Miguel de Molinos, una obra recuperada el pasado siglo - Enjoy Zaragoza
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Miguel de Molinos, un espíritu libre condenado por molestar al poder

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Sus libros, aunque más bien sus doctrinas, arrastraron a Miguel de Molinos a una condena de por vida, pero su figura y obra se recuperaron el pasado siglo

Hace unos días os hablábamos de “40 ilustres de Aragón“, la nueva página web que ha elaborado el Gobierno de Aragón. Se trata de un sitio online que conmemora el 40 aniversario del Estatuto de Autonomía aragonés y, por ello, han dedicado cuarenta posts a los personajes más ilustres de nuestra comunidad autónoma. Por este motivo, vamos a hablaros sobre todos ellos basándonos en su información. Hoy será el turno de Miguel de Molinos.

Nuestro ilustre de hoy prosigue una línea de heterodoxos aragoneses que encabeza Miguel Servet. Ambos tuvieron un final diferente, pero el suyo fue muy dramático por desafiar al dogma y molestar al poder, aunque no tuviese dicho objetivo.

Nació en Muniesa, Teruel, aunque se estableció en Valencia sin conocerse mucho sobre su infancia y adolescencia. Allí cursó Teología y se ordenó sacerdote a los 24 años. Fue confesor de monjas y miembro de la Escuela de Cristo, una congregación muy estricta dedicada a la reflexión espiritual.

En 1663, viajó a Roma para acelerar la beatificación del cura valenciano Francisco Jerónimo Simó, pero nunca regresó. Ingresó en la delegación romana de la Escuela de Cristo y empezó a ganar fama como gran predicador y director espiritual de personalidades destacadas. Su estilo de vida fue austero en busca de la perfección moral y espiritual.

En 1675 publicó la Guía espiritual que desembaraza al alma y la conduce por el interior camino para alcanzar la perfecta contemplación y el rico tesoro de la interior paz. Una obra que ya dice mucho en su extenso título. Para Molinos, el alma ha de estar pura, sin pecado, alejada de preocupaciones y meditaciones, para llegar a Dios.

OBRA

La Guía espiritual contó con la aprobación de teólogos y, en años posteriores, se traduciría al castellano (en varias ediciones, zaragozana una de ellas), italiano, francés, holandés, inglés, alemán y ruso. En un primer momento, estas doctrinas no encontraron inconveniente, pero pronto empezaron a cambiar las tornas.

Molinos escribió otro libro para corregir algunos puntos que percibía que no estaban siendo bien interpretados. Algo que no fue suficiente porque sus doctrinas molestaban a gente muy poderosa en Roma y en la cristiandad. Los jesuitas sentían que Miguel de Molinos estaba menospreciando a su fundador Ignacio de Loyola y sus Ejercicios Espirituales.

Lo que molestaba a los jesuitas era que los conventos de monjas cada vez más pasasen a la metodología molinosiana. Por ello, empezaron a lanzar ataques sin tregua y a señalarle directamente como herético. Molinos escribió su Defensa de la contemplación sin mucho éxito. Y es que el papa Inocencio XI, pese a su amistad con Molinos, cedió ante esas presiones e introdujo sus libros en el Índice de Libros Prohibidos.

Tras someter sus doctrinas a juicio, Miguel de Molinos fue apresado en 1685. El proceso fue lento porque no era fácil conseguir pruebas de las presuntas desviaciones doctrinales del sacerdote aragonés. Bajo tortura, admitió absurdas acusaciones de inmoralidad, siendo condenado a prisión de por vida. Su obra y figura se recuperaron bien entrado el siglo XX.

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Imagen principal e información extraídas de la web de 40 ilustres de Aragón