El conde de Aranda recuperó territorios, participó en conflictos bélicos, redactó leyes o mandó realizar el primer censo, entre muchas de sus acciones por España
Hace unos días os hablábamos de “40 ilustres de Aragón“, la nueva página web que ha elaborado el Gobierno de Aragón. Se trata de un sitio online que conmemora el 40 aniversario del Estatuto de Autonomía aragonés y, por ello, han dedicado cuarenta posts a los personajes más ilustres de nuestra comunidad autónoma. Por este motivo, vamos a hablaros sobre todos ellos basándonos en su información. Hoy será el turno de conde de Aranda.
Pedro Pablo Abarca de Bolea nace en la pequeña localidad de Siétamo. Tras la muerte de su hermano mayor se convirtió en el primogénito de su familia, de la alta nobleza. Se marchó al norte de Italia cuando su padre fue destinado como oficial del ejército.
En Bolonia y en Parma continuó con su educación de la mano de los jesuitas, pero a sus 17 años cambió todo. Él quería ser militar como su padre, por lo que abandonó sus estudios para empuñar las armas. Participó en sucesivos combates contra los austriacos y, por su arrojo y su habilidad, con solo 21 años ya lucía los galones de coronel.
SUCESIÓN
En 1742 falleció su padre y él heredó sus posesiones y sus títulos, entre ellos el de conde de Aranda. Aprovechó la etapa de paz para recorrer Francia, Bélgica y Centroeuropa, donde se empapó de las ideas de la Ilustración. Contactó con los enciclopedistas parisinos, estudió tácticas militares en Prusia e imitó las técnicas de trabajo de las fábricas de Sajonia.
En 1755 fue designado embajador español en Portugal, iniciando así su carrera diplomática. A su vuelta se le encomendó reorganizar los cuerpos de Artillería e Ingeniería del ejército español. Cuando Carlos III llegó al trono, lo escogió como embajador en Polonia y Sajonia, pero regresó para ponerse al mando del ejército español contra Portugal.
Aunque el resultado no fue muy exitoso, el conde de Aranda fue nombrado capitán general y gobernador del reino de Valencia. En 1766 se produjo el “motín de Esquilache”, que puso en jaque la corona. La respuesta del rey fue llamar a su militar más capaz: el conde de Aranda. Este sofocó los altercados y fue nombrado presidente del Consejo de Castilla.
PODER
Consolidó la autoridad real y continuó con las políticas ilustradas. Durante su mandato, disminuyeron los privilegios de la Iglesia y se decretó la expulsión de los jesuitas, por lo que algunos lo trataron de anticatólico. Con la colaboración de otros aragoneses, intentó sanear la economía y modernizar el país.
Estas fueron algunas de sus acciones:
- Mandó hacer el primer censo de España
- Redactó leyes en busca de incrementar la prosperidad agrícola y mercantil
- Apoyó el desarrollo de las Reales Fábricas y la construcción del Canal Imperial y del Canal del Manzanares
- Convirtió Madrid en una capital renovada, limpia y monumental, a la altura de otras capitales europeas
- Acometió mejoras en el terreno cultural y artístico
Sus desacuerdos con otros ministros y con el propio monarca supusieron su relevo y se le envió de embajador a París, en 1773. Allí retomó su contacto con pensadores ilustrados y participó en las negociaciones de paz con Inglaterra. Recuperó Menorca y Florida para España, pero no lo logró con Gibraltar.
Con el ascenso al trono de Carlos IV, el conde de Aranda recuperó su posición de privilegio. Su enfrentamiento con Manuel Godoy tuvo como consecuencia su destitución, destierro y encarcelamiento. En 1795 se le permitió retirarse a sus posesiones en Épila hasta su fallecimiento.
PINCHA AQUÍ PARA DESCUBRIR LOS 40 ILUSTRES DE ARAGÓN
Imagen principal e información extraídas de la web de 40 ilustres de Aragón