Artículo de @DIARIODEUNARRPP
Tenemos ganas de primavera aunque en verdad hayamos tenido un invierno raruno y suave, ¿verdad?
Pues venga, vamos a tirarnos a las terrazas y a los parques de la ciudad, a disfrutar del solecito y de esa temperatura tan agradable que echaremos de menos en verano. ¡Nos quedan tres meses para vivir sin sudar!
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El pastís: Cómo no íbamos a destacar este maravilloso bar a la ribera del Ebro cruzando el puente de Piedra o el de Hierro. Está abierto todo el año, pero en esta época se pone especialmente bonito con todos esos árboles que dejan entrever El Pilar y tomar unas fotos fabulosas del atardecer. Y la carta es corta pero buenísima, porque el propietario es un francés afincado en Zaragoza hace años que conserva el gusto de su patria y nos regala unas croquetas de confit de pato para hacerles la ola. El tartar de atún, más patrio, está también riquísimo, y las ensaladas fresquitas sientan ahora fenomenal.
Palmaria Café: es la nueva cafetería que han reformado los chicos del estudio Matmata en plena plaza de San Pedro Nolasco, otra de las más agradables de la capital con terracitas para sentarse al sol y sombra. Su decoración vintage, basada en antigüedades y en sus bellos muebles, traídos de todos los rincones de España por sus diversas historias particulares, le dan un estilo cálido y hogareño. Pero tranquilos, que no vamos a pasar calor, simplemente la luz de los ventanales y las paredes verdes ya refrescan la vista. It’s the place to be! (Es el lugar de moda)
El chalet sigue recibiendo cada año un SOL de la Guía Repsol. Es ideal para comer de lujo en un lugar fresco, con un lindo patio, elegante, superagradable y con unos menús degustación variados, que mezclan el producto autóctono con una creatividad ajustada sin remilgos, gracias al chef Ángel Conde. Su muselina de erizos de mar al azafrán de Jiloca o el magret de pato con melocotón y cítricos son dos ejemplos que has de probar.
La Junquera: Siempre es un placer sentarse a la fresca en los jardines o los salones exteriores de La Junquera, ahí en su oasis de forestal a la distancia justa de la ciudad, tanto para tomar algo desde el vermú a las copas tras la cena, como para comer un buen asado a la leña. Y si te vas antes al parque de atracciones, ¡pues haces el día redondo!
Nativo: Esa terraza es tan agradable como el confortable interior y se llena también del vermut a la cena. Desde luego, en el Nativo hay que probar la comida, ya sea a la carta o por menú, que es el mejor en cuanto a relación calidad-cantidad-precio de la ciudad (hasta donde sabemos). El tartar de atún o el carpaccio de salmón, sus carnes de La Finca, el pulpo a la brasa y los platos más ligeritos de la temporada primavera-verano se agradecen sobremanera.
El bar-quiosco El jardín de Jorge, con su decoración vintage y bohemia, lleva ya años resguardado en medio del parque Tío Jorge y no la suficiente gente va a disfrutar de la paz en la que se pueden allí tomar desde el vermú hasta los combinados nocturnos, después de una comida tranquila y sabrosa con propuestas fáciles a base de ensaladas, bocatas originales y hamburguesas. Por cierto, se admiten perros.
Un picnic con La Tradicional en la ribera del Ebro se impone, enfrente del Pilar en concreto, para colgar muchas fotos en Instagram con el hashtag #Zaragoza para dar envidia por ahí afuera y atraer visitantes. Te coges la cesta, las copas de vino de cristal (por favor), el mantel y los cubiertos… y, simplemente, le encargas a La Tradicional que se ocupe del menú (irrisoriamente barato) o eliges a la carta entre cantidad de recetas caseras, tradicionales o más exóticas si te apetece. La cuestión es disfrutar sin tener que cocinar.
La terraza del restaurante Verdechulo es una gran desconocida salvo para los vecinos de la zona y de esa plaza inmensa que está en pleno centro, entre Conde Aranda, el parque de Bomberos y el hospital Ramón y Cajal, y es un oasis de paz y sol, de veras. Además, la carta sigue el lema “producto, producto, producto”, y está todo bien rico.
En Las Armas, es un must la terraza de su bar para tomar el vermú, los mercados de Las Armas, La Placica Vintage y el de Productores que se van sucediendo en la programación junto a variados conciertos que le confieren ese ambientazo al bohemio barrio del Gancho… Pero es que además, con el buen tiempo, abren El Buque, un food truck-brasería fantástico para comer ternasquito al grill en sus mesas de madera a compartir, haciendo amigos. Podrás hasta bailar lindi hop o swing, a sudar un poco la camiseta.
El colorido bar Los Ángeles está en la ribera del Ebro, cerca del club de tiro, y es un lugar tranquilo y cómodo donde se puede comer ligerillo y bien o tomarse unas cervezas, vinos o tragos comiendo pipas y mirando el Ebro pasar, como toda actividad. Los niños tienen un parque al ladito para jugar a su rollo, por cierto.
El parque del Agua, por supuesto, es otro paraje único donde dar la bienvenida a la estación más simpática del año. Sobre todo porque abren todas las actividades de multiaventura, desde las tirolinas hasta los patinetes en el lago artificial, y en sus terrazas se está de cine mientras los más pequeños se lo pasan en grande en el parque. Hay hasta minigolf y, lo mejor, ¡ya queda menos para poder ir a las Playas del Ebro!
En la plaza San Felipe hay otro oasis precioso citadino, con varias opciones a elegir: la terraza del Montal, con sus delicatessen de toda la vida, sus propuestas para el desayuno y el café o sus copas de cava para el atardecer, los menús o sus encurtidos y quesos para picar algo…
O bien la terraza del Doña Hipólita, que es más bonito por dentro, pero siempre puedes entrar a elegir las tartas y sus tés o limonadas especiales y salirte fuera al fresquito de la plaza, con el Torreón de Judea enfrente.
