La cerámica de Muel, muy valorada por alfareros de medio mundo, es uno de los grandes emblemas de la localidad y una parada obligatoria en tu escapada
Arquitectura histórica, pinturas de Goya y muchos paisajes naturales a tan solo 30 kilómetros de Zaragoza
Texto de Armando Cerra – Imágenes: Turismo de Aragón
Tan pronto os recomendamos que aprovechéis alguno de los vuelos desde el aeropuerto de Zaragoza como os invitamos a caminar por preciosos senderos de nuestro Pirineo. Pues bien hoy os vamos a sugerir una excursión mucho más cerca. ¡A solo 30 kilómetros de Zaragoza! ¿Dónde? A Muel. ¿Nos sigues? Pues basta con tomar la Autovía Mudéjar, A-23, con dirección a Teruel y en un ratito ya habrás llegado.
Una vez dejada la autovía y llegado a la antigua carretera nacional te recomendamos que hagas una primera visita justo antes de entrar en la población. Concretamente al Taller Escuela de Cerámica de Muel, un centro dedicado desde hace años a mantener viva y divulgar uno de los grandes emblemas de la localidad: su cerámica.
La cerámica de Muel tiene unas cualidades particulares que la hacen única y que la valoran alfareros de medio mundo. Además de que es objetivamente hermosa con sus característicos colores en blanco y en azul. Descubriréis ahí que esa artesanía tiene una larga historia de unos mil años, pero que sigue plenamente vigente y en constante renovación. Y en gran parte es gracias a las actividades que programa esta institución.
En el Taller Escuela de Cerámica de Muel se preparan actividades didácticas para escolares pero también hay talleres para adultos que quieran aprender todos los secretos del trabajo con el barro. Un material humilde del que pueden surgir auténticas maravillas como se aprecia en las exposiciones temporales de cerámica que se programan aquí mismo. Y desde luego también disponéis de una tienda donde llevaros algún plato o recipiente tan práctico como bonito.
No está mal para empezar, ¿no? Y todavía no hemos entrado al pueblo propiamente dicho. Os recomendamos acercaros hasta la zona del antiguo lavadero y aparcar allí. Ya solo os queda daros un paseo por el lugar.
Por supuesto seguiréis viendo elementos vinculados con la tradicional cerámica. Por ejemplo los talleres artesanales de algunos alfareros que mantienen el legado de varios siglos de tradición. Si no habéis comprado nada en el Taller Escuela de Cerámica de Muel, quizás les acabéis adquiriendo alguna pieza a ellos. ¡Esto sí que es comprar al fabricante!
En definitiva, pasead sin prisa por unas calles con mucha historia. Algo que se nota nada más adentrarnos por ese conglomerado de callejas reviradas y estrechas que nos traslada a la Edad Media. Os aguardan lugares carismáticos de la localidad como el arco que se abre en su calle Mayor o varias casonas palaciegas de aires renacentistas.
Por no hablar de su iglesia parroquial de San Cristóbal en la que se funde diversos estilos artísticos. Sin embargo, aunque este templo tiene su aquel, no es el que más os impactará durante esta escapada a Muel. Sin duda, ese galardón recaerá sobre la ermita de la Virgen de la Fuente, a las afueras del núcleo pero sin pérdida posible.
En este punto de la excursión hay mucho que ver, como os vamos a contar a continuación. Pero empecemos por el interior de la propia ermita. En ella os aguardan ni más ni menos que unas pinturas del jovencísimo Francisco de Goya. En las cuatro pechinas que elevan la cúpula del templo pintó las imágenes de San Ambrosio, San Gregorio Magno, San Agustín y San Jerónimo. O sea los padres de la Iglesia.
No os perdáis esta joya que Goya realizó cuando tenía solo 24 años. Y mucho mejor si las contempláis con las visitas guiadas que se organizan desde la oficina de turismo. Será una experiencia más enriquecedora, ya que os mostrarán otros secretos guardados en el interior de la ermita.
Y si la parte de dentro os va a encantar, lo mismo ocurre viéndola desde fuera. El edificio tiene un porte monumental y en gran parte es debido a que se levanta sobre los restos de una imponente presa de época romana. Has leído bien. Esas piedras perfectamente alineadas las colocaron los romanos (por cierto no es la única presa de esta época en Aragón, ya que en Almonacid de la Cuba podéis visitar otra espectacular).
El caso es que en Muel los romanos construyeron hace más o menos unos 2.000 años este represamiento para el río Huerva y así poder almacenar agua con la que abastecer la zona. Aquel complejo hidráulico bimilenario ha cambiado mucho desde entonces pero es el origen de lo que se conoce como Parque de Muel, que no os podéis perder durante esta excursión.
Y es que además de la ermita, la vieja presa romana o el pequeño estanque que han generado las filtraciones de agua, también os van a sorprender las llamadas cascadas del Huerva. Si tienes la imagen de este río en Zaragoza, encajado entre el asfalto e incluso tapado por él, aquí descubriréis su aspecto más natural. Caminad por todo este tramo y podréis ver lo que queda de un antiguo molino o alucinaréis con los saltos de agua y las pozas que se crean. Y no miréis solo al agua, levantad la vista y veréis sobre este lugar lo que fue el castillo de los Marqueses de Camarasa.
En definitiva, como decíamos al principio: acércate a Muel, porque te va a sorprender. ¡A solo 30 kilómetros!
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