¿Has parado alguna vez en Graus durante tus viajes al Pirineo? Si lo has hecho ya sabes que es algo más que un lugar de paso. Es una población que merece la pena conocer. Al fin y al cabo está declarada Conjunto Histórico-Artístico. Es decir, es un sitio que hay que descubrir. Nosotros lo vamos a hacer ahora.
Texto: Armando Cerra – Fotos: Turismo de Aragón
Graus es la puerta y la capital de la comarca de la Ribagorza. Por ahí se pasa para ir hasta muchos de los sitios de los que os hemos hablado aquí. Se atraviesa Graus para ir a esquiar a Cerler, para tirarse en parapente en Castejón de Sos o para visitar la catedral de Roda de Isábena. No obstante, hoy no estamos de paso. Vamos a aparcar y darnos una vuelta por las calles grausinas.
Al entrar a su casco histórico una de las primeras cosas que nos va a llamar la atención es el monumento a Joaquín Costa, ya que este político pasó allí sus últimos tiempos. De hecho falleció en Graus en 1911 en una casa que todavía se mantiene en pie y recuerda que aquí decidió retirarse un tanto desencantado de los focos del poder.
Tras rendir homenaje a tan querido personaje, se camine por donde se camine, más temprano que tarde se llega a la Plaza de España o Plaza Mayor de Graus. Sin duda la estampa más emblemática de la capital ribagorzana. En realidad es una de las plazas más bonitas de toda la provincia de Huesca, con sus soportales ubicados en los cuatro lados de su planta.
Y sobre esos soportales se elevan algunos de los edificios más bellos de Graus. Comenzando por su Ayuntamiento, con el ladrillo y las características propias de la arquitectura del Renacimiento aragonés. Además también destacan la Casa Bardaxí, y las coloridas fachadas de las Casas Barón y Heredia. No obstante, el encanto de la plaza mayor grausina consiste en el conjunto y en la armonía que provoca la suma de cada uno de sus elementos.
No son esas las únicas casas solariegas dignas de mención. Repartidas por el núcleo está el Palacio de Don Rodrigo Mur así como las fachadas de las Casas Fantón, Oliván, Oncino o Solano. Y mientras se buscan todas esas arquitecturas señoriales también se pueden contemplar las puertas antiguas de Graus. Antaño hubo hasta 11 integradas en sus murallas, pero en la actualidad solo quedan tres. Son las de Chinchin, Barón y Linés
Y por supuesto, entre el patrimonio histórico de Graus también hay que hablar de algunos templos. Está la iglesia parroquial de San Miguel, originada en tiempos románicos, si bien hoy la vemos tremendamente modificada y con elementos propios del estilo barroco. Por cierto, en su interior se guarda una de las joyas más veneradas por los fieles que llegan a la localidad. Se trata de un Cristo que legó San Vicente Ferrer a Graus durante su visita a la población a comienzos del siglo XV.
Del mismo modo hay que hablar del Convento de la Compañía de Jesús, cuyo edificio principal hoy en día está transformando en el dinámico Espacio Pirineos. Uno de los epicentros culturales de Graus y de todo su entorno debido a sus muchos actos, desde conciertos hasta proyecciones, exposiciones o los más variopintos talleres. Si vais a pasar por Graus, echadle un ojo a su programación porque tal vez haya algún acto o evento de vuestro interés.
¡Todavía no acaban aquí las cosas que ver en Graus! Alejándose un poquito del casco viejo se llega hasta su monumento más carismático y con el que se distingue la población en la lejanía. Es la Basílica de la Virgen de la Peña. Un balcón único para contemplar el entorno, sobre todo si nos asomamos a su claustro. Y tras ver todo ese baño visual de Graus y Ribagorza, podemos viajar virtualmente tierras muy lejanas si visitamos su Museo de los Iconos, con obras procedentes de lugares tan dispares como Ucrania, Chipre, Rusia o Grecia.
Y si la Virgen de la Peña está en las alturas de Graus, en la parte más baja está el río Ésera, y ahí se encuentra otro de sus monumentos más queridos: el Puente de Abajo. Originado en la Edad Media, todavía es punto de encuentro para los vecinos, ya que es escenario clave en la celebración de algunos festejos típicos, entre ellos su famosa Mojiganga. Una fiesta declarada de interés nacional y que ojalá el año próximo podamos ver en toda su plenitud.
La pandemia ha afectado a la Mojiganga como a tantas otras fiestas patronales, sin embargo el coronavirus no ha acabado con otro de los símbolos de Graus. Su longaniza. Un manjar que sin duda es el mejor suvenir que nos podemos llevar tras la visita a esta población, que definitivamente es mucho más que un sitio de paso.
Fiesta de la Longaniza de Graus, el evento que le permitió ganar un Récord Guinness