Arco del Deán, un rincón con mucha historia y una leyenda que contar - Enjoy Zaragoza
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Arco del Deán, un rincón con mucha historia y una leyenda que contar

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Una joya de nuestro patrimonio que hoy en día no puede visitarse

El Arco del Deán se remonta al siglo XIII, en pleno apogeo del arte gótico, aunque se mantiene hasta nuestros días

Texto e imágenes de Armando Cerra

El Arco del Deán es uno de esos rincones de Zaragoza a los que siempre llevamos a nuestros invitados de fuera. Un sitio que posee un encanto especial. Por sus dimensiones, por su condición de estar como encajonado, casi oculto, y por supuesto por la belleza que tiene. Al fin y al cabo estamos hablando de un monumento en sí mismo. Una construcción que tiene mucho que contar.

Así que, para que ilustréis a vuestros huéspedes en una próxima visita, vamos a relataros un poquito de la historia del edificio. Algo de historia y también mucho de leyenda, que también la tiene.

Lo primero que se ha de saber es que la Casa del Deán, incluyendo su hermoso arco, remonta sus orígenes al siglo XIII. Es decir, estamos ante una vivienda construida en pleno apogeo del arte gótico y su conservación es algo excepcional. Ya que todas las casas que había en Zaragoza en aquellos tiempos han desaparecido con el paso de los siglos. Sin embargo, la Casa del Deán, aunque transformada, ha llegado hasta nuestros días.

Y ahora que sabemos que se trata de una de las construcciones civiles más antiguas de la ciudad, a muchos les puede surgir otra pregunta: ¿Por qué Casa o Arco del Deán? Obviamente porque aquí vivía ese personaje. Pero, posiblemente las personas que no estéis familiarizados con la jerarquía eclesiástica os preguntéis: ¿Qué es un deán?

Pues un deán vendría a ser algo así como el segundo de a bordo dentro del organigrama diocesano que se encarga del correcto funcionamiento de una catedral. Y como suele ocurrir con los segundos de a bordo, son los que se encargan del día a día, de que todo funcione como es debido. Mientras que por encima de él queda el obispo o el arzobispo, en el caso de Zaragoza, el auténtico jefe y cabeza visible.

Históricamente, los deanes son una figura más a la sombra. Preocupados en el funcionamiento diario de la catedral. Su trabajo consiste en coordinar la intendencia, las cuentas y el personal del templo. Por ello, desde siempre, los deanes han tenido su residencia junto a las catedrales, para estar cerca del motivo de sus desvelos. También en Zaragoza, si bien mientras el Palacio Arzobispal está a la altura de la portada de La Seo, la Casa del Deán se levantó en la parte de atrás. Pero eso sí, con un acceso directo al templo.

Y ahí radica su leyenda y la presencia del hermoso Arco del Deán. Se cuenta que uno de los primeros deanes que vivió aquí no se conformaba con que pudiera ir rápidamente desde su casa hasta la catedral entrando por la puerta trasera. En realidad, debía ser un personaje muy huraño, solo preocupado porque cuadraran las cuentas del cabildo y no tanto por los feligreses. De hecho, quiso evitar tanto el trato con el pueblo llano que decidió construir un paso elevado entre su vivienda y el templo.

Sin embargo, gran parte de la curia del arzobispo no era partidaria de tal gasto, así que decidieron prohibirle que lo construyera. Aunque aquel deán, además de asocial también era un tipo tan listo como avieso, de modo que previendo la negativa, se adelantó a los acontecimientos.

¿Cómo lo hizo? Ni más ni menos que fue capaz de convocar el mismísimo diablo para que le ayudara en una rápida construcción de ese paso aéreo. El demonio vio una oportunidad para su negocio, que no era otro que la acumulación de almas impías. Así que le propuso un trato al deán. Se comprometía a construir en una sola noche el Arco del Deán, pero a cambio Satanás se adueñaría el alma de de todos los incautos que pasaran bajo tal arcada.

Arco del Deán

Obviamente todo esto es una leyenda, nacida de la imaginación popular para darle una explicación a algo realmente curioso y hermoso. Porque eso es nuestro Arco del Deán. Una bella obra medieval a la que mucho después se le añadieron los vistos ventanales que dan hacia la fachada de la plaza San Bruno. Una joya de nuestro patrimonio, que hoy en día es propiedad de la Fundación Ibercaja, y que lamentablemente no es visitable, salvo para algunas personalidades ilustres a las que se les ha permitido alojarse aquí en sus visitas protocolarias a Zaragoza.

El resto de turistas, como vuestros familiares o amigos, se tienen que conformar con verlo desde fuera y tomarse la imprescindible fotografía. Todos nos la hemos hecho ahí con nuestros huéspedes. Y por cierto, que nadie tema pasar bajo su arco, su alma no está en peligro (al menos por este sencillo paseo). Todo lo contrario. Será todo un deleite atravesar esta parte del casco antiguo, tanto yendo en dirección hacia la plaza de San Bruno, el Ebro o la “parroquieta” mudéjar de La Seo, como caminando por la calle de la Pabostría para llegar más pronto que tarde a la plaza Santa Marta, otro de esos rincones a los que todos llevamos a nuestros huéspedes, en este caso para sentarnos en alguna de esas terrazas y saborear las famosas raciones de este conjunto de bares.