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La Estación del Norte, la estación zaragozana olvidada

Estación del Norte 001

La Estación del Norte se inauguró en 1861 y estuvo en funcionamiento hasta los años 80

Este edificio se emplea como centro cívico municipal en la actualidad

Texto e imágenes de Armando Cerra

Las estaciones de tren en Zaragoza han ido cambiando al mismo ritmo que marcaban las evoluciones de este medio de transporte. La prueba más evidente es la Estación de Delicias original, la antigua, que hoy parece una pequeña caseta junto a la descomunal estación intermodal que se construyó para la llegada del AVE a la ciudad.

Pues bien, aunque el edificio antiguo de Delicias parezca una reliquia, lo cierto es que ni siquiera es la estación ferroviaria más antigua que se conserva en la capital aragonesa. Mucho antes se construyó la Estación del Norte, la cual se mantiene parcialmente en el barrio del Arrabal. Aunque es evidente que ha cambiado por completo su uso, ya que en la actualidad es un dinámico centro cívico municipal.

Los orígenes del edificio se remontan a 1856 y tras invertir un lustro de obras para su construcción, se inauguró en septiembre de 1861, al mismo tiempo que llega hasta este punto un tren procedente de Barcelona. Y es que en aquella época no existía una compañía nacional y única de las líneas de tren. Había distintas empresas gestionando los trayectos y ellas mismas iban construyendo sus estaciones.

En este caso, era la Sociedad del Ferrocarril de Barcelona a Zaragoza. La cual pocos años después fue absorbida por la Compañía de Ferrocarriles de Zaragoza a Pamplona y Barcelona. Hasta que más tarde se integró en otra firma aún mayor: la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España. Una denominación que todavía se conserva en el gran arco de entrada al edificio.

Al observar hoy esa fachada, pese a que toda su parte frontal se ha convertido en un parking para los vecinos, se aprecia una construcción imponente. Pues bien hay que imaginarse que cuando era una estación, en realidad había otro edificio igual y en paralelo. Mientras que las vías y andenes quedaban entre ellos y cubiertos por un gran tejado a dos aguas. Una construcción magnífica, que además se complementaba con una extensa playa de vías en la parte trasera.

Semejante infraestructura fue creciendo a lo largo de los años, porque cada vez recibía más tráfico, sobre todo desde el momento que conectó con la vieja estación del Portillo mediante el puente ferroviario que había en La Almozara, el antecedente del actual puente sobre el Ebro.

Así que la estación arrabalera se convirtió durante décadas en un lugar importante para la llegada y salida a Zaragoza, tanto de personas como de mercancías. E incluso aquí tuvo lugar uno de los episodios de movimiento social más memorables en los comienzos de siglo XX. Nos referimos al 10 de febrero de 1911, cuando llegó hasta aquí el tren que transportaba el cadáver de Joaquín Costa para ser trasladado a Madrid, ya que el gobierno de la época pretendía enterrar al economista y jurista montisonense en el Panteón de Hombres Ilustres de la capital.

Sin embargo, cuando el movimiento obrero aragonés se enteró de ese plan, acudió en masa a la estación del Norte y “secuestraron” el vagón que transportaba los restos del insigne político. Y no solo eso, alguien proclamó: “En ese Panteón madrileño duermen más granujas que personas decentes. Los despojos mortales de Costa reposarán en Zaragoza, donde construiremos un monumento exclusivamente para él. Tal es nuestra voluntad«. Y cuando las autoridades se dieron cuenta que no iba a haber manera de que cambiaran de opinión, accedieron a ello. Por eso hoy reposa en el Cementerio de Torrero.

Pero volvamos a la estación del Norte, o del Arrabal, que también se llama así. El hecho es que se mantuvo en uso durante gran parte de los siglos XIX y XX. Pero fue perdiendo importancia paulatinamente. Sobre todo desde que se creó RENFE en 1941 y desaparecieron las compañías privadas anteriores. De alguna forma al haber un único gestor del tráfico ferroviario se fueron concentrando los recursos, así que la estación del Portillo poco a poco se transformó en la principal. Tanto que en 1973 ya no llegaban ni partían los viajeros desde el Arrabal, y su estación se mantuvo en exclusiva para el tráfico de mercancías.

Esa situación duró hasta los años 80. Entonces fue clausurada por completo. Seguro que los vecinos de más edad del barrio recuerdan aquel periodo y como después se fueron desmantelando las vías y se demolieron parte de las edificaciones ferroviarias hasta que tan solo quedó el edificio actual. Una testigo de nuestra historia que en 2004 se transformó en centro cívico. Un buena forma de reaprovechar nuestro patrimonio y adaptarlo a los nuevos tiempos.

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