Hablamos con Jennifer Marín, vicepresidente de Slow Food Zaragoza, quien nos habla sobre este movimiento internacional y su papel en la ciudad
Nos tenemos que remontar a hace más de 30 años cuando Carlo Petrini puso en marcha Slow Food. Este movimiento nació con la intención de reivindicar los alimentos buenos, limpios y justos, aplicando una filosofía de vida lenta. Para ello, defienden a capa y espada los productos de proximidad y de kilómetro 0.
Slow Food se ha convertido en un movimiento mundial que involucra a millones de personas. De hecho, ya ha llegado a más de 160 países, entre los que se encuentra España. Dentro de nuestro país, existen diferentes organizaciones locales, siendo Zaragoza una de ellas. Por ello, hoy hemos querido hablar con Jennifer Marín, vicepresidenta de Slow Food Zaragoza, para que nos hable sobre este movimiento y los futuros proyectos en nuestro territorio.
P. ¿Cómo surge esta asociación?
Slow Food nace en el año 1989 de la mano de Carlo Petrini después de una manifiestación de protesta contra la instalación de un McDonald’s en la plaza de España en Roma. Su objetivo es defender una alimentación buena, limpia y justa y una filosofía de vida lenta. El símbolo de Slow Food es un caracol que representa la lentitud.
La alimentación debe ser buena, con alimentos nutritivos que gusten y sean saludables; limpios, libres de pesticidas, antibióticos y hormonas; y justa, sobre todo con los productores que realizan ese esfuerzo para que nosotros disfrutemos.
P. Aunque el origen de esta asociación se encuentra en Italia, ¿cómo llega “Slow Food” a Zaragoza?
Llega en 2003 de la mano de Jorge Herrnández, ingeniero agrónomo y con una gran conocimiento del mundo de la alimentación. Se presenta a la sociedad Zaragozana en una cena que tiene lugar en el Museo de Historia.
P. Y el movimiento se extiende por una gran cantidad de países, ¿hay alguno en el que esté especialmente inculcada esta filosofía?
En Italia, donde nace en 1989 y es el país con más socios. Por ejemplo, se lleva a cabo el Salón del Gusto cada dos años en Turín o la universidad de las ciencias gastrónomicas en Pollenzo es la primera en este género. Además, existen diferentes empresas italianas adheridas a la asociación.
P. ¿Cuáles son los pilares de “Slow Food Zaragoza”?
Slow Food Zaragoza tiene entre sus objetivos la recuperación, la protección y la puesta en valor de la biodiversidad alimentaria. Para ello se realizan actividades todos los meses: degustaciones, catas, visitas a bodegas… En la actualidad, tiene 200 socios y más de 5.000 seguidores en las redes sociales.
P. ¿Cómo puede una persona aplicar la filosofía “Slow Food» en su vida?
Comprando en las tiendas, mercados de barrio y el mercado agroecológico de la plaza del Pilar, que ha cumplido 14 años, buscando productos de la Huerta de Zaragoza y de proximidad. Desde hace unos meses, se ha consolidado la marca Huerta de Zaragoza. Y eligiendo siempre productos de temporada.
P. ¿Por qué una persona debería optar por la slow food en lugar de escoger la comida rápida?
En primer lugar, por su salud. Está demostrado que la comida rápida es muy procesada y tiene efectos negativos sobre la salud. También para preservar las variedades locales y mantener la biodiversidad.
P. ¿Creéis que los programas de cocina en televisión son útiles para concienciar a la sociedad sobre la importancia de llevar una buena alimentación?
No, excepto el programa de cocina La pera limonera de Aragón TV, que defiende los productos locales y de temporada.
P. ¿En qué proyectos estáis trabajando de cara al futuro?
Tenemos 2 actividades organizadas para este mes de septiembre. El día 26 hay una cata de aceite gratuita para los socios, que impartirá el director técnico de la D.O.P. Aceite del Bajo Aragón, Juan Baseda. Por otro lado, el 30 de septiembre nos desplazamos a Cariñena para visitar la Bodega Luis Marín y realizar una cata de vinos y posterior comida.
Imagen principal realizada por Cristina Martínez