El paseo por los Pinares de Valdegurriana es una miniexcursión dentro de Zaragoza que puede realizarse tanto andando como en bicicleta
Un paseo por el Canal que puede empezarse desde el barrio de La Paz y no dejara indiferente a nadie
Texto e imágenes de Armando Cerra
Aquí va un plan para disfrutar en familia. Una miniexcursión sin salir de Zaragoza, pero que al mismo tiempo os parecerá que os habéis alejado kilómetros y kilómetros del bullicio de la ciudad. El plan es irse a dar un paseo y tomar un bocata por la zona de los Pinares de Valdegurriana. Un espacio que comienza a marcar el final del Canal Imperial de Aragón.
Así que poneros un calzado cómodo o subiros a la bici porque nos ponemos en marcha.
El paseo en sí lo podemos empezar desde el barrio de la Paz. Y, para ello, os vamos a dar dos referencias, o bien el final de la línea del autobús urbano 42. O si lo preferís podéis aparcar por el entorno del campo de fútbol de la U. D. Montecarlo, precisamente muy cerca del embarcadero del Canal.
A partir de ahí ya tomamos el camino que va en paralelo a esta vía de agua y no lo dejamos. El primer atractivo será sobrepasar el Tercer Cinturón y contemplar el llamado Barranco de la Muerte, cuya denominación se relaciona con una batalla de reconquista que tuvo lugar en tiempos de Alfonso I el Batallador.
Casi de forma inmediata se descubre en lo alto el nuevo barrio de Puerto Venecia, pero nosotros no lo visitaremos, seguiremos junto al Canal Imperial hasta que ya no veamos esos grandes bloques de pisos en el horizonte. E incluso los dejaremos definitivamente atrás cuando pasemos bajo el Cuarto Cinturón. La verdad es que os parecerá que la ciudad se ha acabado, aunque estemos a un paso.
Y de pronto se distingue a lo lejos una mancha boscosa verde. Ese es nuestro destino: los Pinares de Valdegurriana, las cuales en realidad son una parte de los Montes de Torrero. Aunque antes de llegar si nos fijamos en el Canal se ven algunas de sus infraestructuras. Por ejemplo, se ve la almenara de San Antonio de Padua, que viene a ser un punto clave para la de regulación del caudal del agua.
Si este trayecto se hace en bici es apenas un momento; en cambio, si se va andando uno puede pararse a descansar en algunas de las zonas con bancos y sombra que hay por este camino. En fin, que sin darnos cuenta comienzan los Pinares de Valdegurriana. Y ahí, junto al llamado Puente de los Suspiros del Canal, hay una primera zona de gimnasia, una fuente para refrescarse y un curioso monumento en forma de monolito que materializa la relación de los Scouts con esta zona verde.
El hecho es que cuando a principios del siglo XX se crearon los primeros grupos de scouts en Zaragoza no era tan fácil salvar largas distancias. ¡Era el año 1913! De manera que Valdegurriana fue un destino asiduo para las salidas al monte de estos “jóvenes exploradores”. Unas salidas que se acabaron cortando. ¿Por qué? Porque los grupos scouts fueron prohibidos durante los años de la dictadura franquista. Sin embargo, cuando volvieron a ser legalizados, se volvió a establecer el vínculo con esta masa boscosa de la capital aragonesa.
De ese nos habla el panel de interpretación que situado cerca del citado monolito conmemorativo que se colocó en 2010. Y no solo eso. También se creó el Sendero Scout. Una flecha lo indica. Se trata de una corta ruta entre los pinos en la que se disfruta no solo de la sombra, sino también de los distintos carteles que nos hablan de la flora y fauna que habita por aquí.
Es un camino circular, así que cuando lo concluyamos estaremos de nuevo a orillas del Canal, por donde todavía debemos seguir un poquito más. Podemos decir que casi nos espera lo mejor de esta breve e intensa excursión. Se ha de llegar hasta las impresionantes Esclusas de Valdegurriana. Unas imponentes obras hidráulicas concebidas para regular el tráfico de embarcaciones por el Canal.
¿Conocéis las esclusas de Casablanca junto a la Fuente de los Incrédulos? Pues las de Valdegurriana son todavía más grandes. Se diseñaron para que el agua del canal, y sobre todo los barcos que navegaran por él, pudieran salvar un desnivel de 13 metros en el terreno. Pero lamentablemente fue como el canto del cisne del Canal Imperial.
Hoy se comprueba que, a partir de esta obra magnífica, la canalización es muchísimo más estrecha, casi una acequia. Y es que en tiempos de Pignatelli se soñaba con crear un canal navegable que llegara al mar. Pero la realidad fue tozuda, y a partir de esta zona de Valdegurriana y los posteriores paisajes de Torrecilla de Valmadrid y después por el Burgo de Ebro, el terreno es demasiado poroso y hacía inviable un cauce de grandes dimensiones. Por eso, se decidió llevar la canalización hasta el río a la altura de Fuentes de Ebro.
De manera que las Esclusas de Valdegurriana son el último gran punto monumental del Canal Imperial de Aragón. O sea, que algún día de estos merece la pena que planifiquéis esta excursión. Os servirá para admirar una obra histórica y de paso disfrutar de unas horas al aire libre.