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‘Ahora que ya no’, de Sergio Royo, gana el Premio Avanza de Microrrelatos 2024 en plena Feria del Libro

El jurado del Premio Avanza de microrrelatos ‘Historias de autobús’ ha destacado la calidad literaria de los textos y su creatividad

El III Premio AVANZA de Microrrelatos ‘Historias de autobús’ ha recaído en el relato ‘Ahora que ya no’, de Sergio Royo Bueno. Convocado por Avanza, este certamen se enmarca en la programación de la Feria del Libro de Zaragoza

El relato finalista ha sido ‘Escritor fantasma’ de Carlos García Esteban, mientras que ‘Unos pequeños instantes’, obra de María Serrano Sánchez, ha obtenido el premio en la categoría Juvenil, una de las novedades de esta edición. El relato ganador recibe un premio de  500 euros y el finalista de 200 euros, mientras que la categoría Juvenil está dotada con 100 euros canjeables por libros.

El fallo del jurado se ha hecho público este jueves durante un acto, organizado en el marco de la Feria del Libro de Zaragoza, en el que Guillermo Ríos, director de AVANZA en Zaragoza, y Ángel Gálvez, secretario general de la Comisión Permanente del Libro de Zaragoza (COPELI), han hecho entrega de los premios a los autores. 

A este galardón literario, en su tercera edición, han concurrido 175 escritores con sus relatos. El jurado, formado por representantes de AVANZA, COPELI y las Asociaciones Aragonesas de Escritores, Libreros y Editores, ha destacado la calidad literaria de los textos y su creatividad, así como la puesta en valor del autobús en la vida cotidiana de las personas. El Premio AVANZA de Microrrelatos pretende incentivar la creación literaria y la participación ciudadana, fomentar el uso del autobús urbano y llevar el nombre de la Feria del Libro a todos los rincones de la ciudad.

Relato ganador

Os dejamos con el relato breve ganador, obra de Sergio Royo Bueno:

“Siempre he pensado que todo lo que nos pasa nos pasa en el transcurso entre una parada de autobús y la siguiente. Ya sabes, las miradas que nos cambian la vida, el diagnóstico o el accidente, el resplandor de los ojos recién nacidos y el llanto del hijo. No voy a decirte que esté  mejor aquí, amor, o que no te eche de menos. Desde que me fui yo ya no soy aquel anciano que cogía el bus cada tarde al que tú esperabas con la cena recién hecha (la tortilla de ajos tiernos) para que yo te contara que la tarjeta de jubilado me había llevado al Oliver o a Valdefierro.

Me bajaba, paseaba, veía cómo vivía la gente del barrio y volvía a San José, donde llevábamos viviendo juntos tantos años. No sé cómo será el mundo ahora que ya me he apeado ni cómo serán tus tardes ahora que ya no aguardas mi regreso. Puedo imaginarte sentada frente a la  misma televisión, allí donde tantas veces compartimos la intimidad de un cuarto piso. Y esa tristeza de la ausencia. Ya sabes, todo lo que nos pasa sucede entre una parada y la siguiente: así te dije adiós después de más de cincuenta años y es extraño que el mundo siga girando, que  las puertas se sigan abriendo y los autobuses circulando ahora que ya no me subo en las tardes entresemana. Ahora que ya no. Ahora que solo soy aquel recuerdo”.

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