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La Fuente de la Junquera: ¿conoces su historia?

Río Huerva

¿Sabías que hace unas décadas, había gente haciendo fila con sus cántaros y garrafas para llevarse a su casa las aguas curativas de la Fuente de la Junquera? Ese y algún otro secreto más os vamos a desvelar en las siguientes líneas.

Artículo y fotos: Armando Cerra

Cuando a los zaragozanos se nos nombra la Fuente de la Junquera, en la gran mayoría de los casos nos vienen a la mente sensaciones de comer al aire libre, e incluso es muy posible que la memoria nos haga oler un aroma muy concreto, el de la carne a la brasa. Eso en gran parte se debe a la presencia del famoso asador y que ha sabido adaptarse a los cambios de gustos. El local comenzó aprovechándose del encanto natural del paraje y ofreciendo a los excursionistas gaseosas, vinos de la tierra y meriendas. Y hoy se denomina La Junquera Espacio Multiocio, con una amplia oferta de actividades, menús y eventos.

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Pero para ser justos hay que decir que antes de que abriera ese establecimiento, la Fuente de la Junquera ya se había convertido en una zona de esparcimiento a las afueras de Zaragoza. Una zona donde la vegetación dominaba el espacio gracias a la presencia del agua. El agua del meandro del río Huerva que pasa por aquí antes de entrar a la ciudad, y el agua que manaba de la propia Fuente de la Junquera.

Los más viejos del lugar tal vez recuerden su aspecto de antaño. Incluso el camino que lleva hasta ella se ha transformado enormemente en los últimos lustros, con el surgimiento de algún que otro colegio en las faldas del Monte de Torrero y la larga hilera de urbanizaciones que se prolonga desde el Ojo del Canal hasta la Fuente de la Junquera. ¡Literalmente hasta la fuente! Ya que de forma casi milagrosa se salvó con la adecuación de un talud que ha permitido que esta fuente natural perviva.

Antes de que llegara esa expansión urbanística por el sur de la ciudad, el paraje fue un terreno de campos de la familia Lausín. Allí brotaba la Fuente de la Junquera, y sus aguas discurrían como un arroyo hasta el cauce del Huerva, regando de paso una pradera y obviamente alimentando a las típicas plantas salvajes de ribera, entre las que no podían faltar los juncos que le dan nombre.

Sin embargo, en los años 40 hubo una fuerte riada, y la inundación transformó por completo el relieve de aquel campo, dejándolo prácticamente integrado en el área de cauce fluvial, de manera que dejó de ser privado y pasó a tener titularidad pública. 

Fue a partir de ese momento, cuando los vecinos del entorno lo tomaron como un lugar al que acercarse caminando y disfrutar de ahí de unas horas de asueto al aire libre. E incluso eran muchos los que se acercaban con sus garrafas para abastecerse de agua en la fuente, ya que a sus aguas se le atribuían propiedades medicinales. Gran parte de ellos las bebían para tratar problemas digestivos, y era habitual usarla para sanar eczemas, el acné y afecciones en la piel. Es cierto que los estudios químicos que se han hecho de estas aguas, parecen indicar que pudieron suponer ciertos beneficios. Pero no es menos verdad que a mediados del siglo XX, aquel uso tenían más que ver con las creencias populares y el boca a boca que con ningún estudio científico.



En cambio ahora sí que están muy estudiadas, y se sabe, que además de que ha descendido la cantidad de agua que mana, también hay rastros de nitratos en las aguas, en gran parte debido a las filtraciones que provocarían campos agrícolas próximos y situados a mayor altura.

Es cierto que el agua que hoy podemos beber de la Fuente de la Junquera es potable. Pero respecto a su uso medicinal, en principio habría que desecharlo y ante todo consultar a los profesionales en la materia.

Al fin y al cabo, al igual que ha cambiado el entorno urbanizado o ha evolucionado el célebre asador de la Fuente de la Junquera, también han cambiado las ideas respecto a la salud, y ahora se es mucho más escéptico respecto a sus valores curativos. Lo que no ha cambiado tanto es el cariño popular que se le tiene a este lugar. De ahí que se hiciera el actual parquecillo en la zona, rodeando de verde vegetación el estrecho cauce del río Huerva y remarcando la presencia en el talud de pierda de la Fuente de la Junquera, sin duda un afectivo pedacito de historia para muchos zaragozanos.



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