Rodeamos la Basílica del Pilar por fuera - Enjoy Zaragoza
close

Rodeamos la Basílica del Pilar por fuera

reportaje-Basilica-del-Pilar-01-scaled

Para las fechas que estamos, no se nos ocurre nada más apropiado que publicar un tríptico sobre la Basílica de Nuestra Señora del Pilar. Un templo del que hay muchísimo contar y nosotros lo vamos a hacer en tres capítulos. Primero dando una vuelta alrededor del monumento. Luego entraremos a su interior. Y por último subiremos hasta sus alturas. ¿Nos seguís?

Texto: Armando Cerra

Vamos a comenzar este paseo en torno al Pilar en la plaza. ¡No podía ser de otra manera! Y más concretamente tenemos que buscar una de las dos coquetas fuentes con niños y peces que hizo el escultor Francisco Rallo. Y en especial hay que acercarse a la fuente que está más cerca del Ayuntamiento. Pues bien, desde ahí mirar casi de manera perpendicular la fachada del templo y sobre la segunda ventana veréis una especie de semicírculo con un relieve dentro.

¿Sí? ¿Lo veis? Pues ese trocito es lo más antiguo de la Basílica del Pilar. Es el tímpano románico que tuvo el templo del siglo XII, el origen de nuestro actual Pilar. Una iglesia muchísimo más pequeña de la actual que fue pasto de las llamas tiempo después, en 1434. O sea que se tuvo que construir un nuevo templo durante los siglos XV y XVI, en estilo gótico pero con detalles mudéjares e incluso con novedades del Renacimiento. Aquella iglesia se llamaría de Santa María la Mayor y la Capilla del Pilar se localizaba en el claustro.

Cómo os podéis imaginar, por entonces era un templo muy distinto. Pero ya poseía un enorme valor. De hecho, ya se labró el exquisito Retablo Mayor, del que os hablaremos con más detalle cuando visitemos la basílica por dentro. El caso es que era una iglesia pequeña para las dimensiones que iba tomando la ciudad y el culto a la Virgen.

Así que en el siglo XVII se decidió edificar un espacio mucho más amplio y adecuado a los gustos de la época. Y no se reparó en gastos para ello, ya que se contó con la participación del pintor real y arquitecto Francisco Herrera el Mozo, quien realizó la planta general de la basílica barroca que hoy conocemos.

Este es un resumen resumidísimo, ya que no hemos hablado de la Capilla de la Virgen de Ventura Rodríguez, ni de las pinturas de Goya, ni tampoco de las torres. Y es que de todo eso os hablaremos en los dos post siguientes. Hoy nos interesa que captéis el impresionante volumen del templo desde afuera.

Os aguarda un inmueble de dimensiones considerables: 130 metros de largo por 76 de ancho. Eso supone un buen paseo por la plaza y por la fachada del río, con dos puertas a cada uno de los lados y otras tantas torres. No todo el mundo circunvala por completo la iglesia, pero os invitamos a hacerlo, porque es el mejor para ser conscientes de las grandes dimensiones.

Aún así, tras dar todo el giro completo, siempre se regresa a la plaza, a su fachada principal y la más ornamentada, si la comparamos con las otras tres mucho más austeras y macizas. La razón es que esta fachada recibió una serie de ornamentos en pleno siglo XX. Son diferentes esculturas y relieves que, pese a su modernidad, curiosamente se integran a la perfección con el diseño barroco de hace siglos del edificio. ¿Cuáles son esas esculturas y relieves?

Para ver las esculturas debéis levantar la cabeza y mirar hacia la parte más alta de la fachada. Ahí arriba, sobre la fachada y aupadas en vertiginoso equilibrio sobre unos pedestales, descubriréis 8 figuras de piedra imponentes. Os lo presentamos. Sobre la puerta más cercana a la Fuente de la Hispanidad están San Vicente de Paúl y San José de Calasanz. A partir de ahí os esperan las estatuas de Santa Isabel de Portugal, San Braulio, San Valero y Santa Engracia. Y en la puerta vecina al Ayuntamiento están San Vicente Mártir y Santiago.

Sin duda que todos estos santos os suenan, ya que están muy ligados a la tradición religiosa de Zaragoza y de Aragón. Pues bien, lo que quizás os sorprenda saber es que no se trata de obras de arte antiquísimas. En realidad se hicieron todas ellas entre los años 1949 y 1954 por los escultores aragoneses Antonio Torres y Félix Burriel.

Y como guinda a todas estas creaciones del pasado siglo XX todavía nos falta citar la guinda. Por supuesto obra de otro escultor aragonés. En este caso el famoso Pablo Serrano quien en el año 1969 culminó el relieve central de la fachada. Una obra espectacular labrada en piedra blanca donde la gran protagonista es la Virgen del Pilar, la cual está completamente rodeada por más de una treintena de personajes, algunos de cuerpo entero y de otros tan solo se ve la cabeza. Una maravilla artística contemporánea y de vanguardia que se integra a la perfección en el templo histórico. Tanto que durante mucho tiempo ha sido el telón de fondo para muchas actividades de las Fiestas del Pilar, incluida la Ofrenda. Pero de eso os hablaremos próximamente. De momento, hoy dejamos aquí nuestro tríptico sobre la Basílica del Pilar.