Marrakech es un destino exótico que tiene mucho que ver y hacer como visitar los lugares más turísticos, pero también acercarte a los zocos locales
Cuentas con dos vuelos semanales desde el aeropuerto de Zaragoza para llegar al país africano en apenas dos horas
Texto de Armando Cerra
¿Qué te parece despegar desde el aeropuerto de Zaragoza y aterrizar en otro continente? Pues eso es precisamente lo que puedes hacer gracias a los dos vuelos semanales de la compañía Ryanair que unen la capital aragonesa con la ciudad de Marrakech. Nunca ha estado tan cerca el exotismo de Marruecos. ¿Te animas a volar desde Zaragoza a Marrakech? En tan solo dos horas y cinco minutos tomarás tierra en un lugar tan distinto y tan fascinante como te lo imaginas. ¡Incluso más!
Marrakech se sitúa al sur de Marruecos y la podemos considerar de algún modo como la capital turística del país. ¿Por qué? Porque hay mucho que ver y que hacer en Marrakech. Sus encantos son casi infinitos. Pero aquí os vamos a presentar unos cuantos, los más interesantes para que os abran el apetito y os animen a embarcaros en este exótico viaje.
Con ese espíritu de empaparos del embrujo marrakechí os recomendamos alojaros en un riad. Es decir, en las casas típicas de la medina que se han reconvertido en pequeños hotelitos para los viajeros. Es verdad que Marrakech cuenta con grandes hoteles muy occidentalizados, pero es más interesante buscar un buen riad y disfrutar de la hospitalidad local, así como de su gastronomía.
Sí, porque ese es otro de los buenos recuerdos que os traeréis de un viaje a Marrakech. Probad sus platos más típicos, como el tajín de cordero y guisantes, el suculento cuscús o platos con verduras a base de berenjenas, aceitunas, tomates… y qué decir de sus dulces a base de miel y frutos secos. ¡Os encantarán esos sabores tan distintos y especiados!
Mucho mejor si os informáis antes un poquito sobre dónde comer y huís de los lugares más próximos al epicentro turístico de la ciudad. O sea, su incomparable plaza de Djemaa el Fna. Y si bien, la oferta gastronómica aquí es cara, y a veces excesivamente de batalla. Eso no impide decir que esta plaza hay que visitarla sí o sí. Es algo excepcional. Nunca habéis estado en un sitio como este. No busquéis monumentos, ni obras de arte en esta plaza, pero aún así es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. ¿Por qué?
La plaza Djemaa el Fna es una gran explanada que desde hace siglos ha servido para dar la bienvenida a los forasteros. Antaño era la puerta de entrada de las caravanas de camelleros que tras días recorriendo el desierto entraban a una gran ciudad, y aquí disponían de entretenimiento, pero también de aguadores que les permitían satisfacer su sed fácilmente o dentistas y doctores que remediaban sus males tras semanas sin posibilidad de asistencia.
Eso mismo se mantiene hoy para los viajeros del siglo XXI. Cada tarde la plaza se transforma en un gran teatro callejero. Se empiezan a ver corros de gente para escuchar a los cuentacuentos o a malabaristas. También hay encantadores de serpientes, tatuadoras de henna, músicos, sacamuelas, domadores de monos… un show basado en las tradiciones más ancestrales.
Los locales y los foráneos se acercan cada tarde a la plaza a ver que les ofrece. Además se levantan de puestos de comida a base de pinchos y carne a la brasa. Obviamente aquí los precios son demasiado caros en comparación con otros puntos de la ciudad. Y desde luego también hay muchos amigos de lo ajeno. Así que atención, ya que sería una lástima traerse un mal recuerdo del viaje de Zaragoza a Marrakech.
En definitiva, que la Djemaa el Fna es un imprescindible en esta escapada marroquí. Pero como la mejor hora para visitarla es al atardecer y al comienzo de la noche, durante las horas previas hay muchos otros sitos que visitar en Marrakech.
Por ejemplo, muy cerca de la plaza se levanta la mezquita de la Koutobia, la principal de la ciudad y la más antigua. Aquí se marca el rezo del resto mezquitas marrakechís, a las que por cierto, solo podréis entrar si sois musulmanes. Si no es así, absteneros de hacerlo y respetad sus costumbres.
E igualmente muy cerca de la gran plaza se expanden los zocos. Sí, zocos. Hay varios y cada uno especializado en diferentes productos, desde alimentación y especias hasta cualquier tipo de artesanía en cuero o metal. No obstante, sean cuales sean los productos que vendan, siempre habrá que regatear para comprarlos. Y que nadie se extrañe si acaba perdido en este laberinto de calles y callejas. Es lo normal, y basta con seguir andando para terminar por salir a alguna plaza o monumento que nos sirva de referencia.
Es así como se pueden alcanzar las diversas puertas de la muralla de Marrakech o plantarnos ante algunos de sus palacios históricos. Algunos decorados hasta el delirio como el Palacio Bahía y otros casi desnudos como el Palacio El Badi.
Y si nos alejamos un poquito de la medina o ciudad antigua sigue habiendo muchas cosas que ver en Marrakech. Por ejemplo, los románticos jardines de la Menara con su truculenta leyenda sobre como mataba el sultán a sus amantes. Y otro jardín imperdible es el de Majorelle, el cual fue la residencia de Yves Saint Laurent, que vivió aquí muchos años e incluso sus cenizas descansan en este colorido jardín.
Pero todo esto no es más que un aperitivo. Hay mucho más. ¿Os atrevéis a tomar un vuelo desde Zaragoza a Marrakech? Esperamos haberos animado a esta escapada, porque es un viaje de los que dejan huella.