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Damos un paseo por Huesca: te contamos qué ver en una escapada perfecta a la capital oscense

En este artículo os contamos las mejores cosas que ver y hacer en tu escapada a la ciudad de Huesca: plaza de la Catedral, casco antiguo, museos, ir de tapas…

Texto de Armando Cerra

Muchos son los zaragozanos que pasan decenas de veces por la A-23 con rumbo a los Pirineos y, aunque ante sus ojos se despliega el casco urbano de Huesca, capital de la provincia homónima, en la mayoría de los casos siguen pisando el acelerador sin abandonar la autovía. ¡Una lástima! Huesca sorprende a quien no la conoce y siempre invita a repetir cuando se la descubre. De modo que apuntad qué ver en Huesca en la agenda de futuras escapadas. Os esperan lugares únicos como los que os mostramos a continuación.

Podemos considerar que el epicentro social de la capital oscense es su Plaza de Navarra, ubicada en la parte baja de la ciudad y a los pies del casco más antiguo de Huesca. Su ubicación céntrica y su amplitud la convierten en lugar de paso obligado. De paso y de parada para contemplar el panorama y aprovechar para inspirarse un poquito. Para eso lo ideal es observar la Fuente de las Musas, en el corazón de la plaza.

Por cierto, hay fuentes similares a esta en otros lugares de Europa. Al fin y al cabo, el prototipo que diseñó el decorador francés Jean-Baptiste Jules Klagman se expuso por primera vez en Londres en 1862 y, a partir de ahí, lo adquirió la fundición francesa Durenne, que con pequeñas modificaciones hizo durante años fuentes similares para diversas ciudades, entre ellas Huesca.

Cuando a finales del siglo XIX se instaló esta fuente, no solo embellecía el entorno, también era un hito de innovación unido a la traída de aguas a la ciudad. Un efecto de modernidad que unos pocos años después se multiplicó con la construcción entre 1901 y 1904 de Círculo Oscense, o sea, el Casino de Huesca cuya arquitectura modernista de tonos blancos es el fondo ideal para la Fuente de las Musas y toda la plaza.

Merece la pena echarle un ojo al edificio, por dentro y por fuera. Pero lo haremos más tarde. Por aquí y por el vecino Parque Miguel Servet concluiremos nuestra visita a Huesca. Ahora demos un giro de 180 grados y encaminémonos hacia los Cosos que rodean el casco viejo. Si bien antes hemos de caminar bajo la protección de los elegantes Porches de Galicia, donde es recomendable asomarse al vestíbulo de la DPH para admirar la fuerza creativa de uno de los creadores oscenses más singulares: el pintor Antonio Saura.

La obra de Saura y posteriormente el paseo entre los negocios del Coso Alto es un auténtico baño de actualidad. Algo que todavía se disfruta más gracias a la peatonalización del espacio. No obstante, en algún punto es conveniente girar hacia la derecha y dejar el trazado llano del Coso para subir por las empinadas calles del núcleo antiguo.

Hacedlo por cualquiera de esas bocacalles y siempre dirigiros en dirección ascendente. Os parecerá un auténtico laberinto, pero no tiene pérdida por muchos recodos que giréis. Sencillamente disfrutad del paseo, id fijándoos en los detalles más atrayentes y buscad buenos encuadres para vuestras fotos. En menos de lo esperado se llega a la parte más alta de Huesca y allí os aguarda su gran conjunto monumental. Nos referimos a la plaza de la Catedral, donde está el principal templo de la ciudad y también el Ayuntamiento oscense.

Por un lado, el templo gótico de la Catedral de la Transfiguración del Señor. Su fachada no puede ser más imponente y su portada, con una sucesión de arquivoltas, relieves y esculturas, es un vistosa invitación para entrar porque augura un interior tan esplendoroso o más. Y ciertamente es así. En especial por el retablo de alabastro de Damián Forment. Una creación hermana de la que este gran escultor del siglo XVI hizo en el altar mayor de la Basílica del Pilar de Zaragoza.

Catedral de Huesca
Turismo de Aragón

Y al otro lado de la plaza está la Casa Consistorial. El actual edificio de ladrillo también es del siglo XVI, pero lo cierto es que aquí ya hubo un ayuntamiento anterior, ya que el poder ciudadano siempre estuvo en esta plaza.

Pero por si fuera poco, aún nos quedan dos cosas más que citar en esta plaza. En primer lugar el Museo Diocesano junto al templo catedralicio y frente al Ayuntamiento. Y entre el museo y el consistorio, el empedrado gris de la plaza se anima con una zona de arbolado bajo cuya sombra está la delicada Fuente de la Morena, surgida en idéntica fundición que la mencionada Fuente de las Musas e instalada en la misma época.

A un paso de la fuente se ve el indicativo de la calle Quinto Sertorio, que alude a los más remotos orígenes romanos de Osca, o sea, Huesca. No vamos a contar aquí toda la historia de la ciudad, solo lo indicamos para que os dirijáis por ella hacia la Plaza de la Universidad. El motivo es encontrarse con otro gran museo del casco viejo: el Museo de Huesca, cuyo solar originalmente fue la universidad oscense. Si bien hoy ya no hay aulas, sino una destacada colección arqueológica creada a partir de yacimientos de toda la provincia.

Museo de Huesca
Turismo de Aragón

Pero hay otro elemento que ver en la plaza: la Sala de la Campana. ¿Quién no ha oído hablar de la Campana de Huesca? Un legendario episodio según el cual el rey Ramiro el Monje decapitó a un grupo nutrido de nobles traidores. Y con sus cabezas hizo un círculo aludiendo a la forma de una campana, en cuyo centro colocó al más traidor de todos, el obispo de Jaca, para que sirviera de badajo. Un espectáculo aterrador que invitó a ver a otros para que supieran que les esperaba si su comportamiento no era el esperado. Pues bien, el escenario ideal para imaginarse tal baño de sangre y vísceras es esta Sala de la Campana, que en el siglo XII sería parte del Palacio Real de una recién conquista Huesca cristiana.

Obviamente, este Palacio Real, así como el anterior musulmán llamado la Zuda estaba en la parte más alta de Huesca. Así que ahora ya solo nos queda comenzar a descender por las viejas calles. Lo ideal es seguir las indicaciones que nos lleven hasta el Monasterio de San Pedro el Viejo. Allí hay que hacerle una foto sí o sí a su famoso crismón, que plasma en sí mismo todas las esencias románicas. Al igual que es un deleite entrar al templo, atravesarlo y llegar hasta su claustro para detenerse entre sus capiteles e ir haciendo fotos a esa maravilla del arte medieval, uno de los mejores conservados en Aragón.

El frescor y el encanto del claustro son indudables, pero sigamos. Nuestra siguiente parada es la vecina plaza Don Luis López Allué. Un lugar icónico para el comercio de Huesca y donde hay que asomarse a los sabores y aromas añejos que se venden en la carismática tienda de Ultramarinos La Confianza. O si se prefiere, tomemos algo en el histórico Café Candolias también bajo los porches de esta escenográfica plaza.

Tras eso seguimos bajando hacia el Coso y en unos instantes estamos de nuevo en los Porches de Galicia y a un paso de la plaza de Navarra. Un entorno perfecto para comer, si ya es la hora.

Está la opción de irse de tapas por el entorno de la Basílica de San Lorenzo. También uno se puede sentar en el restaurante Flor de Huesca en los propios porches o disfrutar de un ambiente más relajado en la Granja Anita. O si se busca una experiencia culinaria de primer orden entonces hay que volver al Casino. Allí está el galardonado restaurante con Estrella Michelin en la ciudad de Huesca, Lillas Pastia.

Paladear sus platos es por sí sola una excusa fabulosa para visitar Huesca. Ya habéis podido ver que hay muchas razones para escaparse a la capital del Alto Aragón. Y lo cierto es que todavía podríamos hablar de más lugares interesantes desde el Palacio de Villahermosa o las murallas medievales y el convento de San Miguel, hasta la arquitectura de Rafael Moneo en el CDAN, la singularidad del Museo Pedagógico o el atractivo Planetario. Sin olvidar el Parque Miguel Servet, las pajaritas de Ramón Acín y su ambiente de cuento.

Planetario de Huesca
Turismo de Aragón

En definitiva, la próxima vez que recorras la A-23 en tu escapada desde Zaragoza no dudes en tomar el desvío a Huesca.

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