De tapas con... Raúl Oliván, director de Zaragoza Activa - Enjoy Zaragoza
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De tapas con… Raúl Oliván, director de Zaragoza Activa.

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Reportaje de Ángel Pascual Gonzalo.

Raúl Oliván nació el 12 de febrero de 1980 en Tarragona, donde trabajaban sus padres, pero es aragonés por cuatro abuelos. A los pocos meses de nacer ya vino a Zaragoza, donde ha vivido toda la vida. Se siente muy aragonés.

Estudió Trabajo Social y después Publicidad y Relaciones Públicas. También tiene títulos en Técnicas de Participación Ciudadana y en Desarrollo Estratégico Urbano, con especialidad en Cultura.  Con 23 años aprobó las oposiciones como Técnico Socio-Cultural en el Ayuntamiento de Zaragoza. Ha trabajado en proyectos como técnico de juventud, cooperación y participación ciudadana, y en los últimos diez años, se ha especializado en las áreas de empleo, desarrollo local e innovación social, incluida su trayectoria como Director de Zaragoza Activa.

Raúl, ¿cómo surgió Zaragoza Activa?

En el Ayuntamiento mi primer destino fue la red de Centros Cívicos, una enorme y potente red de equipamientos pero que tenía algunos elementos obsoletos, y algunas dinámicas que yo no entendía bien, pues venía del activismo social. En aquellos tiempos algunos compañeros y yo pensábamos que había que redefinir los equipamientos públicos, que seguían respondiendo a un modelo de los 90. Unos años más tarde, en el 2008, se me presentó una gran oportunidad. La Azucarera estaba vacía y languidecía sin proyecto, así que se me encendieron todas las bombillas, y configuré en mi cabeza lo que en un futuro sería Zaragoza Activa. Aquel proyecto que solo era papel tuvo todo el apoyo de Lola Ranera y del entonces alcalde Juan Alberto Belloch, y así empezó todo.

Yo había estudiado mucho los nuevos modelos de equipamiento público, me había documentado, y tenía la experiencia de haber sido el número dos de la oficina de programación de Centros Cívicos. Después pude reclutar un equipo de gente muy interesante que ya había trabajado conmigo en participación ciudadana (Javi, Belén, Milagros y Toño) y que fueron y son claves en Zaragoza Activa.
Recuerdo que en 2008, mientras estábamos celebrando la fiesta de la EXPO y la ciudad vivía el sueño efímero del pleno empleo, mucha gente no entendía por qué poner el foco en las políticas activas de empleo, en el emprendimiento y en la innovación social.

El 20 de noviembre de 2009 me dan las llaves, y en el primer trimestre de 2010 estábamos abriendo las puertas de la Azucarera. Abrimos cuando la crisis golpeó con más dureza. Nuestra apuesta combinaba nuevos servicios enfocados al emprendimiento y la empleabilidad, con ganchos para hacer más atractivo y accesibles nuestros programas, con la Biblioteca Cubit como gran imán.

Y esa es la historia de Zaragoza Activa, de cómo hemos sido ese chaval de 16 años que viene atraído por la Cubit, con ese otro chaval de 29 años que acaba montando una empresa en el Vivero. Zaragoza Activa es todo lo que sucede entre esa Biblioteca y ese Vivero. Luego fuimos poniendo en marcha Made in Zaragoza, el Semillero de Ideas, todas las actividades que se hacen, la red ZAC, la Colaboradora, ThinkZAC Las Armas, la Remolacha Hacklab, el MIE… hasta el Centro de Nuevas Economías, que es el último proyecto en el que estamos trabajando.

¿En qué consiste este Centro de Nuevas Economías en el que estáis trabajando?

El edificio se llama “La Casa del Director”, porque el antiguo director de La Azucarera era un tipo mucho más importante que yo y tenía casa propia (risas), es un chalet precioso muy cerca de la Azucarera, y pensábamos que debía formar parte de ese ecosistema de emprendimiento e innovación social que es Zaragoza Activa, así que hemos diseñado un Centro de Nuevas Economías, porque estamos pensando sobre todo en economía colaborativa y circular. Y a partir de ahí estamos componiendo una nueva ecología de proyectos a partir de un café, que le llamamos slow café, donde las cosas suceden con lentitud, con mimo, con productos de km 0; estamos pensando en una tienda efímera, que le llamamos la tienda mutante; en un centro de préstamos (la biblioteca de las cosas); un aula; una aceleradora de proyectos de economía colaborativa y circular;  y un parque colaborativo.

Eso es el prototipo, porque en junio y julio hemos celebrado unas jornadas de participación con los vecinos para identificar las necesidades, y con todo lo hablado se concretarán más cosas sobre cómo será ese espacio. Han participado mucho la Asociación del Barrio Jesús. Y el proceso lo han dinamizado Patrizia Di Monte y Nacho Grávalos de Esto no es un solar.

Economias_colaborativas
Sobre cuándo se pondrá en marcha me gustaría que estuviera listo en 2018, pero no hay fecha, porque estamos muy centrados en otros proyectos que nos están costando la vida, tenemos menos gente que hace 3 años y tenemos el triple de presupuesto, por lo que no podemos ir todo lo rápido que nos gustaría.

Has estado siempre muy vinculado con la economía colaborativa y social.

Son temas que me interesan sí. Con la economía colaborativa se ha desvirtuado mucho el debate, con grandes multinacionales que han malogrado la etiqueta. Pero el fenómeno en conjunto, sigue aportando aspectos muy interesantes. Por otro lado, a Zaragoza Activa nos gusta actuar en ese espacio de confluencia de lo público, lo privado y lo social, el denominado cuarto sector. Pensamos que en ese territorio de encuentro, cuando todos nos mezclamos y cooperamos de igual a igual, surgen proyectos mucho más interesantes. Las empresas aportan un enfoque hacia los beneficios muy valioso para conseguir la sostenibilidad. Además, las metodologías de prototipado rápido, nos permiten lanzar proyectos de una manera muy ágil. Desde lo público, se aporta una visión garantista del interés general, así como seguridad jurídica. Y finalmente, lo social, añade una capa de empatía, horizontalidad y legitimidad; que resultan cruciales para construir comunidades.

Cuéntanos sobre el éxito de Zaragoza Activa.

Cuando empezamos teníamos muchas ganas de hacer las cosas diferentes, creo que nos equivocamos también mucho, pero en todo caso le pusimos mucha ilusión y mucha pasión. El tiempo se nos ha pasado volando, las cosas han sucedido mucho más rápido de lo que pensábamos. En el 2013 ya nos dieron el premio Aragoneses del Año. Nos lo dieron en categoría de pujanza empresarial, y era la primera vez en 20 años que lo ganaba un proyecto público, porque lo normal es que lo ganen empresas.

En el 2016 nos dieron el Eurocities Awards, ganando a Helsinki y Niza, es un premio de dimensión europea con mucho prestigio entre las ciudades, y ganamos con el programa de la Colaboradora que nos ha terminado de poner en el mapa. Estamos recibiendo invitaciones de gente que quiere venir de muchos países y lugares de España para conocer el modelo. Lo último, un convenio con Argentina, donde vamos a abrir una Colaboradora.

Ahora cooperas como mentor en un proyecto de la Secretaría General Iberoamericana.

Sí, estoy muy contento de participar en un proyecto que se llama “Innovación Ciudadana”, que es de la Secretaría General Iberoamericana, donde colectivos, makers, hackers, artistas y ciudadanos en general, diseñan colaborativamente aplicaciones innovadoras a problemas sociales cotidianos. Este año, probablemente, vamos a colaborar con Naciones Unidas y con el Ministerio de posconflicto de Colombia, para aplicar innovación ciudadana a los procesos de paz. Me parece superinteresante, muy bonito. El culpable de esto es Pablo Pascale, es un hacker actuado desde dentro. Es uno de los proyectos más bonitos en los que he podido participar en mi vida. Y lo mejor la gente tan increíble que he conocido en México, Colombia, Brasil o Argentina. Gente que diseñó una tipografía para la comunidad Wounnan, u otros que han lanzado una Wikipedia de mujeres y saberes ancestrales, o incluso los que han utilizado economía circular para empoderar comunidades vulnerables…

Ahora cambiamos de tema y pasamos a los gustos de Raúl.

Hablando de gastronomía, Raúl nos dice que se considera, además de humanista y progresista, un militante del buen vivir. Y como tal la gastronomía ocupa un lugar destacado.
En restaurantes se decantó por ‘La Olivada’, al que le tiene un cariño especial, y del que dice de que además de que se come espectacularmente bien y a un precio más que razonable, tiene la ligazón semántica por ser Oliván. Nos cuenta que le han llamado toda la vida “Oliva”, y que le tiene cariño al mote, porque una persona con mote, en general, es una persona que ha sido querida. Así que el restaurante La Olivada, le parece la quinta esencia: dieta mediterránea, Oliván, Oliva, Olivada…

Como plato le gustan los calçots por esas raíces con Tarragona, pero también quiere reivindicar los tallarines con chorizo de su padre. Nos dice que están espectaculares y que son muy buenos para la resaca. Aunque reconoce que no es un gran chef, sí sabe cocinar a cuatro fuegos simultáneos y microondas, para preparar platos en tiempo récord. Lo llama, con humor, cocina de divorciado, que fue la que le enseñó su padre.
Ahora que él es padre de una niña, y está felizmente casado, pero el trabajo le deja poco tiempo libre, esa cocina express le resulta muy práctica.

A Raúl le gusta mucho leer, sobre todo literatura americana, como Raymond Carver, John Dos Passos, Steinbeck… y ensayos de todo tipo, desde la filosofía de Marina Garcés, a las miradas contemporáneas de Innerarity o Muñoz Molina, pasando por ensayos de economía de Rifkin, Piketty o Paul Mason. Ahora tiene en la mesilla ‘Pensar el Siglo XX’ de Tony Judt, ‘El Estado Emprendedor’ de Mazzucato y ‘la tesis del 15-M’ de Tina Monge.

En música tiene un amplio espectro, pero nos dice que se queda con Los Planetas, los cuales ha visto en Granada en concierto hace poco tiempo.

De cine le gusta mucho Clint Eastwood en general. Y también Alejandro González Iñárritu, del que destaca que tiene un lenguaje muy actual, muy cosmopolita, muy poco elitista, cine entendible.

A Raúl le gusta correr. Nos dijo que muchos de los proyectos de Zaragoza Activa los ha pensado corriendo. Mientras corre desconecta y piensa mucho, y al día siguiente esas ideas se convierten en proyectos.

Publica esporádicamente en el Periódico de Aragón, en el Diario.es o en El País, en la sección de las Fundación Alternativas. Publica temas de economía, de políticas públicas, especialmente sobre emprendimiento e innovación social. Nos cuenta que tiene un problema grave, y es que le interesa casi todo en esta vida, lo cual considera un desafío porque nunca puede abarcar todo. Y en general le gusta escribir, a veces ficción, a veces poesía, pero no tiene mucho tiempo de hacerlo. Nos dice que no ha pasado de pequeñas historias, pero aunque ha ganado algún concurso, como el Internacional de Microrrelatos de Torrelongares, no ha dado el salto de escribir algo que supere la dimensión de relato. Ahora no está en ese momento porque no tiene tiempo.

Como lugar especial de Zaragoza nos cita el bar Bacarach, un lugar al que ha ido mucho con sus amigos y donde siempre se ha divertido, y donde además conoció a su pareja, la artista Gema Rupérez.

Gema_Ruperez_y_Raul_Olivan

De Aragón nos habla de Bronchales, un pueblo de la sierra de Albarracín muy bonito donde veraneaba su padre, y que han adoptado como si fuera su pueblo. Nos dice. “He ido bastante, aunque ahora no voy lo que me gustaría porque no tengo tiempo. Tiene una paz especial. Tiene la particularidad de que empieza donde parece que se acaban las grandes llanuras de Aragón, esos grandes campos de cereales, y empieza de repente el monte. Hay una  mitad del pueblo que abraza el trigo y la otra mitad que abraza los pinos. Me parece una metáfora muy bonita de dónde empiezan las cosas, dónde empieza lo salvaje y dónde acaba la civilización”.

Foto de Bronchales

Esto es lo que nos ha contado Raúl de su vida y gustos. Y el lugar elegido para tapear ha sido ‘El Trujalico’, uno de sus bares de tapas favoritos, con permiso de ‘El 38’ (el bar de tapas que más frecuenta en su barrio, el Arrabal).

 

‘El Trujalico’ se encuentra en la C/ Mayor, nº 14. Es un negocio de la familia Serrano que abrió en 1982, y que entonces se hizo muy conocido por las tapas y raciones. Después de pasar un tiempo, y por circunstancias alrededor del local, cambió la orientación del negocio y pasó a llamarse ‘Trujas’, siendo un conocido lugar para tomar copas. Hace 3 años les afectó la crisis, y decidieron darle un giro recuperando el vermouth tradicional, las tapas y raciones como al principio, y se retomó el nombre con el que abrió. Se ofrece vermouth casero por 1 euro y tapas y raciones a precios muy económicos. Por la noche se produce un cambio con gente joven y está abierto hasta las 2 de la mañana.
El horario es de miércoles a domingo de 12:00 a 15:00 y de 20:00 a 23:00, y los jueves viernes y sábado se amplía el horario hasta las 2:00 de la madrugada.

Facebook de ‘El Trujalico’

Anchoas salmuera y vermouth