sus raíces en la tradición franciscana del Vía Crucis, con su Calvario construido a finales del siglo XIX. Desde 1885, los vecinos comenzaron a tocar el tambor, una práctica que evolucionó con el tiempo, destacando el emblemático “romper la hora”.
Tras la Guerra Civil, la tradición resurgió con la recuperación de alabarderos, cornetas y peanas, consolidándose como una celebración vibrante y profundamente arraigada. Un imprescindible en la Ruta del Tambor.
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