El nacimiento del Río Pitarque es una de las auténticas maravillas de nuestro patrimonio natural y cultural tanto por el río en sí como por su maravillosa excursión
Este paraje forma parte de la Red de Espacios Naturales Protegidos de Aragón gracias a unos paisajes por los que merece la pena caminar y fotografiar
Texto de Armando Cerra – Imágenes de Turismo de Aragón
Ya sabéis que nos gusta hablar de lugares muy visitados y populares de nuestra geografía, pero también os queremos invitar a descubrir sitios tal vez menos renombrados, pero que suponen auténticas maravillas de nuestro patrimonio, sea natural o cultural. Y un ejemplo perfecto de ello es el sendero que nos lleva hasta el nacimiento del río Pitarque, en el Maestrazgo turolense. De manera que calzaros las botas, además echaros un bocata y agua a la mochila, porque nos vamos de excursión.
Antes de empezar a caminar, debemos aclarar una cosa. Y es que el río Pitarque en realidad nace en otra localidad del Maestrazgo, concretamente en Fortanete. Sin embargo, allí sus aguas, además de escasas, también desaparecen. Por un capricho de la geología, el caudal se filtra, se pierde, y resulta que vuelve a aparecer con sorprendente fuerza ya en el término municipal de Pitarque.
Por ello quizás se podría hablar de un “renacimiento”, un término más llamativo y también más acertado. No obstante, tampoco vamos a llevar la contraria a la denominación oficial de Monumento Natural del Nacimiento del Río Pitarque. Un paraje que forma parte de la Red de Espacios Naturales Protegidos de Aragón, de los que ya os hemos hablado con anterioridad. Y por si fuera poco, también se integra en el Parque Cultural del Maestrazgo, que evidentemente también ha aparecido en Enjoy.
En definitiva que es un lugar que no os podéis perder. Y para ello os tendréis que acercar hasta el propio núcleo de Pitarque. En la misma entrada de este atractivo pueblo de Teruel os espera una zona habilitada para que dejéis el coche. Ese es el comienzo de la caminata.
No es demasiado larga, ya que desde ese punto andaréis unas tres horas entre ida y vuelta para recorrer unos 10 kilómetros en total. No es nada y pasa muy rápido, sobre todo porque tan apenas hay desniveles y la belleza del itinerario compensa cualquier esfuerzo. O sea que es una buena ruta para hacer en familia.
Aunque como siempre que salimos de excursión al campo, que nadie se olvidé de consultar la meteo, para llevar la ropa apropiada y un chubasquero si hay cualquier indicio de lluvia. Y en este caso también calzado de montaña, porque es muy posible pisar tramos embarrados o que se tenga que dar algún salto por pequeños arroyos.
Así que desde el parking dejaros llevar por las indicaciones y atravesad el pueblo. Os aseguramos que no os perderéis y encontraréis el camino enseguida gracias a la señalización. De manera que de pronto dejáis atrás la localidad y ya estáis caminando entre las huertas y los campos de cultivo colindantes.
Estos primeros tramos son muy suaves, por eso sin darnos cuenta se llega a la Ermita de la Virgen de la Peña. Ya estamos más o menos a la mitad del camino hasta nuestro destino. En cuanto a la ermita en sí, se trata del típico templo de pequeñas dimensiones y de devoción popular, al que llegan los lugareños en romería durante sus fiestas patronales. Por cierto, se trata de una ermita construida en el siglo XVIII.
Mucho más moderno es el siguiente hito en el camino: la central hidroeléctrica. Pero aunque sea de construcción más reciente, ya está en desuso y no aprovecha la fuerza del agua de la cascada que hay poco después de pasar la ermita. Para contemplar ese salto de las aguas hay que subir la que quizás sea la cuesta más pronunciada del camino, pero la recompensa es un fotón ante vuestros ojos.
A partir de este punto, el camino cada vez tiene una atmósfera más salvaje porque el paisaje se va encañonando entre roquedos. Son varias las peñas que merecen una ojeada, e incluso hay peñascos en las que se pueden identificar formas muy concretas, como la vistosa cara de un indio a tamaño gigante.
Estas y otras rocas son como enormes esculturas hechas en travertino, la roca que es la gran culpable de las filtraciones de agua por las entrañas de la tierra y los caprichos de la naturaleza como el Nacimiento del Río Pitarque, al cual nos estamos aproximando. Ya no queda nada, pero al mismo tiempo queda lo mejor.
Llega un momento en el que las grandes rocas nos impiden continuar y ahí se distingue una grieta de la que brota el agua. ¡Ya hemos llegado! Recorred este paraje con calma. Podéis optar por cruzar el río buscando panorámicas distintas. También podéis tomar un camino a la izquierda que os llevará la denominada Chimenea, un gran boca de piedra por la que sale el agua tras cada tormenta o tiempos de deshielo. Mientras que si tomáis el camino de la derecha os llevará hasta el Ojal de Malburgo, punto con una de las mejores fotos de la excursión.
Ese es un buen sitio para empezar a regresar, ya que hay que deshacer todo lo andado para volver al coche. Pero se regresa rápido, con el buen sabor de boca de todo lo visto y del bocata que nos hemos comido junto al Nacimiento del Río Pitarque. ¡Ah, un último consejo! Apuntaros esta escapada para dentro de unas semanas, para la primavera, porque es la mejor época para visitar este Monumento Natural tan especial.
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