Las especies del Acuario de Zaragoza se adaptan al invierno con distintos cambios en su ciclo biológico. ¿Quieres conocerlos?
El frío del invierno llega a la ciudad y el Acuario de Zaragoza y sus animales lo viven en primera persona. Y es que los más de 6.000 animales que habitan sus instalaciones se adaptan a esta estación del año con distintos cambios en su ciclo biológico. Unos cambios que es necesario saber para adaptar sus necesidades de temperatura, dieta, entrenamiento, iluminación, humedad… ¿Quieres conocerlos?
El ecosistema que más sufre estos cambios es el río Ebro, ya que el agua pasa de 26º en verano a 19-20º en invierno. Este hecho, unido a que los peces y reptiles son animales de sangre fría, acarrea algunos cambios de conducta y comportamiento. Por ejemplo, disminuyen su ingesta de comida, ya que se ralentiza su metabolismo, paran los procesos de cría y reproducción y acortan su actividad. El caso más extremo lo muestran las Ranas pirenaicas, ya que entran en un período de letargo e inactividad que les dura hasta el fin del invierno. El resultado es que algunos individuos pasan el invierno en el exterior del acuario, mientras que otros lo hacen dentro de una nevera acondicionada.
A la nutria del acuario en invierno se le suministra una dieta un poco más rica en grasa y un poco más abundante. De esta manera se facilita su adaptación a la bajada de temperaturas. A modo de curiosidad, desde el Acuario de Zaragoza nos cuentan que a veces le facilitan la comida en una montaña de nieve para que se distraigan buscándola.
La mayoría de los animales del acuario proceden de climas más tropicales, por lo que el invierno de Zaragoza supone un desafío. Además, se acorta el período de iluminación para que los animales detecten que ha cambiado la estación. Esto es importante para los ritmos circadianos de sus animales.
A los titis se les encienden las calefacciones y se les incrementa algo la grasa en la dieta; a los cocodrilos se les reduce la ingesta y llegan a comer únicamente hasta una vez cada 15 días o menos; y a la tortuga gigante asiática se le habilita un cobijo con calefacción para que pueda pasar allí las noches algo más frías. Especialmente sensibles a estos cambios de temperatura son los murciélagos, por lo que se climatiza por completo la sala donde se encuentra su instalación.
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