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Isabel de Portugal, el reflejo de la entrega absoluta a los demás

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Isabel de Portugal dedicó su vida a construir edificios y dedicar muchas horas y fondos a los demás, siendo la mediadora de los conflictos del reino

Hace unas semanas os hablábamos de “40 ilustres de Aragón“, la nueva página web que ha elaborado el Gobierno de Aragón. Se trata de un sitio online que conmemora el 40 aniversario del Estatuto de Autonomía aragonés y, por ello, han dedicado cuarenta posts a los personajes más ilustres de nuestra comunidad autónoma. Por este motivo, vamos a hablaros sobre todos ellos basándonos en su información. Hoy será el turno de Isabel de Portugal.

Corría en el año 1271 cuando nace en el Palacio de la Aljafería, lugar de residencia de los reyes cristianos. Su padre, Pedro III de Aragón, vivió un reinado complicado con conflictos constantes con Francia y con el Papa, que le excomulgó. Además, hubo problemas internos con la nobleza aragonesa.

Tras su muerte, en 1285, la joven Isabel llega al trono. Tras su matrimonio convenido con el rey Dionís I, era la reina consorte de Portugal. Isabel de Portugal dedicó muchas horas y fondos a la atención de enfermos, ancianos y mendigos. Además, construyó conventos, escuelas, orfanatos y hospitales. Como podéis ver, todo un corazón puro. A pesar de las infidelidades de su marido y los múltiples hijos perdidos que dejó su marido a su paso, dio a luz a Constanza (futura reina de Castilla) y a Alfonso (futuro rey de Portugal).

El problema que tenía este es que Dionís, su padre, era un excelente gestor del reino y vivió una época de calma. Los únicos problemas surgieron en sus últimos años de vida cuando se produjo una lucha sucesoria entre Alfonso y uno de sus bastardos. Isabel de Portugal medió en estas disputas, incluso llegando a plantarse en medio del campo de batalla.

Tras la muerte de su marido y la llegada de su hijo al trono, decidió peregrinar a Santiago de Compostela. Posteriormente, regresó e ingresó en el convento de Santa Clara-a-Velha en Coímbra. Allí siguió desempeñando un papel fundamental en su caridad y ayuda a los demás. Ya anciana, falleció un 4 de julio de 1336.

A modo de curiosidad, nos queda deciros que se le atribuyeron diversos milagros tras su muerte. Además, la Iglesia la beatificó en 1526 y, un siglo más tarde, en 1625, el papa Urbano VIII la canonizó.

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Imagen principal e información extraídas de la web de 40 ilustres de Aragón