Reforma antigua Joyería Aladrén - Enjoy Zaragoza
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El arquitecto Alejandro Lezcano nos cuenta cómo fue reformar la Antigua Joyería Aladrén, actual Café 1885

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Hablamos con Alejandro Lezcano Maestre, fundador y director de Cronotopos arquitectura, sobre el trabajo realizado en la reforma de la antigua Joyería Aladrén

Hace unos meses publicamos una entrevista con Alejandro Lezcano Maestre, fundador y director de Cronotopos arquitectura, a cerca de las futuras obras que se iban a acometer en la antigua Joyería Aladrén. El pasado 8 de abril el establecimiento dejó a todos los zaragozanos sin palabras cuando se abrió el telón que cubría el local y éste mostró su nueva imagen como una versión rejuvenecida del anterior y con un nombre que no deja indiferente a nadie, Café 1885 Zaragoza.

Nos hemos vuelto a reunir con Lezcano para hacerle unas preguntas a cerca de este trabajo que no ha dejado a nadie indiferente.

P: ¿Cómo ha sido el proceso de trabajo? Entendemos que en una obra donde no exista una afección al patrimonio puede haber un proceso determinado pero, ¿qué sucede en este tipo de obras?

R: Lo cierto es que, aunque ya habíamos realizado trabajos en ambientes patrimoniales, nunca habíamos tenido la oportunidad de trabajar en un espacio con tanta riqueza visual por centímetro cuadrado. La obra ha sido un reto en su gestión al ser un proceso de trabajo vivo en el que se iban descubriendo tallas día a día. Nuestro proceso de trabajo se dividía en dos líneas principales que debían estar meticulosamente coordinadas. Por un lado debíamos ejecutar todos los trabajos relativos a las instalaciones y equipamientos que un local contemporáneo debe tener mientras, por otro lado, íbamos obteniendo capas de la historia del establecimiento en diferentes procesos de decapado en todas las superficies del local. Afortunadamente, las nombradas instalaciones de electricidad, fontanería, saneamiento, climatización y ventilación entre otras, se ubicaban en zonas como los actuales baños y cocina, no protegidos a nivel patrimonial y que, por tanto, podían solaparse con los trabajos de restauración. Los trabajos de restauración nos enseñaban que había zonas que se habían pintado hasta en 11 ocasiones y que, tal número de capas de pintura había tapado tallas fantásticas que afortunadamente hemos podido volver a enseñar. Ésto era una noticia fantástica pero, por otro lado, requería que se duplicará la velocidad incrementando el personal en el proceso de restauración para que su retraso no entorpeciera el resto de trabajos.

P: ¿De todos esos descubrimientos patrimoniales que nombras con cual te quedarías?

R: Es difícil de elegir porque cada sala tiene sus particularidades, pero si tuviera que elegir una, esta sería la intervención en fachada. La fachada es, junto a la sala Luis XVI, la parte de la antigua Joyería Aladrén que más deteriorada estaba, con la salvedad de que esta sala tiene 75 años menos que el resto del local. Eso nos lleva a que la fachada, la cara visible durante estos 137 años de historia, ha sido la más maltratada por los diferentes acontecimientos y modas que han ido aconteciendo. Un ejemplo de ello es una pátina negra que cubría toda la fachada en una de sus más de 10 capas de pintura mostrando probablemente algún periodo de luto. No es de extrañar entendiendo que hasta cuatro generaciones de joyeros, tres de la misma familia, pasaron por la gerencia de la joyería a lo largo de su historia. Lo cierto es que todas estas capas descubrían, mármoles oscuros como piedra de Calatorao, granitos, hierro fundido, latón, madera, listelos pintados en su cara superior y hasta una guía inferior de la antigua valla que ha sido finalmente retirada por su alto estado de deterioro y sustituida por una franja de mármol negro que delimita el local con la calle Alfonso y que, de alguna manera, evidencia la cicatriz de lo que estuvo ahí. Por otro lado, la fachada dispone de su color granate original que, aunque nos sorprendió en un primer momento y nos hizo dudar, se decidió replicar para que todo zaragozano de hoy pudiera ver lo que más de tres generaciones atrás vieron en el día de su apertura.

P: Respecto a la fachada, hemos visto principalmente dos cambios. Su evidente vegetación e intervención más notoria en calle Contamina. ¿Nos puedes decir la razón de dichos cambios?

R: La verdad es que la vegetación no tiene otro motivo más que el de enfatizar el ya estilo Victoriano que caracterizaba al local en su inicio. Este estilo se diferenciaba por el renacimiento de una serie de estilos arquitectónicos. A menudo los estilos incluían interpretaciones y representaciones eclécticas de estilos históricos mezclado con la introducción de influencias del Medio Oriente, Asia y ciertamente la naturaleza. Nuestra intención ha sido mostrar una naturaleza real que no rivalizara con las tallas pero que, al mismo tiempo hablara del concepto gastronómico actual que la propiedad quería llevar a cabo con una cocina saludable basada en la materia prima cocinada a baja temperatura y en el producto de proximidad.

Por otro lado, la fachada a calle Contamina había sido una cuenta pendiente desde los inicios de la joyería. En su estadio inicial la joyería disponía de dos puertas, la principal y la secundaría ubicada en el extremo opuesto de calle contamina pero, con el paso del tiempo, dicha puerta se sustituyó por una ventana vallada para recoger un pequeño taller trastero y se abrió una nueva puerta colindante a la misma que, en los últimos años, acabo sustituyéndose por una puerta de aluminio imitación madera que estaba fuera de lugar. Así mismo, la antigua puerta se convirtió en una rejilla de ventilación llena de suciedad de las maquinas del antiguo café donde se guardaban los cubos de basura. Es sabido, y más en la arquitectura, que cuando dejas que una parte de tu proyecto sea evidentemente secundaria, acaba siendo terciaria, olvidada y finalmente un lugar en continuo deterioro.

Nuestra estrategia en este sentido fue devolver a la puerta a su estado original recuperando la valla antigua al mismo tiempo que sustituimos la actual puerta de aluminio por un gran ventanal con vegetación que, de alguna manera sugiere continuar con humildad el ritmo aparecido en la calle Alfonso. Esta intervención de cambio en la puerta tenía, por supuesto, una razón de ser la circulación interior. Conseguimos de esta manera un acceso secundario por una de sus puertas a la sala Luis XVI. Un acceso independiente a la bodega y una claridad de circulación antes inexistente, entre sala principal y sala Luis XVI. Es decir, con un cambio hicimos tres mejoras en la circulación interior del establecimiento y le dimos una mayor privacidad a la bodega.

P: Ahora que nombras la bodega, se puede notar un cambio sustancial en dicho espacio, sobre todo en su acceso. Recordamos que antes se bajaba por una escalera de caracol y que ahora se ha realizado una escalera que ocupa mucho más espacio y que tiene hasta 4 tramos, ¿cuál es la razón de un cambio tan radical?

R: Hay varias razones. Tenemos que comprender que la actual cocina esta en el sótano y que en un establecimiento de tal éxito como este, se deben tener en cuenta tanto los flujos de los clientes como el flujo del personal que tiene que transportar diariamente producto de gran volumen desde la calle hasta la cocina. La escalera se cambió inicialmente porque no cumplía con la normativa vigente en materia de accesibilidad pero también por dar un acceso privativo, cómodo y resistente a toda la mercancía que debía acceder al local a diario. Es por ello que ese recorrido no pasa por ningún local patrimonial y evita cualquier deterioro producido por el trasiego diario de la misma.

Por otro lado se aprovechó la oportunidad para hacer de la misma un “promenade” que fuera más que una escalera o, como nos gusta decir, además una escalera. La consideramos como una escultura metálica por la que se desciende mientras uno recorre la vegetación que la envuelve, una vegetación más selvática que la de la planta superior pero que permite generar una continuidad contextual entre ambas. Mientras uno desciende hacia la bodega esta presidido por una lámpara que genera una celosía y “Muaré” digno del siglo XIX. Bajar por ella tanto por la noche como por el día es un espectáculo ya que supone una transición lumínica y acústica hacia un espacio más privativo envuelto en ladrillo aragonés y diseñado para albergar la tranquilidad de un buen cocktail.

P: No nos gustaría terminar sin volver a hablar del nombre; 1885. Sabemos que evidencia el año de su creación pero nos gustaría saber porque los cuatro dígitos son diferentes. ¿Tenéis algo que ver?

R: En este caso podemos decir que el mérito no es nuestro, hemos tenido la suerte de tener una complicidad total con Tropical estudio, que es la empresa que diseñó la imagen corporativa del establecimiento y que supo entender a la perfección nuestro discurso de la historia y de no olvidarse de ninguna de las capas intermedias de la misma. Su enfoque fue rescatar el patrimonio tipográfico a través de la utilización de 4 tipografías distintas que evidenciaban dentro de una misma imagen, cuatro momentos de la historia distinta. En si mismo y paradójicamente lo que hicieron fue un “cronotopos”, que no deja de ser la representación de varios espacios temporales en un mismo lugar. Es decir, la palabra que da nombre a nuestro estudio y que es exactamente el trabajo que realizamos a diario. Para nosotros, cada arquitecto, desde Luis Aladrén en 1885 hasta hoy, es relevante en la historia del local y en nuestra manera de entender su evolución y su estado actual. Nosotros nos consideramos como unos actores más que hemos dejado registro de la preexistencia y una puerta abierta y conceptualmente sólida a futuras generaciones que puedan intervenir en el mismo cuando proceda.

Desde Enjoy Zaragoza nos da la impresión de que podrías estar comentando anécdotas y detalles del local durante horas, pero supongo que tendremos que esperar a próximas ocasiones porque el “papel” se nos acaba.

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Imágenes cedidas por Cronotopos arquitectura