Reportaje de Ángel Pascual Gonzalo.
Mariano Navascués nació en Zaragoza el 15 de octubre de 1975, en plenas fiestas del Pilar, aunque pocas horas más tarde de ver la luz –en la calle San Miguel, para más señas- ya estaba en Cariñena, donde correteó durante su infancia. De hecho estuvo allí, en el que llama “su pueblo” hasta los 18 años. La mayoría de edad trajo consigo un cambio de residencia porque comenzó a estudiar Marketing, Publicidad y Relaciones Públicas en la capital aragonesa. Y cuando todavía no había terminado la licenciatura comenzó a trabajar en un gabinete de comunicación especializado en gastronomía. Hasta 2005 estuvo pensando, hablando y escribiendo de vinos, restaurantes y todo lo que tiene que ver con el marketing agroindustrial.
En 2006 llegó a la televisión en Aragón TV con un proyecto llamado ‘La Magia de Viajar’, que estuvo en parrilla hasta 2010. Como el propio Mariano comenta “por aquel entonces descubrir pequeños pueblos o rincones desconocidos de nuestra tierra y mostrarlos en la recién nacida televisión autonómica era algo inusual. Fue una gran experiencia, sin lugar a dudas, de la cual surgieron grandes y buenos amigos”.
En 2009 le llegó el turno a ‘Chino Chano’. A día de hoy ya han grabado 250 rutas y suman 8 años en parrilla. Nos dice: “Es un programa muy consolidado, y lo curioso es que lo ve cada vez más gente. La aceptación es sorprendente y estamos orgullosísimos de la respuesta que cada domingo obtenemos. Pensábamos que duraría uno o dos años, y cada vez tenemos mayor seguimiento. Lo hacemos con mucho mimo, esfuerzo e ilusión… como si fuese el programa piloto. Son unas jornadas muy duras de trabajo, eso sí. Si el camino ya es duro de por sí, imagínate ir trabajando con todos los trastos.
Empecé como guionista y hace unos años pasé delante de la pantalla. Para mí este proyecto es mucho más que un programa de televisión”.
– Mariano, ¿cómo se hace un programa de ‘Chino Chano’?
La semana comienza el viernes, que es cuando voy a hacer el camino previamente con alguien que conoce el camino y la zona, y voy tomando nota de todo lo que pasa, de todo lo que podemos contar. El lunes y el martes escribo el guión, y el miércoles y jueves grabamos. El primer día de trabajo suele ser el más intenso. 14 días de trabajo no nos las quita nadie, aunque el camino sea corto. En las grabaciones vamos 5 personas al monte. Dos son cámaras, un realizador, un productor y yo. Graba, corta, repite… Son duras y largas las jornadas de trabajo, pero eso también hace que el equipo que estamos nos llevemos muy bien. En Aragón hay muchos caminos. Y aunque ya nos cuesta escoger las rutas, hasta los 20.000 km que hay en Aragón que están homologados y balizados, y llevamos cerca de 4.000, pues queda mucho todavía por descubrir.
– Además de la Televisión estás dedicado al mundo del vino.
Sí, la Televisión la compagino con la dedicación vitivinícola. Trabajo en una asesoría en Marketing vinculada con el mundo del vino. En mi familia el vino siempre ha estado presente. Mi padre y hermano son enólogos. Tenemos una bodega propia y elaboran en zonas como Cariñena, Somontano, Navarra, Rioja o Tenerife, entre otras. Ellos se encargan de hacer y yo de contarlo en algunos casos.
– También escribes en prensa especializada…
Sí, la revista en la que más tiempo llevo colaborando es HORECA, la del sector hostelero de Aragón, donde escribí por primera vez en el 1997. Empecé con una sección que se llamaba “vinos del mundo”, y luego se convirtió en lo que es hoy, una columna de opinión, pero siempre desde la crónica, no desde la crítica. Nunca voy a decir si un plato y un vino están así o asá. Le tengo mucho respeto al oficio de los cocineros y enólogos. También colaboro en la revista Gastro desde el primer número y escribo en La Semana Vitivinícola, que es una revista a nivel nacional muy técnica que tiene casi 80 años. Soy el corresponsal en Aragón. El mundo del vino es mi gran pasión y mi oficio, el de comunicador, algo que me permite contar las cosas que me suceden.
– Y otra de tus pasiones es la montaña.
La montaña me gusta desde que era pequeño, desde los 8 años. Cuando fui de campamentos a El Pueyo de Jaca empecé con esto del monte y esa afición sigue más que activa que nunca porque, además de placer, también representa una parte importante de mi trabajo.
Hay monte para todos los gustos y niveles, y en Aragón somos unos afortunados porque tenemos cientos de escenarios en los que poner en práctica esta pasión.
-En la montaña ahora llevas otro ritmo…
Me aficioné al running en 2010 gracias a mi hermano y seguidamente vino lo de correr por montaña. Coincidieron dos aficiones -la montaña y trotar- y el trail running se convirtió en un hobby muy importante en mi vida. Voy siempre a mi ritmo y sin ningún tipo de presión. Porque ni compito, ni trato de demostrarle nada a nadie… más que a mí mismo. Si quieres puedes. Y si te propones un objetivo, con la debida preparación, se puede cumplir.
-¿Te refieres a aquella carrera de más de cien kilómetros?
Aquello fue un sueño. Me inscribí a una prueba de este tipo porque no me sentía capaz de terminarla. Y me equivoqué. Porque crucé la meta y pude experimentar en primera persona lo que supone correr 102 kilómetros y 6.100 metros de desnivel. Fue en octubre de 2015, en la Ultra Trail Guara Somontano. Desde entonces casi a diario me acuerdo de lo que supuso llegar…
– Tienes un nuevo proyecto llamado Love Aragón. Cuéntanos algo sobre ello.
Es un proyecto conjunto que ideamos hace bien poco Mercedes Arruebo y yo. Nos gusta Aragón, lo conocemos bien y queremos mostrar todas las posibilidades turísticas y de ocio que ofrece. Te contaría mil cosas… pero casi mejor resumirlas en las que aparecen en www.lovearagon.es. Es, ante todo, pasión, razón y corazón puestos al servicio de un proyecto muy chulo.
– Ahora vamos a preguntarte sobre gustos personales ¿Algún restaurante de Zaragoza que recomendarías?
Depende del momento y del motivo. Un encuentro informal de pie, por ejemplo, entre amigos o en pareja la ubicaría en Palomeque o Los Cabezudos. Ambos trabajan un producto de primera división, tienen una cocina honesta sin excesivos artificios y, aspecto importante, le prestan muchísima atención al vino. Si fuese algo más largo, por un motivo menos distendido, me iría a Novodabo… es apuesta segura siempre.
– ¿Qué lugares son los que más te gustan de Zaragoza? ¿cuáles enseñarías si tuvieras alguna visita?
Me gusta el río Ebro porque la considero una de sus principales calles. Las vistas que se tienen bajo el puente de Piedra resumen cómo es nuestra ciudad. Al Parque José Antonio Labordeta le tengo mucho cariño, sobre todo porque lo veo a diario y porque suelo correr por él. Si ejerciese de anfitrión, además de estos dos rincones, también recalaría en la Plaza del Justicia, en el Arco del Deán y en otros muchos. Zaragoza tiene rincones que enganchan.
– ¿Te gusta el arte? ¿Algún museo o exposición de Zaragoza que recomiendes?
A mí, en cualquier ámbito, me gustan las cosas bien hechas. Da igual que sea una pintura, un disco, un libro, un vino o un plato. Mientras me atraiga no importa ni el estilo ni lo que transmite. En cuanto a espacios le tengo especial devoción a la terraza del Pablo Serrano. Suelo ir con frecuencia y, de paso, me meto en alguna sala. Obviamente algunas propuestas me atraen más que otras.
– ¿Seguidor de series o películas?, ¿y algún libro?
Series ninguna porque no consigo engancharme. Películas muchas, sobre todo si está Tarantino por medio, y libros la verdad es que pocos. Prefiero invertir horas escuchando música que leyendo novelas. Bastante tengo que leer en el trabajo para documentarme como para abrir un libro en casa. Prefiero un disco y un vino al lado.
– Así que te gusta la música.
Sí, me encanta y he ido a muchísimos conciertos. Es mi principal afición. Como todo, me gusta la que está bien hecha, pero por encima de ningún otro estilo, ¡¡¡me flipa el HEAVY METAL!!!.
– ¿Eres seguidor de algún equipo?
Unión Deportiva Montecarlo, sin duda. Mis hijos juegan ahí y me considero rojillo con ellos y por ellos. Nunca me ha gustado el fútbol pero claro, verlos a ellos es totalmente diferente.
– ¿Nos puedes recomendar un vino tinto, un rosado y un blanco?
No te voy a decir marcas porque en el vino soy bastante infiel. Precisamente por eso no tengo un vino de cabecera que consuma con frecuencia; prefiero descubrir cosas nuevas, recatar o profundizar en lo que ya conozco. Sí recomendaría una Garnacha firmada en Aragón, da igual la zona, algún rosado clásico que se aleje de la corriente esta de colores pálidos del estilo nuevos rosé, y por blancos me movería entre los que están construidos tanto con uvas internacionales, como por los Macabeo que se están elaborando actualmente en nuestra tierra.
-¿Y qué tipo de vino es el que más te gusta?
El que está bien hecho. El que me dice de dónde viene. El que tiene personalidad. Y el que se queda en el recuerdo. He de decirte que desde hace un tiempo me siento muy atraído por los blancos. Es el tipo de vino que más consumo. Me fascinan sus estilos, la tipicidad, la diversidad… ahora mismo me quedo con blancos.
– ¿Te gusta cocinar? ¿tienes algún plato favorito?
Sí me gusta, sí. Me encanta cocinar para los demás porque cuando estoy solo me conformo con cualquier cosa. La cocina para mí es mucho más que un medio de alimentación. Y si tengo que decantarme por un plato lo tengo claro: mi chica.
– ¿Alguna ruta para caminar que nos recomendarías?
En el programa llevamos 245. No me hagas quedarme con una tan sólo porque me resulta prácticamente imposible. Depende de si se va a hacer con niños, si es de cierta exigencia física… no sé… hay muchos factores que intervienen en decidir una ruta u otra. Por lo tanto cero recomendación; que la experiencia y los pasos de cada cual hagan el resto y establezcan su propio ranking.
– ¿El lugar favorito de Aragón donde te gusta perderte?
Por la carga emocional desde que era niño, por la actual y porque allí será donde me haga mayor me encontraré en El Pueyo de Jaca.
Y el lugar preferido para tapear de Mariano Navascués es ‘El Meli del Tubo’, que está situado en la C/ Libertad nº12, en pleno centro de Zaragoza. Abrió sus puertas el 4 de julio del 2016, y los propietarios son las hermanas Raquel y Silvia Marcén y Ángel Díez. El Méli del Tubo es el hermano del Méli Meló, un emblemático restaurante, situado en la C/ Mayor nº 45, que ha conseguido varios premios en Concursos de Tapas, y que está abierto desde el 2005. Para complementar el Méli Meló, buscaron algo más pequeñito, y por diversas circunstancias dieron a parar al local que ahora es el Méli del Tubo después de una importante reforma. Raquel Marcén es la encargada de cocina de los dos lugares, y aunque el fondo de cocina es el mismo, la oferta gastronómica es diferente.
Sobre el nombre de Méli Meló, nos dice que surgió en un viaje a Francia, donde les sacaron un plato de setas llamado Méli Meló, que significa mezcolanza de cosas, y de ahí el nombre. Y el Méli del Tubo querían que tuviera connotaciones con el otro lugar.
Ángel Díez nos comenta que están muy contentos con la respuesta de la gente, y que lo que mejor funciona es el boca a boca y el hacerlo bien.
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