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Virginia Gálvez: la fuerza femenina que lidera el vino aragonés

Virginia Gálvez

Hemos charlado con Virginia Gálvez, presidenta de Bodegas Aragonesas, sobre la actualidad del sector, la presencia femenina o el crecimiento de la garnacha

Virginia Gálvez no llegó al sector del vino para quedarse en segundo plano. Lo suyo ha sido abrir camino en un sector históricamente masculino, demostrando que liderazgo, pasión y visión pueden cambiar las reglas de juego también en el mundo cooperativo. Desde la presidencia de la Cooperativa de Fuendejalón y al frente de Bodegas Aragonesas, ha convertido la garnacha en una seña de identidad aragonesa reconocida dentro y fuera de nuestras fronteras.

El pasado 11 de junio, Virginia Gálvez volvió a romper otro techo de cristal al convertirse en la primera mujer en entrar en el Consejo Rector de la Federación de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón (FACA), un paso más en su empeño por normalizar la presencia femenina en los espacios de decisión del sector agroalimentario. Y lo hace con naturalidad, convencida de que visibilizar, formar y empujar a otras mujeres es el camino para construir un futuro con más igualdad en un sector que sigue en transformación.

Por ello, hemos aprovechado para charlar con Virginia Gálvez acerca de la presencia femenina en el sector, la evolución de la garnacha en el mercado o el papel de Bodegas Aragonesas a nivel nacional e internacional.

P. En un sector tradicionalmente masculino, apareciste para cambiar las reglas del juego. ¿Cómo crees que ha cambiado la situación desde entonces?

La agricultura siempre ha sido un mundo de hombres. En el sector del vino, especialmente en bodegas privadas, empieza a haber más presencia femenina, pero en las cooperativas todavía cuesta más. Cuando asumí la presidencia de la cooperativa de Fuendejalón fue un paso importante, pero seguimos siendo una minoría en este tipo de cargos.

Poco a poco se empieza a hablar más de la necesidad de que las mujeres estemos también en puestos de responsabilidad, y mi llegada también ha servido para visibilizar esta realidad.

En nuestro caso, ahora mismo, somos tres mujeres tanto en el Consejo Rector de la cooperativa como en el Consejo de Administración de Bodegas Aragonesas. Y lo mejor es que se vive con naturalidad, que es señal de que algo está cambiando de verdad. Aún así, sigue sin ser lo habitual en este mundo.

P. ¿Qué acciones crees que son necesarias para fomentar una mayor participación femenina en los puestos de dirección del sector?

Lo primero es normalizar que las mujeres estemos también en los espacios de decisión. Para eso, hace falta trabajar desde muchos frentes: formación, visibilidad y también un cambio de mentalidad dentro del propio sector.

Es importante apoyar a las mujeres para que se formen en liderazgo y gestión, pero también que sientan que tienen su sitio, que se les espera y que su presencia suma. A veces hace falta solo un pequeño empujón para dar el paso.

Y en eso, los que ya están dentro —especialmente los miembros de los consejos rectores— tienen un papel clave. Proponer, animar y apoyar a mujeres para que entren en estos órganos marca una diferencia enorme. Muchas veces no es falta de ganas sino de que alguien te haga ver que tienes mucho que aportar.

P. Hace menos de un año Bodegas Aragonesas celebraba su 40 aniversario, ya consolidada como referente en la elaboración de vinos de garnacha. ¿Cuál ha sido la clave para mantener la esencia de la bodega a lo largo de estas cuatro décadas?

La clave es el equilibrio entre el respeto por nuestras raíces y las ganas constantes de innovar. En Bodegas Aragonesas cuidamos muchísimo nuestro patrimonio vitivinícola, especialmente nuestras viñas viejas de garnacha, que son auténticas joyas. Producen poco, y muchas veces no resultan rentables para el agricultor, pero gracias al programa especial que impulsamos desde la Cooperativa de Fuendejalón, evitamos que se arranquen. Con ellas elaboramos nuestros vinos más top, los que realmente marcan la diferencia.

A lo largo de estos 40 años hemos evolucionado sin perder la esencia. Apostamos fuerte por la garnacha desde el minuto uno —fuimos la primera bodega en sacar al mercado un vino embotellado 100% de esta variedad, cuando aún nadie apostaba por ella— y esa visión es la que nos ha hecho únicos.

Hoy seguimos en esa línea, pero dándole una vuelta más. Nacen así proyectos como Nabulé y Nabulé Esencia, que son un homenaje a nuestras garnachas viejas, pero con un toque actual, elegante y afrutado. Prácticamente se obtiene solo una botella por cepa, 

P. La garnacha ha sido el estandarte de la bodega desde sus inicios. ¿Cómo ha evolucionado su percepción en el mercado internacional, más aún en un año en el que Zaragoza es Capital Mundial de la Garnacha?

La garnacha ha vivido una auténtica revolución. Pasó de estar infravalorada a ser una de las variedades más reconocidas. Nosotros, en Bodegas Aragonesas, lo tuvimos claro desde el principio, y llevamos décadas apostando por ella cuando pocos lo hacían.

Este año ha sido muy especial: Zaragoza como Capital Mundial de la Garnacha ha sido un escaparate espectacular, y el Festival Internacional de la Garnacha ha sido todo un éxito. Una organización impecable, un entorno maravilloso, y una gran afluencia de público. Ojalá tenga continuidad, porque necesitamos más espacios así, que pongan en valor lo nuestro, y más todavía aquí, en casa.

Muchas veces, los aragoneses no terminamos de creernos la calidad de lo que tenemos. Y este tipo de acciones ayudan a que la garnacha aragonesa brille dentro y fuera. En los mercados internacionales ya es una variedad muy demandada, pero ahora, por fin, empezamos a valorarla también desde dentro. Y eso es fundamental para seguir creciendo con identidad y con fuerza.

P. ¿Cómo se trabaja desde la DO Campo de Borja para consolidar y proteger la identidad de su variedad estrella?

Desde la Denominación de Origen se trabaja mucho para dar valor a nuestras garnachas. El proyecto más ambicioso en este sentido es el ‘Garnachas Históricas Project’. El objetivo es recuperar y conservar viñas de garnacha de gran antigüedad, y que están desapareciendo poco a poco. Se han unido las principales bodegas de la zona (entre ellas Bodegas Aragonesas), junto con las universidades de Zaragoza y Navarra, para estudiar, proteger, certificar y promocionar estos viñedos.

Se identifican las parcelas históricas, se certifica científicamente su edad y se analiza por qué envejecen tan bien en cata. Además, hemos incluido una mención específica en el pliego de condiciones para etiquetar estos vinos como ‘Garnachas Históricas’, lo que supone un reconocimiento nacional e internacional

Pero además de este trabajo, desde la D.O. se realizan múltiples acciones para difundir nuestros vinos: catas en ferias de primer nivel como ProWein en Düsseldorf y en eventos nacionales e internacionales, encuentros con sumilleres y estudiantes (no solo de nuestro país), o misiones inversas donde recibimos profesionales de otros países para mostrarles nuestro patrimonio in situ.

P. Precisamente el título de Capital Mundial de la Garnacha o el de Ciudad Europea del Vino, junto a los premios y reconocimientos que cosechan bodegas como Bodegas Aragonesas, posicionan todavía más a Aragón en el mapa. ¿En qué punto se encuentra el sector vinícola aragonés?

El sector vinícola aragonés está en un momento de gran proyección. Contamos con una diversidad de vinos auténticos y de alta calidad que cada vez son más reconocidos tanto a nivel nacional como internacional. Premios y reconocimientos como el reciente Garnachas del Mundo, en donde Bodegas Aragonesas fue la bodega mas premiada, están ayudando a ponernos en el lugar que merecemos.

Pero aunque vamos por buen camino, aún queda recorrido. Debemos apostar por construir una imagen fuerte de marca y lograr transmitir todo lo que hay detrás de cada botella: viñedos únicos, personas con pasión y un patrimonio que no se improvisa.

Si conseguimos mostrar esto, tanto a través de los vinos como de experiencias, habremos dado un gran paso. Porque Aragón tiene todo para estar entre los grandes, solo hace falta que lo sepamos mostrar.

P. Con una exportación internacional tan elevada, ¿gusta más el vino aragonés a nivel nacional o más allá de nuestras fronteras?

Nuestros vinos gustan en todas partes, pero es verdad que muchas veces fuera de España se valoran más. En el extranjero, el vino aragonés se percibe como auténtico, con carácter, diferente… La garnacha, en concreto, ha conquistado a muchísimos profesionales y consumidores por su personalidad.

Aquí en casa nos está costando un poco más creérnoslo, pero cada vez hay más movimiento y orgullo por lo nuestro. El consumidor nacional empieza a mirar con otros ojos los vinos de Aragón, y eso es muy positivo.

La exportación ha sido clave para abrir puertas, pero también toca reforzar el consumo local, acercar nuestros vinos a la gente de aquí y hacer que se sientan parte de todo esto.

P. Si echamos la vista hacia el futuro, ¿cuáles son los planes que tiene Bodegas Aragonesas a medio y largo plazo?

Queremos que Bodegas Aragonesas sea mucho más que una bodega; tenemos muchas ideas nuevas, ilusión y una energía imparable de todo el equipo que forma la bodega. Nuestra apuesta por la garnacha sigue más viva que nunca, pero también queremos ir más allá: explorar nuevos caminos, llegar a más gente y seguir sorprendiendo.

Sabemos que el gran reto ahora mismo es acercar el vino a las nuevas generaciones. El consumo ha bajado en los últimos años, especialmente entre los más jóvenes, y ahí es donde queremos estar: rompiendo barreras y demostrando que el vino también puede ser divertido, actual y para todos los públicos.

Por eso no paramos de innovar. Lo llevamos en la sangre. Nuestros últimos lanzamientos lo reflejan: los cócteles con Azzulo y Rozzulo han sido un éxito rotundo, especialmente en el Festival de las Garnachas, donde conquistaron por su frescura y su forma diferente de disfrutar el vino. Y el nuevo Coto de Hayas 0,0, nuestro vino sin alcohol, está superando todas las expectativas. 

Seguimos trabajando con la mirada puesta en el futuro para que Bodegas Aragonesas siga transmitiendo calidad, autenticidad y emoción en cada botella. Porque si algo tenemos claro, es que el vino del futuro también se hace aquí.

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