Ramón Pignatelli, el bien común como objetivo de vida - Enjoy Zaragoza
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Ramón Pignatelli, el bien común como objetivo de vida

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La principal aportación de Ramón Pignatelli a Zaragoza fue la construcción del Canal Imperial de Aragón pese a las dificultades para hacerlo posible

Hace unos días os hablábamos de “40 ilustres de Aragón“, la nueva página web que ha elaborado el Gobierno de Aragón. Se trata de un sitio online que conmemora el 40 aniversario del Estatuto de Autonomía aragonés y, por ello, han dedicado cuarenta posts a los personajes más ilustres de nuestra comunidad autónoma. Por este motivo, vamos a hablaros sobre todos ellos basándonos en su información. Hoy será el turno de Ramón Pignatelli.

Nuestro ilustre de hoy nace en Zaragoza, en el seno de una familia de la alta nobleza. Su padre era príncipe del Sacro Romano Imperio y su madre era la heredera de numerosos títulos aristocráticos. Tuvo numerosos hermanos, los cuales sobresalieron en política, artes y letras.

Se trasladó con su familia a Nápoles donde residió hasta que, con doce años, fue enviado a Roma bajo la protección de un tío cardenal. Inició su formación eclesiástica y continuó sus estudios. Destacó tanto que el papa Benedicto XIV lo premió nombrándolo canónigo de la catedral de Zaragoza. Regresó a la capital aragonesa para tomar posesión de su cargo en 1753.

En el palacio de los condes de Fuentes, su hogar familiar, se organizó la principal escuela de arte de la ciudad y se celebraba una tertulia a la que asistía un grupo de ilustrados. Esas ideas ilustradas las aplicó cuando fue nombrado director de la zaragozana Real Casa de Misericordia, que acogía a huérfanos y mendigos. Su gestión hizo que obtuvieran ingresos para no depender de limosnas y levantó talleres y otras instalaciones. Además, Ramón Pignatelli mandó construir una plaza de toros.

En 1763, ocupó por primera vez el puesto de rector de la Universidad de Zaragoza, circunstancia que se repitió en otras cuatro ocasiones, la última en 1792. Una oportunidad para implantar mejoras en la enseñanza. También trató de crear una Academia de Bellas Artes, sin éxito durante 20 años, hasta que lo logró en 1792.

No satisfecho con todo lo que había hecho, encabezó su obra más recordada: la construcción del Canal Imperial de Aragón. Una obra que se inició en el siglo XVI, pero no se llegó a concluir hasta entonces. El propio conde de Aranda, presidente del Consejo de Castilla, nombró a Ramón Pignatelli como protector del Canal.

Su objetivo fue aportar agua de riego procedente del Ebro, así como establecer un servicio de navegación fluvial para transportar mercancía y pasajeros. Aunque sus ideas parecían imposibles, no decidió rendirse. Construyó una presa cerca de Tudela, esclusas, puentes, molinos, puertos y un canal secundario en Tauste. Logró que el agua llegase a Zaragoza en 1784 y decidió instalar una fuente para celebrar su éxito en la que se leía: «Para convencimiento de incrédulos y descanso de viajeros».

A la muerte de Ramón Pignatelli, se trató de llegar hasta el Mediterráneo, pero el proyecto fracasó. Como muestra de admiración, la ciudad decidió levantar un monumento público en su memoria, primero que hubo en Zaragoza desde época de los romanos, cuya inauguración se retrasó hasta 1858.

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Imagen principal e información extraídas de la web de 40 ilustres de Aragón