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El Café Levante y todas sus historias

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El Café Levante ha cambiado de localización durante su historia, pero siempre ha mantenido su esencia, su decoración y sus tradicionales sabores

Se trata de un café que abrió sus puertas en 1895 como un añadido a la tienda de ultramarinos de Charles, su fundador

Texto e imágenes de Armando Cerra

Hace algún tiempo os hablamos de la historia de uno de los monumentos más carismáticos de Zaragoza: la Puerta del Carmen. Y en aquel artículo ya os nombramos un establecimiento que literalmente estaba unido a esas piedras: el Café Levante. Un lugar que desde hace muchos años es algo más que un bar. Es sin duda alguna uno de los rincones más dulces y con los mejores aromas a cultura de toda la ciudad. 

Cuando entréis al actual Café Levante en la calle Almagro, comprobaréis de inmediato que no es exagerado decir que estaba unido a la Puerta del Carmen. Cuando se abrió el original, la fachada era una continuación de aquel acceso a la ciudad para los viajeros que venían de lugares como Teruel o Valencia. De ahí el nombre que su propietario del dio al café.

Aquel emprendedor era Agustín Charles y la fecha de apertura fue 1895, como leeréis en la vidriera del actual café. Por cierto, cuando visitéis el local, daros una vuelta por sus dos salas para fijaros en los cuadros, fotos, documentos y objetos de sus paredes y vitrinas. A partir de eso se puede recorrer la larga historia del Café Levante y descubrir a algunos de sus clientes más célebres.

No obstante, para abrir boca, aquí queremos daros unas pinceladas de todo ese devenir. Cuando Agustín Charles abrió el café lo hizo como un añadido de su tienda de ultramarinos “Charles”. Un espacio en la trastienda para que sus clientes tomaran algo, se relajaran y charlaran. Seguro que no se imaginaba que esos mismos objetivos se mantendrían hasta hoy, ni más ni menos que 128 años después.

O quizás sí, porque la verdad es que Charles tuvo algo de visionario empresario. Para empezar, abrir ese establecimiento a las afueras de la Zaragoza de finales del siglo XIX parecía cosa de locos. Y, por si fuera poco, trayendo una decoración modernista no vista hasta entonces en la ciudad, como tampoco se tenía mucha costumbre de sentarse plácidamente en un velador al aire libre a tomar un café o una horchata de almendras hasta las primeras horas de la noche.

En definitiva que poco a poco el Café Levante fue ganando en fama a los Ultramarinos Charles. Si bien, eran un binomio perfecto. Tanto que muchos entraban por la puerta del café situada en el actual paseo de Pamplona y salían por la puerta de la tienda, ya en el lado de lo que hoy es avenida de Cesaraugusto. Así podían tomar algo, hacer la compra y de paso ahorrarse el peaje de entrada a la ciudad. 

No obstante, conforme avanzaba el siglo XX llegó un momento que la Puerta del Carmen quedó de alguna forma obsoleta y el ayuntamiento decidió convertirla en un monumento exento. Para eso había que derribar las construcciones vecinas, entre ellos el café y la tienda de ultramarinos. Era 1926 y Agustín Charles tenía que buscar otro emplazamiento para su negocio.

Lo encontró muy cerca de aquí, en el paseo Pamplona, 9. Ahí, en 1927 abrió el nuevo Café Levante, especializado obviamente en cafés pero sobre todo en granizados y helados de decenas de sabores. Todavía se guardan y exponen los moldes y útiles que se usaban para su elaboración.

En esa nueva ubicación, a juzgar por las fotos de varias décadas, el Café Levante y su célebre velador, alcanzó un gran esplendor. Aunque su fundador, tan solo lo disfrutó unos pocos años, ya que falleció en 1930. Si bien, el negocio siguió en manos de la familia, ya que tomaron las riendas su hija Rosario y su esposo Félix Blázquez, quien había trabajado con Charles. 

Fueron años de crecimiento para el negocio, como también lo hacía la ciudad. Y además su privilegiada ubicación tan cercana al Paraninfo de la Universidad lo convirtió en un hervidero cultural. Hasta aquí acudía la intelectualidad de la época, y comenzaron a formalizarse algunas de sus tertulias o la celebración de torneos de ajedrez.

Era un negocio boyante, pero… los propietarios del café no eran los propietarios del local. Estaban de alquiler y en 1976 se vieron forzados a dejar el establecimiento. Aunque gracias a la indemnización Carlos Blázquez, nieto del primer fundador, pudo abrir un nuevo Café Levante en la calle Almagro, 4. El café que hoy te invitamos a visitar.

Ahí se recrea el espíritu de más de un siglo de historia. La cuarta generación familiar mantiene la especial personalidad del negocio. Ha guardado recuerdos de aquellas tertulias de cine o de papiroflexia, así como los cuadros y firmas de personajes tan populares como Labordeta. Y desde luego ha conservado una decoración que nos traslada a otros tiempos.

También ofrece sabores inconfundibles como su chocolate, sus granizados, la horchata o la leche merengada, ¡recetas  secretas! Ve y prueba cualquiera de esos emblemas del Café Levante. O si eres más de salado, puedes hincarle el diente a su tortilla o sus tapas caseras. En fin, siéntate en esos sillones tapizados, tómate algo en esas mesas de mármol, mírate en los espejos de las paredes y saborea las historia de un monumento de la hostelería zaragozana.